Un balance de la primera semana de la Asamblea Sinodal Disposición del Aula Sinodal, diversidad y método marcan el inicio del Sínodo de la Sinodalidad

Francisco abrió el Sínodo de la sinodalidad
Francisco abrió el Sínodo de la sinodalidad

Siendo un Sínodo de los Obispos, la presencia de no obispos es algo que enriquece el proceso

35 mesas redondas distribuidas en el Aula Pablo VI, un modo de estar con los otros, mirándose a los ojos, que ayuda a que la escucha sea más atenta y el diálogo más franco, con la consiguiente mejora del proceso de discernimiento comunitario

El discernimiento comunitario a la luz de la conversación espiritual es mucho más que un formato distinto

Una Iglesia en la que el camino y el ritmo ya no es marcado por la autoridad y sí por las voces que desde la debilidad indican por donde continuar dando pasos como Iglesia

“¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano?”

El final de la primera semana de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad, media semana si no se cuenta el retiro previo de domingo a martes, aunque muchos coinciden en que fue un momento de gran importancia para lo que se está viviendo y se va a vivir en esta asamblea, es un buen momento para hacer un primer balance.

Aula Sinodal 1

Una participación de toda la Iglesia

Lo primero que hay que destacar es la participación de toda la Iglesia. Siendo un Sínodo de los Obispos, la presencia de no obispos es algo que enriquece el proceso, aunque algún miembro del Sínodo saltándose a la torera el pedido de silencio del Papa Francisco y además haciéndolo con luz y taquígrafos, se haya mostrado contra esa presencia de no obispos, especialmente de las mujeres, con derecho a voz y voto. Y hay que decir que las mujeres, sobre todo las religiosas están siendo protagonistas positivas en estos primeros días.

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En segundo lugar, la disposición de la sala sinodal, con 35 mesas redondas distribuidas en el Aula Pablo VI. Un modo de estar con los otros, mirándose a los ojos, que ayuda a que la escucha sea más atenta y el diálogo más franco, con la consiguiente mejora del proceso de discernimiento comunitario. Esa disposición también ayuda a la dinámica de esta primera sesión de la Asamblea Sinodal. Las tensiones, que en algunos círculos menores las hay, no perjudican el discurrir general de la asamblea y también se evita que unas pocas personas, amparadas en su puesto de autoridad eclesiástica, acaparen la voz de la asamblea, algo que sucedía en sínodos anteriores.

Conversación espiritual

Con relación al modo de trabajo, el discernimiento comunitario a la luz de la conversación espiritual es mucho más que un formato distinto. Los participantes destacan los momentos de silencio, tanto en los círculos menores como las llamadas congregaciones generales, cuando los 35 grupos en que se divide la asamblea, que se irán renovando al final de cada uno de los módulos, comparten lo vivido, algo que en muchas de esas comunidades para el discernimiento comunitario nace de una gran diversidad de procedencias, culturas, modos de vivir la fe y de ser Iglesia. Es ahí donde hay espacio y tiempo para que cada uno, cada una, entre a su ritmo.

Un camino lento, pero que está ayudando a apropiarse de un modo de ser Iglesia al que muchos no están acostumbrados y que podemos decir todavía provoca recelos, especialmente a quienes defienden un modo ser Iglesia marcada por el clericalismo. No olvidemos que ese es uno de los pecados que siempre condena el Papa Francisco y que esta Iglesia sinodal, en la que se camina juntos y juntas, en las que se escucha y se dialoga con todos y todas, para poder discernir en común, pretende superar.

Participantes en el Sínodo en el Aula Pablo VI
Participantes en el Sínodo en el Aula Pablo VI Luis Miguel Modino, enviado especial al Vaticano

Un camino indicado desde la debilidad

Una Iglesia en la que el camino y el ritmo ya no es marcado por la autoridad y sí por las voces que desde la debilidad indican por donde continuar dando pasos como Iglesia. Y para eso, el método de la conversación espiritual es decisivo, pues Dios se hace presente en la suave brisa y no en el viento impetuoso. Eso es algo que tradicionalmente han vivido las Iglesias Orientales, donde la sinodalidad, la práctica de caminar juntos, siempre fue mucho más evidente. Su presencia en la Asamblea Sinodal es un instrumento de aprendizaje, pues las diferentes denominaciones cristianas presentes ayudan a mirar desde otra perspectiva, a valorar otros elementos que ayudan a seguir dando pasos.

Tras unos primeros días en que fue reflexionado sobre el tema: “Por una Iglesia sinodal. Una experiencia integral”, profundizando en los signos característicos de una Iglesia sinodal y en el camino para asumir ese modo de ser Iglesia, la conversación en el Espíritu, los miembros del Sínodo entrarán en el segundo módulo del Instrumento de Trabajo que aborda los tres temas prioritarios para la Iglesia sinodal: comunión, misión, participación. De ahí la pregunta que es punto de partida y debe marcar el discernimiento en este segundo momento que se inicia este lunes: “¿Cómo podemos ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad del género humano?”. Una nueva reflexión sobre el amor a Dios y al prójimo, que muestra a los que tienen miedo del Sínodo que es un paso más para entender y mejor vivir el Evangelio.

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