Lanzado el último vídeo sobre los sueños de Querida Amazonía Sueño eclesial: “El modelo pastoral en la Amazonía tiene que ser marcadamente laical”

Iglesia en la Amazonía
Iglesia en la Amazonía

Estamos ante un sueño que “pide nuevos rostros para la Iglesia, que sean coherentes con la diversidad cultural, que sean coherentes con el llamado de nuestros tiempos, el grito de la tierra y el grito de los pobres”

"La Iglesia se está aproximando cada vez más de nuestra gente, aproximándose del modo de ser, de nuestra manera de vivir, de nuestra manera de hablar, de nuestra manera de comer, de nuestras costumbres, de nuestros mitos, de nuestros rituales”

80% de nuestras comunidades no participan de la Eucaristía, a no ser una, dos o tres veces al año”

“Una asignación de más funciones a las mujeres, que son las que están más ahí, para que no falte el acceso a la Eucaristía, porque ella es la que hace la comunidad”

"El modelo pastoral en la Amazonía tiene que ser marcadamente laical"

“Transformarnos en expertos en encuentro, en construir comunidades eclesiales vivas, dinámicas, creíbles, y comprometidas con la transformación de la realidad”, buscando “vivir desde la lógica de la encarnación”

Mauricio López

Después de recorrer los sueños social, ecológico y cultural, la Red Eclesial Panamazónica (REPAM), junto con la Verbo Films, acaba de lanzar el vídeo sobre el cuarto y último sueño de la exhortación postsinodal Querida Amazonía, el sueño eclesial.

En un relato conducido una vez más por Mauricio López, hasta hace unos meses secretario ejecutivo de la REPAM, diferentes voces van haciendo una lectura a partir de la realidad sobre aquel que quizás puede ser considerado el sueño “más desafiante, el más complejo, en el que hay grandes esperanzas, pero también muchos caminos por andar”, en palabras de Mauricio.

Estamos ante un sueño que “pide nuevos rostros para la Iglesia, que sean coherentes con la diversidad cultural, que sean coherentes con el llamado de nuestros tiempos, el grito de la tierra y el grito de los pobres”. La Iglesia de la Amazonía esta ante el desafío “de anunciar la vida, de anunciar el Reino, de traer el Evangelio de Jesús en el corazón, pero una dinámica que acoja, que respete, que promueva, que acompañe, fiel al Magisterio de nuestra Iglesia”.

En ese sentido, el vídeo insiste en que “no podemos abandonar la misión de la Iglesia de ser fiel a sí misma, no somos solamente una acción social que podría asociarse a una ONG. Somos un rostro concreto que se encarna en la realidad, que quiere promover y acompañar esas diversas expresiones multiformes, con todas las voces diversas, pero con un sentido del Reino, de Evangelio, de ser Iglesia, a la luz del proyecto de vida y siempre queriendo caminar en una dimensión integral”.

padre José Miguel Goldaraz

La evangelización se lleva a cabo dentro de las culturas, lo que lleva al diácono Francisco Lima a advertir que los evangelizadores no pueden “hacer el anuncio del Evangelio a partir de su cultura”, que se debe “buscar el diálogo con la interculturalidad entre los evangelizadores y las nacionalidades, con el respeto y el cuidado de la casa común”, según la indígena kichwa Gloria Grefa. Es un camino de encarnación, buscando “aceptar el reto con valentía y encarnar o inculturar la liturgia y todos los demás elementos”, algo en lo que insiste el padre José Miguel Goldaraz, misionero durante décadas en la Amazonía ecuatoriana. Los pueblos amazónicos reconocen, como dice Gorete Oliveira, del Equipo Itinerante, “que la Iglesia se está aproximando cada vez más de nuestra gente, aproximándose del modo de ser, de nuestra manera de vivir, de nuestra manera de hablar, de nuestra manera de comer, de nuestras costumbres, de nuestros mitos, de nuestros rituales”.

El gran desafío es que “las espiritualidades propias de las comunidades amazónicas, su visión de buen vivir, hagan parte también de este camino inculturado”, afirma Mauricio López. Esto se hace realidad en “una perspectiva de evangelización de lo social, desde las perspectivas de las cosmovisiones de cada uno de los pueblos y las comunidades de esta Amazonía”, y que esto suceda por desborde, que se concrete: “son nuevos rostros, es toda una ministerialidad, en coherencia con el evangelio y con nuestra Iglesia, pero que amplía, que expande, a la manera también de Reino, que se expande a todas las culturas y por ello la inculturación y la interculturalidad como claves del proceso”, según el exsecretario de la REPAM.

En el campo de los sacramentos, quienes viven en la Amazonía dicen que “no debemos de negar a nadie”, y que no pueden ser utilizados para “hacer negocio”, para ganar dinero, y sí “para poder difundirlo a las demás personas, a los demás hermanos, para poder atraerlos”, ideas explicitadas por Eleuterio Temo, desde la Amazonía boliviana. Esta misma visión la tiene María Petronila Neto, desde la Amazonía brasileña, para quien además de la inculturación de los sacramentos, ve necesario que “sean ofrecidos de forma accesible para todos”.

Dom Erwin

Centrándose en la Eucaristía, Mons. Erwin Kräutler, reflexiona sobre el hecho de que, en la Amazonía, “80% de nuestras comunidades no participan de la Eucaristía, a no ser una, dos o tres veces al año”, por lo que cuestiona “cómo podemos vivir la Eucaristía en esas comunidades”. Se trata de “fortalecer el tejido eclesial”, afirma Tania Ávila, para quien “sin justicia no hay Eucaristía”, que reclama que “los planes de formación de los presbíteros incluyan tiempos de convivencia en el territorio, sentirse parte del pueblo, de ese pueblo que está cuidando la vida. Aprender de las personas. Saberse tierra. Sentirse corresponsable de la casa común”.

En la inculturación de la liturgia y de la ministerialidad, Mauricio López coloca el rito amazónico, a ejemplo de otros ritos locales, como es el congolés, que ayude a la Amazonía a marcar “sus rostros particulares, para crear una verdadera expresión litúrgica propia”, algo que también tiene que ver con la ministerialidad, que debe ser desarrollada, explorando nuevos ministerios y reconociendo lo que está “haciendo la diferencia en lo cotidiano”. Mauricio llega a decir que además del diaconado permanente, es posible, eventualmente, la posibilidad de sacerdotes casados, así como “una asignación de más funciones a las mujeres, que son las que están más ahí, para que no falte el acceso a la Eucaristía, porque ella es la que hace la comunidad”.

“La mujer es el alma de la familia”, afirma Mons. Joselito Carreño, para quien “una Iglesia, familia de Dios en la Amazonía, sin la presencia activa y participativa de la mujer no podríamos llamar Iglesia cristiana católica”. En la Amazonía, del mismo modo que “son las mujeres las primeras a anunciar a los discípulos que el Señor había resucitado”, afirma el padre Adelson Araujo dos Santos, “son las mujeres las pioneras, las primeras a llegar, a ayudar a la comunidad local a organizarse y fundar ahí una Iglesia particular”, lo que nos desafía al “reconocimiento del mayor espacio a las mujeres, también en las decisiones”. En ese punto, “no es clericalizar a las mujeres, sino reconocer su lugar y su derecho a contribuir en las decisiones”, insiste Doris Vasconcelos, de entender que “en la Amazonía profunda, laicos y laicas, sumergidos en conflictos y contradicciones, son protagonistas de vivencias de otro proyecto de sociedad”, como destaca Bené de Queiroz.

Mons. Joselito Carreño

Se trata de entender y asumir que “el modelo pastoral en la Amazonía tiene que ser marcadamente laical”, según Mauricio López, algo presente en las comunidades eclesiales de base “que nos han dado tanta vida a nivel latinoamericano, y también a nivel de la Amazonía”. Mauricio coloca otros ejemplos, como la REPAM que ha hecho posible “generar procesos de respuesta conjunta ante situaciones donde solos y solas no podemos”; la Conferencia Eclesial de la Amazonía (CEAMA), “una iniciativa inédita, fruto del discernimiento sinodal, que busca articular formalmente las presencias diversas de la Iglesia, para un plan pastoral de conjunto”; los equipos itinerantes, “presencias que van acompañando la vida”; las mujeres, “que son las que sostienen la misión de la Iglesia en la Amazonía”; los ministerios especiales, “para que puedan asumir roles de servicios significativos”.

Un elemento fundamental es el encuentro, que la hermana Liliana Franco define como “el único camino a la humanización”, lo que demanda “transformarnos en expertos en encuentro, en construir comunidades eclesiales vivas, dinámicas, creíbles, y comprometidas con la transformación de la realidad”, buscando “vivir desde la lógica de la encarnación”.

En ese sentido, “hay todo por hacer en medio de esta pandemia, en el corazón de este mundo crucificado”, insiste Mauricio López, que destaca de nuevo que el camino es el desborde, asumir el “sensus fidei”, la fe del pueblo de Dios, sin ideologías particulares. En su opinión, “la Amazonía necesita una respuesta concreta”, invitando a todos a hacer suyos los sueños del Papa Francisco, “para afirmar lo que ya tiene vida y desarrollarlo, para tratar de promover lo que todavía no se desarrolla”. Recordando lo que llama pecados del Sínodo, relata, además del pecado contra la Amazonía, “el pecado de la autoreferencialidad”. Por eso hace ver que es tiempo “de esa nueva ministerialidad, de una nueva obra para la Iglesia, para toda la Amazonía”, que “ya está iluminando a toda la Iglesia universal, ya está generando procesos que son irreversibles”.

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