Con motivo del noveno aniversario de la elección del Papa Francisco, Emilce Cuda publica en Telam una reflexión que nos ayuda a entender las claves del momento actual del pontificado de Bergoglio.

La secretaria de la Pontificia Comisión para América Latina (CAL), comienza relatando su conversación con un taxista romano que le hizo ver que "entenderemos su pontificado dentro de diez años; recién ahí habremos visto su gran reforma".

Emilce Cuda destaca como tema fundamental del pontificado en el momento actual el de “la unidad sin estrategia”, algo que ayuda a explicar “de qué pueblo y a qué pueblo habla Bergoglio”. La teóloga argentina, gran conocedora del pensamiento de quien fue arzobispo de Buenos Aires, se refiere al pasaje del joven rico y su pregunta cómo salvarse, a lo que “el Maestro le contestó, sin dar cuenta de ninguna estrategia, que venda todo y se una”.

Se trata de un pasaje donde casi siempre se destaca la avaricia, afirma Cuda, que invita a detenerse en la unidad para entender la reforma de Francisco. Según la teóloga, se trata de un pasaje que “permite entender por qué, en medio de la tormenta que representa un cambio de época a consecuencia de saltos tecnológicos cualitativos que llevan al límite la continuidad de la vida en el planeta, el jesuita construye la barca sinodal de la unidad, capaz de portar la humanidad a la otra orilla, más allá del caos atómico, a salvo de la infinita multiplicación que desencadena un sistema criminal. La reforma está en marcha”.

Cuda recuerda el encuentro del líder religioso de los católicos, que con 85 años, “tomó papel y lápiz y se sentó a escuchar a jóvenes de todas las américas por casi dos horas”, justo el mismo día, 24 de febrero de 2022, “en que los líderes políticos enviaban a sus jóvenes a morir en una guerra que amenaza con ser la estocada final a un sistema de relaciones productivas agotado”. Llamó a esos jóvenes, para unidos “buscar juntos soluciones sociales concretas a problemas reales comunes”. Es ahí donde la teóloga ve que “esa es la barca, esa es la reforma, esa es la sinodalidad”.

Según la secretaria de la CAL, “el amor como unidad, principio constitutivo de la fe y de la política, es llevado una vez más al campo de lo social, ahora por un pontífice. Su propuesta evangélica es una llamada a la unidad como bien común supremo, en tanto principio articulador de las demandas por necesidades y sueños vitales insatisfechos, antes que de demandas por intereses sectarios, tanto políticos como religiosos, que lejos de unir amorosamente, dividen diabólicamente”.

Por ello insiste en que “la unidad social, producto del amor y no del espanto, es recuperada por Francisco para desacralizar la política y desideologizar la religión, previendo una amenaza postsecular y postcatólica capaz de cargarse al mundo en un amén. Sin tener en cuenta ese principio de la fe que es el amor como unidad viva entre las diferencias, no puede entenderse su referencia al pueblo”.

Emilce recalca que “el amor y la unidad no son una estrategia, son el momento de lo político -como forma más alta de caridad-, a partir del cual se constituye, en el proceso comunitario de discernimiento y toma de decisiones, la estrategia que dará sentido retroactivamente a la unidad. Esto no es populismo, esto es cristianismo”.

Eso se entiende leyendo la Homilía de Pentecostés de 2020, donde como hace en otros momentos, “Francisco dice que ‘los Apóstoles no preparaban ninguna estrategia’, tampoco ningún plan para evitar riesgos. Es más, advierte que ellos no ‘hacen un nido’ de selectos para salvarse. Por el contrario, ante la necesidad y la amenaza de muerte, a pesar de sus diferencias: confían, se unen y salen a dar lo que han recibido. Primero el amor y la unidad, luego la estrategia. Una lógica evangélica que el pueblo, sin metafísica, comprende”.