Avanza el II Encuentro Sinodal de rectores universitarios en Río Encuentro de la RUC: “La crisis no se resuelve, se habita y el aprendizaje construye nuevas propuestas”

“Una gran preocupación que tenemos desde las universidades es la necesidad de insertarnos en lo más hondo de la vida de nuestros pueblos y la situación del mundo”
"Las universidades deben experimentar la relación con los movimientos. Esto significa esforzarse por salir del estricto mundo de la elaboración teórica y científica, se trata de potenciar nuevas formas de conocimiento"
"Pensamos en universidades abiertas, universidades en salida, que se dejan preñar por los campos, que van a buscar el conocimiento y lo construyen”
"Pensamos en universidades abiertas, universidades en salida, que se dejan preñar por los campos, que van a buscar el conocimiento y lo construyen”
Construir puentes de integración, reconciliación y fraternidad, es uno de los objetivos del II Encuentro Sinodal de Rectores de Universidades para el Cuidado de la Casa Común. Llegar a estos acuerdos implica hacer un camino que desde la jornada inaugural ha motivado el diálogo y la escucha.
Una de esas conversaciones fue la que se desarrolló entre Rita Gajate, Rectora de la Universidad Católica de La Plata en Argentina y el cardenal Carlos Castillo arzobispo de Lima. Ambos compartieron esas mociones inspiradas por la escucha vivida en los grupos de trabajo, que conducen al intercambio de saberes que en los dos, se hace concreto por su experiencia territorial de la universidad.
Camino que se transita en medio de la realidad que Rita Gajate define como un proceso transitorio que lleva “del caos al orden, de la urgencia al trabajo, de la crisis a la esperanza", porque en su opinión “la crisis no se resuelve, se habita y ese aprendizaje es el que permite construir nuevas propuestas”.

Movimientos invisibles
Para Castillo hay una ventaja y es el interés común que une a los presentes en el II Encuentro Sinodal y que necesariamente los impulsa a la acción. “Una gran preocupación que tenemos desde las universidades es la necesidad de insertarnos en lo más hondo de la vida de nuestros pueblos y la situación del mundo”, afirma.
Por eso, partiendo de la expresión del Papa León XIV que nos ubica en un tiempo de amor, Castillo sostiene que nos encontramos ante el desafío de involucrar a las universidades en los procesos de las sociedades. Desde luego, con la impronta que trasmitió el Papa Francisco al mundo: avivar la capacidad de integrarse a los denominados “movimientos invisibles”. Se trata de buscar los medios y aceptar su existencia. Este es el reto que deben asumir las universidades.
De ahí que Castillo recuerde el emblemático encuentro entre el Papa Francisco y los movimientos sociales. Un momento que considera privilegiado porque hizo visible una serie de procesos en los que nadie creía, porque de acuerdo con su experiencia pastoral, estos movimientos “son germinales, están escondidos”.
Para el purpurado es necesario que las universidades experimenten el contacto y la relación con estos movimientos. Esto significa “esforzarse por salir del estricto mundo de la elaboración teórica y científica, no es salir en el sentido de renunciar, sino de potenciar nuevas formas de conocimiento”, explica.
Si bien Castillo, reconoce la importancia de los avances tecnológicos, prevalece en él una idea: “para estudiar se necesita experimentación y es necesario generar condiciones para ampliar las posibilidades de conocer a través de la experiencia. Es decir, trabajar por la inserción de las universidades en la realidad”.
Retos que implican cambios en los métodos de investigación y otorgan valor a lo que se vive, porque es ahí, donde están presentes los gérmenes de la esperanza. “Eso es muy importante, porque nuestra capacidad de soñar contiene dentro de sí, toda la experiencia de la optimidad, la marginación y las periferias. Estamos llamados a colocarnos en la situación de los procesos más insignificantes y valorarlos para que crezcan y florezcan”, explica.

Universidades en salida
Rita Gajate coincide con el cardenal. “Es de valorar, la pasión común que existe entre los presentes por la universidad y la conciencia de su contribución para lograr un mundo mejor”. Proceso en el que es absolutamente necesario contar con la presencia de los jóvenes que alimentan la esperanza y el idealismo de sus maestros.
En esta línea, la investigadora abogó por una valoración de los conceptos juveniles. “Especialmente si pensamos en universidades abiertas, universidades en salida, que se dejan preñar por los campos, que van a buscar el conocimiento y lo construyen”.
Así, confía en que se superen conceptos que asocian al joven con la frivolidad. “Empecemos por valorar a nuestros jóvenes, tenemos que crecer en el amor hacia ellos, en la comprensión de su actitud, porque hoy la universidad cobija muchas realidades”, sostiene.
Entre ellas están las virtuosas y las dolorosas. “En una misma aula puedes tener chicos con dificultades psicológicas, familiares y económicas, los que tienen una vida más liviana y los que sufren; en medio de esas condiciones deben desarrollarse y los maestros aprender”.

Vincular el currículo, discernir y actuar
En ese ámbito su invitación es a descubrir nuevas oportunidades de aprendizaje en cada uno. “Aquel que viene del dolor te aporta su resiliencia, te aporta su espíritu crítico, te aporta su fuerza. Los otros a lo mejor pueden aportar medios, ideas; pero si no hacemos comunión entre unos y otros, seguimos repitiendo las dificultades de las viejas generaciones. Por eso, me parece que hoy la esperanza radica en avivar esta llama de amor y pasión por la universidad”.
Ante desafíos como la participación en la COP30 Gajate y Castillo señalan que el mundo académico puede y debe hacer un aporte sustantivo que alcance fuerza, porque “las personas que dirigen el mundo salen de nuestras universidades. Nuestros políticos y científicos estuvieron en nuestras aulas o fueron nuestros compañeros de estudio y nosotros mismos, tenemos una responsabilidad”, argumentan frente al tema.
Así, los panelistas recuerdan que “la universidad tiene un camino enorme para curricularizar, discernir y actuar. En vez de ver, juzgar y actuar tal vez la tarea pasa por pensar e imaginar lo imposible, porque realmente es posible”.