El filósofo francés reflexiona sobre la pandemia en 'Este virus que nos vuelve locos' (Esfera de los Libros) Bernard-Henri Levy: “A las víctimas les debemos una cosa, cuidarlas, no hacer política a su costa. Y mucho menos, religión”

Bernard-Henri Levy
Bernard-Henri Levy

El pensador, muy crítico con la ultraderecha influenciada por la Iglesia, pero también con los movimientos antiglobalización, y con el propio Bergoglio, a quien acusa de "distanciarse del pueblo cristiano, que solamente se comunica con él por internet" y de " ordenar que se vacíen las pilas del agua bendita"

Este virus que nos vuelve locos (Esfera de los Libros)

“A las víctimas les debemos una cosa: cuidarlas. No hacer política a su costa. Y mucho menos, religión”. El filósofo francés Bernard-Henri Levy acaba de publicar un ensayo 'Este virus que nos vuelve locos' (Esfera de los Libros) en el que reflexiona sobre las heridas que el Covid-19 está dejando en el mundo post-coronavirus, y en el que las religiones, como los movimientos populistas de izquierda y derecha, no debieran tener un espacio predominante.

En una entrevista en El Mundo, preguntado por la derecha influenciada por la Iglesia -que cree que la pandemia es un castigo divino-, y por los movimientos antiglobalización, que alardean de haber previsto la catástrofe, Levy les contesta que, aunque se creen diferentes u opuestos e, incluso, adversarios, en realidad dicen lo mismo y son gemelos casi perfectos. Son dos religiones profanas, dos formas de dar sentido a lo que no lo tiene. Y dos maneras de subirse a las espaldas de las víctimas, de aplastarlas con nuestra suficiencia, y proseguir con nuestras pequeñas manías de siempre”.

Bernard-Henri Levy

En el ensayo, el pensador no lo que el virus ha «dicho», sino lo que el mundo le ha hecho decir. No le interesan las «lecciones» que hay que extraer de la pandemia, sino el delirio interpretativo de cada uno como augur del «mundo de después» en un momento en que está solo consigo mismo.

¿Un castigo divino, una lección de conversión?

Y critica con dureza a los eclesiásticos que han visto en la pandemia una ocasión para justificar sus tesis. “A la derecha de la derecha -escribe-, una iglesia pentecostal estadounidense que veía en el COVID-19 un castigo divino, un ajuste de cuentas que castigaba a los estados que han legalizado el aborto y el matrimonio igualitario. O aquel obispo francés que decía, en una iglesia vacía, que «Dios se vale de las penas que padecemos» para que saquemos de ellas «lecciones de conversión y purificación»”.

Pero también, a otros políticos, que han estado “conectando la pandemia con el incendio de Notre Dame, viendo en el virus un segundo toque a rebato —antes del tercero, en su trágica visión del mundo, ¡que pronto llegará!— de un teatro del castigo donde se representaba, como a la izquierda, un cambio de paradigma y de mundo”.

Así, Levy constata “el cierre o la hibernación de esos faros de la civilización como son las iglesias, las sinagogas y otros lugares de ese tipo, como los museos, parques, jardines o espacios de meditación profana donde la humanidad tiene por costumbre saciar su sed espiritual, no computable, no mercantilizada”, y es muy crítico con la actitud del Papa Francisco.

Libro de Bernard-Henri Levy en La Esfera

“El espectáculo de un pontífice soberano, heredero del «No tengáis miedo» de Juan Pablo II, curtido en primera persona en el ejercicio, tan eminentemente católico, de besar a los febriles, eccematosos y otros leprosos de las barriadas de Buenos Aires, que ahora se distancia del pueblo cristiano, que solamente se comunica con él por internet y que ordena que se vacíen las pilas de agua bendita y que hace su viacrucis por el atrio de la basílica, ante una plaza de San Pedro desierta.

Borrada la imagen judía del Mesías, que espera a las puertas de Roma rodeado de escrofulosos. Olvidado el beso de Jesús a los leprosos que, de si se atreviera a santificar a esta luminosa heroína, que besa de manera deliberada a un leproso y vuelve a quedarse encinta por ese beso, lo tratarían de irresponsable, de cometer un crimen de cara a la sociedad, de mal ciudadano”.

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