Dentro de la colección 'Ekklesía' de Ciudad Nueva Mística del encuentro

Mística del encuentro
Mística del encuentro

Mística del encuentro (Ciudad Nueva)

"Sin la educación para el encuentro con la alteridad, todos estamos empobrecidos: los hombres,  -laicos, religiosos  o sacerdotes-  y las mujeres"

Con esta claridad y pedagogía  describe y  examina los términos del título del nuevo libro publicado por  “Ciudad Nueva” –“CN”-, uno de sus coautores, Carlos García Andrade, en el capítulo titulado  “Dios entre nosotros”, de las páginas 17 y ss.:

”Hoy la palabra “mística” se utiliza en muchos contextos diferentes  y no siempre religiosos.  Se habla de mística de “conquista”, de mística deportiva e incluso política.  El término se emplea también para  significar un cierto espíritu  de grupo, caracterizado por el entusiasmo, o un ambiente compartido  por un cierto número de personas en torno a un ideal común. Evidentemente que el papa Francisco, cuando habla de la dimensión “mística”  de la vida social, no utiliza la palabra  en un sentido  derivado o metafórico, sino que habla de “mística” en el sentido preciso y fuerte de la palabra , como experiencia  del encuentro  con Dios, vivida no en singular, sino compartida con otros…” “Encuentro” lleva dentro de sí ideas tales como “escucha, acogida, capacidad de  colaborar, de investigar juntos  y de establecer un itinerario común, con referencias explícitas a lograr  una verdadera relación interpersonal e inter subjetiva de amor  y, como  modelo, las relaciones  entre las personas divinas  en la Trinidad, de modo que lleve la experiencia mística, al encuentro con Dios”..

El  libro de “CN”, con el título de “Mística del Encuentro”, es de actualidad apasionante. Y radiante, tanto natural como sobrenaturalmente. Es presente, a la vez que futuro. “Mística” y “encuentro” definirán a perpetuidad, y hasta sus penúltimas consecuencias, a la vida, para que esta lo sea de verdad y comprometidamente se transforme en “con-vivencia”, sin fronteras ni colores de ninguna clase y condición, y menos  al dictado de discursos rebosantes de intereses terrenales como los que prevalecen e imperan sin “temor a Dios ni a los hombres”.

Los  dos términos –“Mística y encuentro”- que enmarcan y definen este libro, saben a pan candeal, elaborado en las propias casas, es decir, en su horno- hogar. Huelen a queso de ovejas “franciscanas”, pastoreadas con cayados familiares, siempre vigilantes y atentos a los aullidos de los lobos Son portadores de calor y energía, espirituales y de las otras. También lo son de esperanzas. Forman familia. Alargan los brazos. Son tan brazos como abrazos. Cercan y los aprietan entre sí. Sin liturgias excesivas. Nada más que las versificados por el amor y el cariño verdadero. Todas, “trinitarias”. “Mística” y “encuentro” son fecundos de por sí.

El libro de “CN” forma parte de su colección  “Ekklesía”, y todos sus títulos trazan y hacen recorrer caminos  -“senderos”- de comunión y de comunicación religiosa, en unos tiempos, circunstancias y lugares, en los que el analfabetismo se enquistó en modos y fórmulas infantiles a perpetuidad, similares a las del “¡Jesusito de mi vida, eres niño como yo…¡” Por el docto, amable y nemoroso jardín de las 154 páginas que componen el texto firmado en esta ocasión  por “Gerard Rossé, Jesús Morán, Cristian Hennecke y otros”, resulta ciertamente placentero y adoctrinador espigar algunos de los pensamientos  que cuelgan de las ramas de sus árboles y arbustos y se entrenzan entre   hierbas olorosas…

Mística del encuentro
Mística del encuentro

“Si mística quiere decir “experimentar” a Dios y dejarse sorprender por Él  tal cosa puede suceder justo en el espacio del “nosotros”. “Mi celda y mi cielo está en mí y como en mí,  en el alma de los hermanos. Y así como lo amo a Él en mí, recogiéndome en mi propio Cielo- cuando estoy a solas-, lo amo en el hermano cuando éste está junto a mí”. “Cristo es la semilla. El Cuerpo Místico es la copa. Cristo. El Padre es la raíz del Hijo. El Hijo es la semilla de  los hermanos”.”Adelántense  para honrarse unos a otros”,  es precepto principal  en la Regla de  san Benito. “Hacer de la Iglesia  la casa y la escuela  de la comunión,  es el gran desafío  que tenemos ante nosotros  en el presente  milenio, si queremos ser fieles al designio de Dios y responder también  a las profundas esperanzas del mundo”. “Después de que el emperador romano  Teodosio declarara en año 380  la fe cristiana como religión  oficial del Imperio, cambió el modelo organizativo de la Iglesia. Pasa a segundo plano  el ser “comunidad” y los obispos y sacerdotes se convierten en funcionarios del Estado”. “Nosotros estamos amasados de yo-y-tú”. “Es esencial para la persona  humana el hecho  de que solo llega ser ella misma  gracias al “otro”. El “yo” solo se hace a sí mismo por el “tú” y por el “nosotros”. “El encuentro  con el “tú” y el “nosotros”, abre el “yo” a sí mismo”. “La persona está creada para el diálogo”. “Diversidad reconciliada” es estilo de vida elementalmente cristiana”. “Sin la educación para el encuentro con la alteridad, todos estamos empobrecidos: los hombres,  -laicos, religiosos  o sacerdotes-  y las mujeres

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