A la espera del Documento de Síntesis y de la Carta al Pueblo de Dios Plasmar de manera profunda, honesta y clara lo vivido en el Sínodo para que nadie se baje del carro

Asamblea Sinodal Sínodo sobre la Sinodalidad
Asamblea Sinodal Sínodo sobre la Sinodalidad

Un incentivo para que los católicos de todo el mundo continúen involucrados en un proceso que no olvidemos está lejos de acabar

Lo que va a ayudar a que muchos no se bajen del carro es conseguir abrir horizontes que propicien el siguiente paso

Un Documento de Síntesis que consiga involucrar a todos y todas en la preparación de la segunda sesión de la Asamblea Sinodal

Plasmar de manera profunda, honesta y clara el proceso vivido por el Sínodo de la Sinodalidad es el desafío que debe ser enfrentado en los próximos días. Para eso la Secretaría del Sínodo ha previsto la elaboración de lo que se ha llamado Documento de Síntesis, insistiendo en que “será breve y estará al servicio de un proceso que va a seguir adelante, será un texto transitorio que va a contener los puntos de consenso y aquellos donde no hubo acuerdo”, así como las preguntas abiertas a ser respondidas.

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Un instrumento para seguir caminando

Las palabras de Paolo Ruffini, prefecto del Dicasterio para la Comunicación de la Santa Sede y presidente de la Comisión para la Información del Sínodo en una de las últimas ruedas de prensa, uno de los pocos canales a través del cual se conoce alguna información de lo que pasa en la Sala Sinodal, destacan que “la Síntesis no es un Documento Final y tampoco el Instrumentum de la próxima asamblea” y tendrá una redacción sencilla.

La pregunta es cómo eso se va a plasmar y también el impacto que puede tener en la vida de la Iglesia universal en los próximos meses, así como hasta qué punto será un incentivo para que los católicos de todo el mundo continúen involucrados en un proceso que no olvidemos está lejos de acabar, pues al menos se prolongará hasta octubre de 2024, momento en que tendrá lugar la segunda sesión de la Asamblea Sinodal, iniciada el pasado 4 de octubre.

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Sin nuevos aportes la sinodalidad pierde su riqueza

Ese es un punto decisivo, pues si no se consiguen nuevos aportes de las iglesias locales en los próximos meses, el Sínodo quedará reducido a una reflexión de un pequeño grupo. A final de cuentas, 365 miembros, sin restar la importancia de quienes están participando como tales en la Asamblea Sinodal, es un número muy distante de todos los católicos, y sinodalidad significa caminar juntos, todos y todas. En la medida en que se consiga aproximarse más de esa totalidad, la sinodalidad se verá cada vez más enriquecida.

No podemos olvidar que una de las grandes riquezas del actual proceso sinodal, algo que ya se pudo experimentar en el Sínodo para la Amazonía, son los múltiples aportes fruto de un proceso de escucha que recogió una diversidad cultural y eclesial que ha ayudado a entender mejor lo que significa la catolicidad. Como señalaba en rueda de prensa Mons. Mons. Tarcisio Isao Kikuchi, arzobispo de Tokio, “sinodalidad no significa uniformidad, sinodalidad significa caminar juntos a partir de nuestras culturas diferentes”.

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Abrir horizontes

Pero para eso es decisivo recoger la riqueza de la diversidad y proponer elementos en los que se vean reflejados aquellos que tendrán entre sus manos ese Documento de Síntesis, sabiendo, como el mismo obispo japones decía, que no se puede esperar que una solución funcione inmediatamente para todos. Lo que va a ayudar a que muchos no se bajen del carro es conseguir abrir horizontes que propicien el siguiente paso, que es de gran importancia, una acogida esperanzada en los próximos meses por parte de quienes en sus Iglesias locales están atentos a lo que sucede en el Aula Pablo VI.

Sin restituir al pueblo de Dios, sujeto fundamental de una Iglesia sinodal, que tiene en la circularidad su modo de actuar, los frutos y avances alcanzados, estando abiertos a todos los aportes que puedan llegar, el proceso se irá desinflando. De ahí la importancia de un Documento de Síntesis que consiga involucrar a todos y todas en la preparación de la segunda sesión de la Asamblea Sinodal, que tiene que ser el culmen de esa reforma eclesial que sólo será tal si es vista como algo que es fruto del discernimiento comunitario de toda la Iglesia.

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