"La religión no se ha evaporado sino metamorfoseado" Manuel Mandianes: "De Fausto al coronavirus"

La religión en el mundo de hoy
La religión en el mundo de hoy

Una serie de títulos podrían ayudarnos a hacernos una imagen de lo que ocurre en nuestros días y situar la religión en el mundo de hoy

"La gradual erosión de la religión organizada y de la teología sistemática, especialmente de la religión cristiana de Occidente, nos ha dejado con una profunda e inquietante nostalgia del Absoluto”, dice Steiner

"¿No hay una lógica real en el hecho de que estos sustitutos de la moribunda teología y la explicación de la historia propias del cristianismo (...) hayan venido de aquéllos cuyo legado tanto había hecho el cristianismo por suplantar?", se pregunta Steiner

"El hombre moderno ya no necesita a Dios como fundamento, pero no excluye que el hombre no necesite, o al menos no se de a sí mismo otros dioses"

Hoy, el ídolo es un dios reducido a la medida del hombre, haciendo realidad lo que dice Protágoras: "El hombre es la medida de todas las cosas"

“Las historias, las biografías y hasta las obras de teatro y las novelas son, sino fuentes, al menos medios auxiliares de la antropología” (Kant, 2004, 20), y de la teología y la pastoral. “La supervivencia de dicha sociedad y el bienestar de sus miembros dependen de la rapidez con la que los productos quedan relegados a meros desperdicios y de la velocidad y la eficiencia con la que éstos se eliminan. En esa sociedad, nada puede declararse exento de la norma universal de la desechabilidad y nada puede permitirse durar más de lo debido.

La perseverancia, la pegajosidad y la viscosidad de las cosas (tanto de las animadas como de las inanimadas) constituyen el más siniestro y letal de los peligros, y son fuente de los miedos más aterradores y blanco de los más violentos ataques” (Z. Bauman, Vida líquida, Barcelona, Paidós, 2006., 11). “la gradual erosión de la religión organizada y de la teología sistemática, especialmente de la religión cristiana de Occidente, nos ha dejado con una profunda e inquietante nostalgia del Absoluto”, dice Steiner

Fausto (Goethe) vendió su alma al diablo. La religión es el opio del pueblo: La miseria religiosa es a la vez la expresión de la miseria real y la protesta contra la miseria real, el suspiro de la criatura oprimida, el sentimiento de un mundo sin corazón, así como el espíritu de una situación sin alma. Es el opio del pueblo. Se necesita la abolición de la religión entendida como felicidad ilusoria del pueblo para que pueda darse su felicidad real (Marx, Crítica de la filosofía del derecho de Hegel). Dios ha muerto (Nietzsche).

El hombre es un creador y vive en un mundo feliz : Un mundo feliz (Huxley) pero sus creaturas se han vuelto contra él y devoran y destruyen lo que le es más querido: Frankenstein (Shelley) y él mismo se convierte en un monstruo: Metamorfosis (Kafka) y se ve a sí mismo como un ser destinado a la muerte: El existencialismo es un humanismo (Sartre). Llega a la conclusión que todo es nada: Nada (Laforet) que le produce nausea: La náusea (Sartre) y angustia: ¿Qué es metafísica? (Heidegger). No hay vuelta atrás, ya es la Hora 25. “La hora veinticinco.

El momento en que toda tentativa de salvación sea inútil. Ni siquiera la venida de un Mesías resolvería nada. No es la última hora sino una hora después. El tiempo preciso de la sociedad Occidental. Es la hora actual. La hora exacta. […]. Los miembros del partido comunista pretenden que los fascistas son los únicos responsables y que el peligro sólo puede evitarse liquidándolos. Los nazis quieren salvar su piel matando a los judíos. Todo eso no son más que los síntomas del miedo que invade a todo ser humano ante el peligro. Ese peligro que es el mismo por doquier, diferenciándose tan sólo las reacciones de los hombres ante él” (C. V. Georghiu, 1962, 41-48).

“¿No hay una lógica real en el hecho de que estos sustitutos de la moribunda teología y la explicación de la historia propias del cristianismo, estos intentos de reemplazar el cristianismo agonizante, hayan venido de aquéllos cuyo legado tanto había hecho el cristianismo por suplantar?, se pregunta Steiner.

"Tres grandes mitologías, concebidas para explicar la historia del hombre, la naturaleza del hombre y nuestro futuro. Las tres son mitologías racionales que pretenden tener un carácter científico, normativo. Las tres arrancan de la metáfora del pecado original. La deMarx termina en una promesa de redención; la de Freud en una visión de regreso a casa con la muerte; la de Lévi-Strauss en un apocalipsis originado por el mal humano”, escribió Steiner. Ya que son teologías substitutivas, visiones mesiánicas con pretensión de totalidad para satisfacer el hambre de mitos y certezas, que es consustancial a la condición humana.

Pero el hombre no puede resignarse y tener que decir al levantarse: Bon jour tristesse (Sagan) porque tiene hambre de otra cosa, Nostalgia del absoluto (Steiner) aún hay tiempo, es La hora de Dios (V. Oria). Del siglo XXI, Malraux, autor de La condición humana, dijo: “será religioso o no será” y K. Rahner ha escrito: “será místico o no será”. Hay límites, pero, ¿qué hay al otro lado del límite?, Filosofía del límite (E. Trías) y en todo caso, necesitamos qué haya algo: “Una incredulidad de partida cierra el paso a ciertas verdades que sólo se abren al conocimiento de quienes se arriesgan a confiar en ellas porque en estas materias no hay modo de obtener una prueba concluyente” (Goma, 2013, 131).

Karl Rahner

“El pragmatismoes la teología perfecta para la divinidad nihilista del siglo XXI, es decir, para una divinidad tolerante con ese pluralismo aparente que da en ser sólo lo uno multiplicado por doquier”. El sagrado actual es una construcción de diversos imaginarios sociales y un intento de dotar nuevamente la vida de sentido. La vuelta de la tradición también se puede interpretar como el fruto del desencantamiento que el mundo sufrió con la ciencia. El hombre, atrapado por las corrientes desmitificadoras, está hambriento de raíces y las busca en todas partes. Una imagen total del mundo trata de remplazar a una imagen troceada y analítica de cosmos.

El hombre moderno ya no necesita a Dioscomo fundamento, pero no excluye que el hombre no necesite, o al menos no se de a sí mismo otros dioses. La trascendencia de la mística del hombre nuevo, de la revolución, del nacionalismo, de la liberación, de la New Age, de la comunión ecológica con la naturaleza y el universo, de la salud perenne, del hedonismo como único sentido del vivir y otras, separadas o unidas en combinaciones varias, aliadas o no a religiones sobrenaturales, son ahora formas de trascendencia. Se puede hablar de huella, nostalgia, anhelo o extrañamiento, de un echar de menos cierta presencia. Antaño, el hombre tomaba de la religión las imágenes que le ponían bajo la tutela divina, ahora las toma del fútbol, de la ciencia puesta en cuestión cuando llega un visitante invisible y estragador el coronavirus.

Nueva idolatría
Nueva idolatría

La religión no se ha evaporado sino metamorfoseado y su más impresionante transformación quizás sea el fútbol. La vieja teología necesitaba hacer visible a Dios mediante un mecanismo legitimador: el relato bíblico. La religión centrada en Dios y en el sujeto se desplazó hacia un balón y unos personajes que lo manejan y un discurso sobre otro discurso. El fútbol despliega los discursos tradicionales pero sin apelar a las raíces ni a las estructuras profundas, sin apelar al viejo Dios ni a sus imágenes ni símbolos para ser él todas las cosas. Es una teología sutil que comparte pocas cosas con la teología de siempre más allá de analogías estructurales y funcionales.

El ídolo es un dios reducido a la medida del hombre, haciendo realidad o que dice Protágoras: “El hombre es la medida de todas las cosas”. La idolatría es la adoración o el culto tributado a entidades, objetos, imágenes, personas o elementos naturales que se consideran datados de poder divino. El idólatra no se aleja de Dios sino que se acerca a él de manera indebida. El ideal de una certeza absoluta, de un conocimiento totalmente fundado y de un mundo ordenado racionalmente es para él sólo un mito reasegurado, propio de un estadio primitivo de la humanidad, donde la falta de poder y el miedo a las fuerzas de la naturaleza se convirtieron en la mirada predominante y determinante, como tantos han dicho, por crear a los dioses.

Ello no impide que los grandes jugadores tengan una mente rápida y fulminante como un rayo, y otras características como descaro, velocidad y definición en sus acciones; es más, sin ella no podrían hace lo que hacen. A las masas siempre le resulta más asequible lo concreto que lo abstracto, lo que se puede ver y tocar que los atributos abstractos de los dioses, los objetivos cercanos que los lejanos. La religión llevaba a la obediencia a Dios y a sus representantes. La religión nihilista, sin dios, sin creencias, lleva a la obediencia a los dioses del estadio y a los famosos, a los líderes, divinidades impuestas y reveladas que se ofrecen en símbolos exteriores que se declaran por todas partes.

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