Liturgia del 31º DOMINGO ORDINARIO 2025 - DIFUNTOS

Clericalismo
Clericalismo

31º DOMINGO ORDINARIO 2025 - DIFUNTOS

Comentario Inicial:


1. ¿Sigues creyendo en el "dios de la guadaña", ese ídolo fantasmal, guadaña en mano, que te han metido en la cabeza? ¿Puedes afirmar, sin vomitar, que ése es el Abba de Jesús? ¿Entonces, por qué piensas que es Dios quien manda y dispone la muerte?


2. ¿No has caído todavía en la cantidad de aberraciones que contaminan la "ideología católica" que te insertaron desde niño? Entonces no podías defenderte, pero hoy sí. ¿Vas a seguir la senda de la oscuridad y el error o te convertirás e intentarás adherirte a la LUZ de Jesús?


3. Te lo aseguro: La muerte no la manda Dios, ni Él tiene nada que ver con los accidentes trágicos. Es solo la CONSECUENCIA de tu FINITUD. ¿Pero qué "dios canalla" te han pegado en la frente?


4. El disparate de las "pruebas de Dios" o de que Él "purifica a sus elegidos" porque les quiere más, es una aberrante doctrina idolátrica.


5. ¿Eres de los que oran por los difuntos y pagan para que el Cura rece? Pues eres un perfecto idiota (no te insulto, te describo, diccionario en mano) que desconfía de Dios y encima se deja engañar.


6. El "culto a los muertos" de nuestra Iglesia, llenita del barro de la tradición, es un esperpento que ni sirve a Dios al que cita pero niega, ni consuela a los hombres. La elección de los ornamentos negro o morado no es más que la expresión visual de la falta de fe. ¿Quién celebra una FIESTA vistiéndose de luto?


7. Los que mueren, mueren para vivir. ¿O niegas a Jesús resucitado y no eres cristiano?


En la HOMILÍA de hoy se medita un poco más. NO te la pierdas.

Y empezamos:


El amor permanente y entrañable de Dios Padre, que nos habita y sostiene, la presencia luminosa de Jesús Resucitado, su Luz y el impulso de su Espíritu están con todos vosotros.


MONICIÓN DE ENTRADA


Hoy recordamos a nuestros difuntos. Pero no es un día para la tristeza ni la nostalgia sino para la alegría. La alegría de saber que caminan a la luz de la misericordia divina. Ellos ya han llegado a la meta hacía la que nosotros caminamos, siguiendo las huellas de los buenos ejemplos que nos dejaron. Por ello damos gracias a Dios Padre por haberlos recibido ya en su casa, y porque, como a ellos, nos sigue acompañando e impulsando en la vida de cada día.


ACTO DE RECONOCIMIENTO


Mientras caminamos por la vida tenemos que reflejar el amor de Dios Padre, para ello contamos con los dones y cualidades que nos ha dado. Le damos gracias por ellos y nos comprometemos a vivirlos cada día.


Queremos comprometernos a vivir el don de la Paz, tanto interior, sintiéndonos habitados por Tí, como exterior, contribuyendo a sembrarla en los demás. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor.


Queremos comprometernos a vivir el don del Amor, descubriendo cada día el gran amor que nos tienes y viviéndolo con los hermanos. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor.


Queremos comprometernos a vivir el don de la Bondad y la Ayuda, ayudándonos a nosotros mismos a progresar en nuestra realización personal y ayudando a los demás en todo lo que podamos. Por eso decimos: Nos comprometemos Señor.


Dios Padre Amoroso tiene misericordia de nosotros, comprende nuestros fallos y nos guía de su mano a la vida eterna. Amén

ORACIÓN COLECTA


Descansad; descansad en las manos que, por ser tan grandes sólo pueden ser las manos de Dios.

Vivid; vivid en aquella ciudad que –sin penas ni tristezas- sólo puede ser la Ciudad de Dios.


Descansad; hermanos, descansad; vivisteis y, Dios, os guió con mano providente. Sufristeis: pero ¿quién sabe si ahora no estaréis descubriendo la otra cara de esa sufrida moneda? Llorasteis; pero hoy con el pañuelo amoroso del Padre os sentís reconfortados y consolados. Amasteis; y como un gran capital que nunca decrece, presentáis las buenas acciones de vuestro ser, los detalles de tanta delicadeza repartida, la suavidad de las palabras que no quisieron herir, la prudencia de los silencios que fueron vuestro baluarte.


Sí, hermanos, descansad en las manos de Dios Porque, en el camino que Jesús os enseñó, intentasteis llevar una vida y agradable.


Con lágrimas y dolor. Con aciertos y fracasos. Con virtudes y pecados. Como los atletas en el estadio o en la competición, estuvisteis corriendo hacia la meta, arropados y empujados por el Espíritu, enamorados por Jesucristo, atraídos por el amor infinito del Padre.

Sí, hermanos, padres, amigos, compañeros, sacerdotes, y tantos que estáis ya al otro lado:

Descansad y sabed que vuestro ejemplo nos está mostrando que somos eternos, y que un día junto a vosotros también estaremos disfrutando de la resurrección final y definitiva y de la alegría de la casa del Padre. Amén.

Lectura del libro de la Sabiduría (11,22–12,2):


Señor, el mundo entero es ante ti como un grano en la balanza, como gota de rocío mañanero sobre la tierra.

Pero te compadeces de todos, porque todo lo puedes

y pasas por alto los pecados de los hombres para que se arrepientan.

Amas a todos los seres y no aborreces nada de lo que hiciste; pues, si odiaras algo, no lo habrías creado.

¿Cómo subsistiría algo, si tú no lo quisieras?, ¿Cómo se conservaría, si tú no lo hubieras llamado?


Pero tú eres indulgente con todas las cosas, porque son tuyas, Señor, amigo de la vida.

Pues tu soplo incorruptible está en todas ellas. Por eso corriges poco a poco a los que caen, los reprendes y les recuerdas su pecado, para que, apartándose del mal, crean en ti, Señor. Amén.

Palabra de Dios

Salmo 144


R/. Bendeciré tu nombre por siempre, Dios mío, mi rey.


V/. Te ensalzaré, Dios mío, mi rey;

bendeciré tu nombre por siempre jamás.

Día tras día, te bendeciré

y alabaré tu nombre por siempre jamás. R/.


V/. El Señor es clemente y misericordioso,

lento a la cólera y rico en piedad;

el Señor es bueno con todos,

es cariñoso con todas sus criaturas. R/.


V/. Que todas tus criaturas te den gracias, Señor,

que te bendigan tus fieles;

que proclamen la gloria de tu reinado,

que hablen de tus hazañas. R/.


V/. El Señor es fiel a sus palabras,

bondadoso en todas sus acciones.

El Señor sostiene a los que van a caer,

endereza a los que ya se doblan. R/.

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a los Tesalonicenses (1,11–2,2):


Hermanos:

Oramos continuamente por vosotros, para que nuestro Dios os haga dignos de la vocación y con su poder lleve a término todo propósito de hacer el bien y la tarea de la fe. De este modo, el nombre de nuestro Señor Jesús será glorificado en vosotros y vosotros en él, según la gracia de nuestro Dios y del Señor Jesucristo.

A propósito de la venida de nuestro Señor Jesucristo y de nuestra reunión con él, os rogamos, hermanos, que no perdáis fácilmente la cabeza ni os alarméis por alguna revelación, rumor o supuesta carta nuestra, como si el día del Señor estuviera encima.

Palabra de Dios

Lectura del Santo Evangelio según san Marcos 15, 33-39; 16, 1-6

R/Gloria a tí Señor


Al llegar el mediodía, toda la región quedó en tinieblas hasta media tarde. Y, a la media tarde, Jesús clamó con voz potente: "Eloí, Eloí, lamá sabaktaní". (Que significa: "Dios mío, Dios mío, ¿por qué me has abandonado?") Algunos de los presentes, al oírlo, decían: "Mira, está llamando a Elías." Y uno echó a correr y, empapando una esponja en vinagre, la sujetó a una caña, y le daba de beber, diciendo: "Dejad, a ver si viene Elías a bajarlo." Y Jesús, dando un fuerte grito, expiró. 


El velo del templo se rasgó en dos, de arriba abajo. El centurión, que estaba enfrente, al ver cómo había expirado, dijo: "Realmente este hombre era Hijo de Dios."

Pasado el sábado, María Magdalena, María la de Santiago, y Salomé compraron aromas para ir a embalsamar a Jesús. Y muy temprano, el primer día de la semana, al salir el sol, fueron al sepulcro. Y se decían unas a otras: "¿Quién nos correrá la piedra de la entrada del sepulcro?" Al mirar, vieron que la piedra estaba corrida, y eso que era muy grande. 


Entraron en el sepulcro y vieron a un joven sentado a la derecha, vestido de blanco. Y se asustaron. Él les dijo: "No os asustéis. ¿Buscáis a Jesús el Nazareno, el crucificado? No está aquí. Ha resucitado. Mirad el sitio donde lo pusieron."

Palabra del Señor.

Gloria a tí Señor Jesús

HOMILÍA

"Corren malos tiempos, Dios mío. Esta noche me ocurrió algo por primera vez: estaba desvelada, con los ojos ardientes en la oscuridad, y veía imágenes del sufrimiento humano. Dios, te prometo una cosa: No haré que mis preocupaciones por el futuro pesen como un lastre en el día de hoy, aunque para eso se necesite cierta práctica…

Te ayudaré, Dios mío, para que no me abandones, pero no puedo asegurarte nada por anticipado. Sólo una cosa es para mí cada vez más evidente: que tú no puedes ayudarnos, que debemos ayudarte a ti, y así nos ayudaremos a nosotros mismos. Es lo único que tiene importancia en estos tiempos, Dios, salvar un fragmento de ti en nosotros.

Tal vez así podamos hacer algo por resucitarte en los corazones desolados de la gente. Sí, mi Señor, parece ser que tú tampoco puedes cambiar mucho las circunstancias; al fin y al cabo, pertenecen a esta vida… Y con cada latido del corazón tengo más claro que tú no nos puedes ayudar, sino que debemos ayudarte nosotros a ti y que tenemos que defender hasta el final el lugar que ocupas en nuestro interior…".

Esta oración fue escrita por Etty Hillesum, joven holandesa de origen judío, que conocía y apreciaba el evangelio, y que murió en el campo de Auschwitz.

Pienso que es una buena introducción para lo que voy a reflexionar en esta predicación.

Me escribía hace unos días un amigo mío contándome que no había sido capaz de consolar el dolor de una madre con la que había llorado la muerte prematura de su hijo de 27 años. Y decía: ¿Sabéis por qué? Porque ella piensa (con la tradición que le enseñaron) que ha sido la "voluntad de Dios" la que le ha arrebatado a su hijo. 

Seguramente nosotros hemos oído esto muchas veces con ocasión de defunciones y entierros. Son los efectos de una tradición errada que nos hace creer inconscientemente en un ídolo: el “dios de la guadaña”, que corta vidas y clava enfermedades. Pero ese ÍDOLO no existe, salvo en la mente calenturienta de algunos pastores y teólogos. Un ÍDOLO alejado del Dios Padre que nos ha creado y nos sostiene desde dentro.

Desde esta certeza afirmamos con rotundidad que la muerte no la manda Dios, ni Él tiene nada que ver con los accidentes trágicos.

¿Entonces, de dónde viene la muerte? Pues no es más que la CONSECUENCIA de nuestra finitud, que nos conduce inexorablemente a un final corporal.

Todo en la naturaleza obedece a la “ley de la causalidad” (a tal causa tal efecto, recoges lo que siembras). Lo sabéis muy bien los que os dedicáis a la agricultura y ganadería. ¿O acaso os llueven los terneros del cielo después de rezar?

Dios no actúa directamente, ni puede actuar, porque nos ha creado "autónomos y libres". Y no puede contradecirse y estar metiendo continuamente su cucharón en nuestros guisos.

El CÓMO y CUÁNDO morirás tampoco depende de Dios, sino de las CAUSAS que nosotros (o nuestros antepasados) generamos. O de aquellas CAUSAS que constituyen las CIRCUNSTANCIAS en las que nos vemos obligados a vivir (pensemos, por ejemplo, en la esperanza de vida de un europeo frente a un africano).

El TIEMPO de vida dependerá del "orden y cuidado" con que hayamos vivido nuestra finitud, más el "orden o desorden de nuestros antepasados", que se transmite "vía combinación genética". A lo que se suma el "ambiente humano" y el "ambiente material" en que hemos elegido vivir o en el que nos han obligado a vivir. 

La CONSECUENCIA será una vida más corta o más larga, más sana o más frágil. Dios siempre respetará nuestras decisiones, e incluso los sometimientos que sufras. Por mucho que reces o ayunes, no moverá un dedo para alargar tu tiempo

Las ENFERMEDADES tampoco tienen nada que ver con Dios. Son creación humana. El disparate de las "pruebas de Dios" o de que Dios "purifica a sus elegidos" porque les quiere más, es una aberrante doctrina idolátrica. Uno de tantos ERRORES en los que ha caído la tradicional doctrina católica y de los que debemos salir y arrepentirnos.

Los RIESGOS son otra causa, muy de moda, que conduce a la MUERTE o a la ENFERMEDAD. ¡Cuántos hacen el idiota y se juegan la vida para demostrar que son mejor que otros, causándose sufrimientos a sí mismos y a su entorno!

¿Y los fenómenos naturales destructivos? Pues forman parte de un mundo vivo y en evolución.

El ser humano ha sido capaz de aprender a domar caballos y conseguir avances maravillosos utilizando su inteligencia, voluntad y libertad (herencia de Dios).

¿Por qué no aplicarlo para domesticar el Planeta, conocerlo y habitarlo mejor? ¿Por qué se dedican neciamente infinitos recursos para intentar conquistar otros mundos, inventar artilugios de muerte, dominar a las gentes y condenar a hambre y muerte a tantos seres humanos?

El MAL es una "opción humana" (negar el bien) y nada puede hacer Dios por evitarlo. Forma parte de la LIBERTAD otorgada.

Nos ha dado la "libre y autónoma administración del mundo" y no puede desdecirse. Nos ha construido "un paraíso" lleno de regalos para satisfacer todas nuestras necesidades. No hay más que observar la NATURALEZA creada a nuestra disposición.

Pero Dios no interviene directamente, sino que nos ilumina y fortalece desde dentro para que tomemos las mejores decisiones.

La LIBERTAD es el privilegio del ser humano y, a la vez, la causa de sus desgracias.

El gran consuelo que tenemos los humanos es que Dios NUNCA nos abandona y siempre rema a nuestro favor: El que no sembró puede sembrar de nuevo, el que se equivocó puede rectificar, el que decidió ser un animal puede convertirse en humano…

Desde dentro Dios siempre, siempre, viene en nuestra ayuda, pero las decisiones y las manos las tenemos que poner nosotros. Ahí está la parábola del hijo pródigo, explicada directamente por Jesús.

Por eso desde esta reflexión y pensando en nuestros difuntos hay que decir: Es absurdo pedir a la Misericordia Infinita que tenga misericordia. Es como pedirle al SOL que te alumbre o caliente. O al MAR que te moje.

Lo dijimos otros años: No podemos hacer nada por los difuntos y ellos no pueden hacer nada por nosotros. ¿Qué le podemos añadir nosotros a la Misericordia divina? Volvamos a Jesús de Nazaret, a su mensaje que nos dice:

La muerte, para los cristianos, es una liberación, una meta, una pascua: el paso a la tierra prometida. NO un motivo de tristeza y, menos aún, de penitencia reparadora. ¿Acaso nuestro Dios se alimenta de ayunos, dolor y latigazos?

Cierto que hay tristeza y llanto por la separación de quien amamos: Son las lágrimas de la sensibilidad que no quiere separarse de quien era luz y vida. Pero todo eso debe estar arropado y consolado por la segura confianza en la Misericordia del Padre que abre la puerta de la eternidad, abraza y llena de vida a quien nosotros creímos muerto.

Los que mueren, mueren para vivir. Estamos ciertos de que pasaron definitivamente a la orilla de la Vida, aunque ignoremos todo lo que pasa tras los barrotes de nuestra "jaula del tiempo y el espacio".

Algunos se preguntarán: ¿y cómo purgarán por sus pecados? Y digo yo: ¿No habrán purgado con creces en este mundo todos sus errores? ¿No habrán pagado por la “ley de la causalidad” todos los efectos de sus erradas decisiones? ¿Quién eres tú o yo para juzgar los esfuerzos por sobrevivir de éste o aquél? 

Pero sobre todo, ¿en qué Dios crees? El Dios de Jesús nos tiene perdonados desde la eternidad. ¡Qué incoherente sería que quien predica el "perdonar siempre" después no lo practicara!

Lo primero que podemos hacer por nosotros y por nuestros difuntos es ACEPTAR su descanso en la paz. Ya entraron en la, para nosotros, inimaginable eternidad. No puedes hacer nada más por ellos,

El único y universal remedio, lo que realmente puedes hacer "aquí y ahora" es: "Vencer el mal con abundancia de bien" con el ejemplo y lecciones de los que partieron: rectificando los malos hábitos que heredaste; perdonando las heridas que te causaron; imitando el buen ejemplo que te dejaron.

Tiene sentido nombrarles en la Misa para sentirnos viviendo "CON ellos", pero NO pidiendo "POR ellos", porque ya están sumergidos en la Misericordia Infinita, a la que nosotros -tontos de remate- queremos perfeccionar y mover.


CREDO


Sacerdote.- ¿Creéis en Dios , que es nuestro Padre, que ha hecho todas las cosas y nos cuida con amor?

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en Jesucristo, que ha puesto su Morada entre nosotros, para hacernos conocer a Dios?

Todos.- Sí, Creemos.


Sacerdote.- ¿Creéis en el Espíritu Santo que vive entre nosotros, y anima a la Iglesia para hacer un mundo mejor?

Todos. Sí, Creemos.


Sacerdote: ¿Creéis en la resurrección y en la vida eterna en la que caminan ya nuestros seres queridos difuntos?

Todos: Sí, Creemos.

ORACIÓN UNIVERSAL


Recordamos a nuestros difuntos manifestando nuestra confianza en Dios Padre que los ha acogido en su Casa. Decimos


Señor confiamos en Tí


Confiamos Señor que los difuntos de nuestras familias y de nuestra comunidad, todos los que significaban mucho para nosotros en la vida, están gozando de la alegría de tu casa del Cielo

Señor confiamos en Tí


Sabemos Señor que los que tuvieron que sufrir mucho en la vida a causa de la enfermedad, de la injusticia o de la pobreza, han terminado sus  penas  y su felicidad no tiene ya  fin.

Señor confiamos en Tí


Sabemos Señor que han descubierto y gozan ya la alegría de tu ternura en el cielo todos los difuntos.


Los que tuvieron que caminar en la vida en triste soledad, porque nadie o muy pocos se cuidaron de ellos.

Los que rechazaron la ayuda porque ellos mismos eran personas inadaptadas y solitarias.

Los que fueron abandonados por sus hijos o compañeros. Y todos aquellos, olvidados y desconocidos, por quienes nadie llora. 

Señor confiamos en Tí


Queremos Señor comprometernos nosotros mismos,  a ayudarnos y apoyarnos unos a otros en el viaje a través de la vida, para que vayamos juntos por tus caminos compartiendo penas y alegrías, vida y muerte.

Señor confiamos en Tí


Padre y Madre buena te damos gracias por la certeza que nos das de que los difuntos están en tus manos y que nosotros estamos llamados y destinados a la vida eterna, gracias a tu Hijo Resucitado, Jesucristo que vive y reina por los siglos de los siglos. Amén


En el momento de presentar la OFRENDA de toda la Iglesia oremos a Dios Padre Misericordioso


El Señor reciba de tus manos esta OFRENDA…

ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS


Te ofrecemos el pan y  el vino frutos de la tierra y del trabajo de los  hombres y mujeres, que labraron la  tierra, sembraron el grano y  plantaron la viña. Junto a ellos,  ofrecemos nuestras vidas, nuestros trabajos y  sudores, y también nuestras  alegrías. Recíbelo como nuestra  mejor ofrenda. Te lo ofrecemos, por Jesucristo  Nuestro Señor.

PREFACIO


El Señor está con vosotros  

Y con tu Espíritu

Levantemos el corazón

Lo tenemos levantado hacia el Señor

Damos gracias al Señor nuestro Dios

Es justo y necesario


Señor de la vida,  te damos las gracias  porque has creado el  mundo con amor infinito y por tu inmensa  bondad nos has llamado a la vida.


Te damos las gracias,  sobre todo, porque has enviado a  tu Hijo al mundo para recordarnos que somos tu  familia.

Dedicó toda su vida a  nuestro servicio, anunció la Buena  Nueva a los pobres, intentó traer  consuelo a los tristes y aliviar del dolor a  los enfermos.


Muriendo en una Cruz  destruyó nuestro miedo a la muerte para siempre, porque la muerte termina en resurrección y nos lo demostró Resucitando, después de habernos enseñado el camino de la Luz y la Felicidad. Por todo eso, y por  muchas cosas más, llenos de alegría y  esperanza, te cantamos un himno  de alabanza diciendo:

SANTO, SANTO, SANTO.

CONSAGRACIÓN


Te alabamos, Padre  Santo, porque estás con nosotros en el camino de la  vida, sobre todo, cuando tu  Hijo Jesús nos congrega para el  Banquete Pascual de su Amor y comparte con  nosotros el vino y el pan.


Recibimos tu Espíritu con alegría

para que santifique este pan y este vino y

se conviertan para nosotros 

en el Cuerpo y + la Sangre de Jesús, en la Persona y la Vida de Jesús aquí significadas.


El mismo Jesús, la  víspera de su Pasión y Muerte,

cuando estaba reunido  a la Mesa con sus amigos, tomó un pan, lo  bendijo, y se lo repartió,  diciendo...


Tomad y comed todos de él,

porque esto es mi Cuerpo,

que será entregado por vosotros


Y lo mismo hizo con  una Copa de vino: al terminar de cenar,  alzó una copa, brindó por el triunfo  a su Padre del cielo, y se la pasó a sus  amigos, diciendo...


Tomad y bebed todos de él,

porque éste es el cáliz de mi Sangre,

Sangre de la alianza nueva y eterna,

que será derramada por vosotros

y por todos los hombres

para iluminar vuestra vidas.

Haced esto en conmemoración mía.


Éste es el Sacramento de nuestra fe.


Por eso, Padre de bondad,

celebramos ahora

el memorial que Jesús nos encargó,

y proclamamos la obra de tu amor:

Cristo, tu Hijo, a través del servicio 

y la entrega de su vida

ha resucitado a la vida nueva y ha sido glorificado a tu derecha. 


Señor, Padre de misericordia, Tú derramas sobre nosotros el Espíritu del Amor, el Espíritu de tu Hijo.


Fortaleciendo a tu pueblo con el Cuerpo y la Sangre de tu Hijo y renovándonos a todos a su imagen. 

Derramas tu bendición abundante sobre el Papa León,  sobre nuestro Obispo N… y sobre todos tus hijos.


Para que  todos los miembros de la Iglesia sepamos discernir los signos de los tiempos y crezcamos en la fidelidad al Evangelio; preocupándonos de compartir en la caridad las angustias y las tristezas, las alegrías y las esperanzas de los hombres, y mostrándoles así el camino de la salvación.


Gracias una vez más porque

has acogido en tu casa del Cielo 

a nuestros hermanos difuntos...

todos nuestros familiares, amigos

y fieles difuntos de esta Comunidad 


Y ahora, Padre santo, nos unimos a toda tu creación

para brindar por tu mayor gloria y por la germinación de tu Bondad en nuestro mundo,

en la feliz compañía de tu hijo Jesús, 

unidos a nuestra Madre María, a su esposo San José

a los apóstoles, a  los santos y a todas las personas

de buena voluntad diciendo

Por Cristo con él y en él…

PADRENUESTRO


Padre y Madre nuestra,

en quien somos y vivimos.

Santificado sea tu nombre.

Venga a nosotros tu reino.

Hágase tu voluntad

en la tierra como en el cielo. 

Tú nos das hoy

nuestro pan de cada día.

Tú perdonas nuestros pecados

y nosotros queremos perdonar

a los que nos ofenden.

No nos dejes caer en la tentación.

Y líbranos del mal. Amén.

CORDERO DE DIOS


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú tienes piedad de nosotros


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú tienes piedad de nosotros


Cordero de Dios que quitas el pecado del mundo, Tú nos das la paz.


Jesús nos invita a ser pan partido y repartido para los demás.

ORACIÓN FINAL

Gracias, Señor, por el don  de la vida.  Porque, aun siendo viaje de  relámpago por la tierra,  ha merecido la pena  contemplar, gustar y sentir  la belleza que tu mano creó  aquel lejano día.

Gracias, Señor, por la  hermana muerte  que, de forma inexorable,  nos visita  y nos recuerda que somos  frágiles y no yunques  que, tarde o temprano,  nuestro cuerpo se desmorona  pero, aquello que le  sustenta, va a tus brazos de Padre.

¡VIVIREMOS  PARA MORIR Y VIVIR!  Porque en el morir, Señor,  está la llave del futuro vivir  Desaparecerá la oscuridad y  emergerá la luz.  Se evaporarán las lágrimas y  nuestros ojos te verán.  Saltaremos del silencio, y  cantaremos tus maravillas. Nos levantaremos del sueño,  y proclamaremos tu realeza.

¿Cómo no darte gracias, oh  Señor, por tu paso por este mundo?  Sin tu muerte, nuestra  muerte sería eslabones de por vida.  Sin tu resurrección, nuestra  vida sería caduca y sin respuesta.  Sin tu triunfo, nuestras  conquistas serían poca cosa.

¡VIVIREMOS  PARA MORIR VIVIENDO!  Sabiendo que, más allá del  duro madero, aguarda un cielo abierto por  tu Ascensión gloriosa.  Creyendo que, en tu  Resurrección,  siempre habrá segura y  certera respuesta para la nuestra.  Amando, como Tú amaste,  para que, en el tramo final  de nuestra existencia,  puedas concluir: “mucho  amaste y por Dios te salvaste”. 

¡VIVIREMOS  PARA MORIR VIVIENDO!  Porque bien sabemos que a  este mundo nuestro   vinimos de noche o de mañana  a darnos un breve paseo.  

Porque, aunque lo olvidemos,  a esta tierra nuestra  aterrizamos como lo hace un  avión  para, luego, emprender otro  vuelo más alto y definitivo  Porque en este suelo, de  gozos y de lágrimas, hemos ido dejando sudores y  esfuerzos  fe, oración y confianza en  Ti que tienes la última palabra.

Por eso, con todos nuestros  difuntos,   hoy más que nunca –mirando  hacia lo alto- confesamos:  ¡VIVIREMOS,  CON CRISTO,   PARA  VIVIR CON CRISTO Y POR CRISTO EN EL CIELO! Amén.

BENDICIÓN

El Señor os bendice, os guarda

y en sus palmas os lleva tatuados.

Os acompaña en todos los caminos.

Y hace prósperas las obras de vuestras manos.

Sentíos siempre abrazados y bendecidos por este Dio5s enamorado.

Padre, Hijo y Espíritu Santo

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