Hollerich: "Trabajamos para enfocar mejor la Iglesia sinodal como una visión global" Timothy Radcliffe: “Una Iglesia sinodal será aquella en la que nos formemos para un amor sin posesiones”

Aula Sinodal Sínodo de la Sinodalidad
Aula Sinodal Sínodo de la Sinodalidad

“Todos están invitados a formar parte de la Iglesia”

“Dios aparece entre nosotros como alguien que tiene sed, sobre todo de cada uno de nosotros”

Una comunión que es “la belleza de la diversidad en la unidad”, superando la homogeneidad del mundo moderno

“La diversidad de religiones en Asia hace que la participación en diversas formas de diálogo sea imprescindible para construir la paz, la reconciliación y la armonía”

En Asia fue elegida la imagen de "quitarnos los zapatos” para describir el camino sinodal asiático, que definió como “un bello signo de respeto y también una expresión de la profunda conciencia de lo sagrado que tienen los asiáticos”

La primera sesión de la Asamblea Sinodal del Sínodo sobre la Sinodalidad ha entrado en su segundo Módulo. Lo ha hecho con una Misa en rito ortodoxo, en la que “hemos podido saborear la riqueza de uno de los ritos de nuestra única y polifacética Iglesia”, en palabras del cardenal Hollerich, relator general del Sínodo, que destacó que “en el primer Módulo, volvimos a conectar con la experiencia del ‘caminar juntos’ del Pueblo de Dios durante los dos últimos años. Trabajamos para enfocar mejor la Iglesia sinodal como una visión global”.

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Pasar del “yo” al “nosotros”

Recordando que hasta el momento los miembros de la asamblea han adquirido experiencia en el uso de la metodología de la Conversación en el Espíritu, han empezado a tejer relaciones y a crear vínculos, empezando a pasar del "yo" al "nosotros". Recordó que en este Módulo la composición de los Círculos Menores cambia, insistiendo en la cuestión prioritaria: "¿Cómo ser más plenamente signo e instrumento de la unión con Dios y de la unidad de toda la humanidad?".

El cardenal partió de que “la Santísima Trinidad es la base de todas las comuniones”, reflexionando sobre las dificultades para vivir la comunión en sentido práctico, ante lo que insistió en que “todos están invitados a formar parte de la Iglesia”, algo en lo que insistió el Papa Francisco en la JMJ de Lisboa y en la homilía de la misa de apertura. Desde ahí lanzó varias preguntas a los participantes, mostrando la necesidad de partir de experiencias concretas, a nivel personal y como Pueblo de Dios. Para ello explicó el modo de trabajar en los próximos días, y así mostrar que en contextos diferentes la pregunta que se hace en este módulo tiene resonancias diferentes, valorando a importancia de la pluralidad.

Hollerich (en el centro) habla con Francisco
Hollerich (en el centro) habla con Francisco Vatican Media

Un Dios que tiene sed de nosotros

“¿Cómo podemos formarnos todos para una comunión que se desborde en misión?”, fue la pregunta de la que partió el padre Timothy Radcliffe OP en su reflexión sobre el texto que narra el encuentro de Jesús con la samaritana junto al pozo, que pasó de ser una figura solitaria a la primera predicadora del Evangelio. Algo que nace de las palabras de Jesús: "Dame de beber", insistiendo en que “todo el Evangelio de Juan se articula en torno a la sed de Jesús”, y que “Dios aparece entre nosotros como alguien que tiene sed, sobre todo de cada uno de nosotros”.

En palabras del dominico, “nuestros pecados, nuestros fracasos, suelen ser intentos equivocados de encontrar lo que más deseamos. Pero el Señor nos espera pacientemente junto a nuestros pozos, invitándonos a tener más sed”. Es por eso que la formación para "una comunión que irradia", tema de este módulo, “consiste en aprender a tener sed y hambre cada vez más profundas”. Eso porque “lo que nos aísla a todos es quedarnos atrapados en pequeños deseos, pequeñas satisfacciones, como vencer a nuestros adversarios o tener estatus”.

Timothy Radcliffe

Sinodalidad: aprender a ser personas apasionadas

Desde ahí definió el formarse para la sinodalidad como “aprender a ser personas apasionadas, llenas de un profundo deseo”, preguntando, especialmente a los seminaristas: “¿cómo llegar a ser personas apasionadas -apasionadas por el Evangelio, llenas de amor mutuo- sin desastres?”. Es por eso que “una Iglesia sinodal será aquella en la que nos formemos para un amor sin posesiones: un amor que ni huye de la otra persona ni se apodera de ella; un amor que no es ni abusivo ni frío”.

“Debemos formarnos para encuentros profundamente personales entre nosotros, en los que trascendamos las etiquetas fáciles. El amor es personal y el odio es abstracto”, resaltó Radcliffe. El dominico señaló que “muchas personas se sienten excluidas o marginadas en nuestra Iglesia porque les hemos puesto etiquetas abstractas”, finalizando su intervención diciendo que “nuestro papel como sacerdotes consiste a menudo en apoyar a los que ya han empezado a recoger la cosecha antes incluso de que nos despertemos”. 

Comunión: vivir juntos en Cristo

Una reflexión que continuó la profesora Anna Rowlands, que comenzó recordando la pregunta del padre Radcliffe: “¿Podemos tener el valor de enfrentarnos a la realidad tal y como es?”, reflexionado así sobre la comunión desde el pasaje de las bodas del Cordero. La catedrática de Pensamiento y Práctica Social Católica hizo ver que el módulo que está siendo iniciado, “nos lleva al corazón de esta paradoja cristiana básica: esperanza y dificultad, la belleza y la libertad de la llamada de Dios y los desafíos de crecer en santidad”.

Un texto que recupera el lenguaje de la Lumen Gentium y que nos lleva a descubrir que “la vida de comunión se nos ofrece como el modo de gracia de vivir juntos en Cristo, aprendiendo a ‘soportar’ la realidad, con delicadeza, generosidad, amor y valentía, por la paz y la salvación del mundo entero”, a entender que la comunión es “el fundamento de la realidad y la fuente del ser de la Iglesia”, y que “participar en la vida de comunión es el honor y la dignidad de nuestras vidas”, llamando a pensar “en la comunión como primera y última palabra de un proceso sinodal”.

Anna Rowlands

Comunión: la belleza de la diversidad en la unidad

Una comunión que es “la belleza de la diversidad en la unidad”, superando la homogeneidad del mundo moderno. Una comunión que citando a San Buenaventura nos lleva a reflexionar sobre “cómo la pluralidad de la creación permite que brillen todos los diferentes colores de la luz divina”. Frente a la competitividad del mundo, “Dios nos atrae a una comunión de humildad y servicio”, resaltó la profesora del Departamento de Teología y Religión y Centro de Estudios Católicos, de la Universidad de Durham (Reino Unido). Por eso, esta sección B1 “nos invita a crecer en comunión reflexionando con humildad con quienes son vulnerables, sufren o son débiles y sobre las vulnerabilidades y debilidades de la Iglesia”, resaltó.

Una sección que lleva a preguntarse con valentía “cómo podemos estar más cerca de los más pobres, más capaces de acompañar a todos los bautizados en las diversas situaciones humanas, despojados de falsos poderes, más cercanos a nuestros hermanos cristianos y más comprometidos con nuestras culturas particulares”. Eso porque “la Iglesia nació inseparable del drama humano”, una comunión que “existe en realidades concretas y tangibles”, y que encuentra en la Eucaristía “las diferentes dimensiones de la comunión”.

Una comunión que se traduce en el acompañamiento a las víctimas abusos por parte del clero, a los migrantes y refugiados, que van a la Iglesia “porque aquí me reciben en la puerta por mi nombre, y el personal se sienta y come con nosotros en la misma mesa”. Una comunión que “es una participación que nos vincula a los demás a través del tiempo y del espacio”. Una comunión con lenguaje pascual, esperanzador, una “realidad de una comunión que irradia, misteriosa y a la vez totalmente práctica”.

Sônia Gomes de Oliveira

Cuatro testimonios de sinodalidad

Una reflexión que se completó con cuatro testimonios, dos mujeres y dos hombres. El primero el de la presidenta del Consejo Nacional del Laicado de Brasil, que testificó cómo se vivió el proceso sinodal en Brasil y el envolvimiento de los laicos y laicas. El segundo el de Su Eminencia Metropolitana de Pisidia Job (Getcha), de la Iglesia Ortodoxa, destacando que la sinodalidad es una práctica en sus Iglesias como espacio deliberativo, que garantiza el primado, un modo de administrar la Iglesia.

El tercer testimonio fue el del padre Clarence Davedassan, de Malasia, relatando la realidad de la sinodalidad desde Asia, con sus diversas culturas, religiones, lenguas y etnias, afirmando que “la importancia asiática de ser relacional (con Dios, con uno mismo, con otros seres humanos y con el cosmos), característica de una iglesia sinodal, trae consigo la unidad de la familia humana y la unidad de los pueblos de Asia”. Algo que se expresa en la vida cotidiana, pues “la diversidad de religiones en Asia hace que la participación en diversas formas de diálogo sea imprescindible para construir la paz, la reconciliación y la armonía”.

Finalmente, el testimonio de Siu Wai Vanessa Cheng, También desde Asia, que partió de la idea de que cuando "la sinodalidad desencadene un proceso en una localidad, adoptará diferentes formas con rasgos comunes, pero también con características diferentes". Por eso recordó que en Asia fue elegida la imagen de "quitarnos los zapatos” para describir el camino sinodal asiático, que definió como “un bello signo de respeto y también una expresión de la profunda conciencia de lo sagrado que tienen los asiáticos”.

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