Nuevo Año... Abrir horizontes de esperanza

Abrir horizontes de esperanza
Abrir horizontes de esperanza

Si cada vez que durante estos días hemos dicho:”feliz año nuevo” a alguien que conocemos y que apreciamos, nos empeñásemos de verdad en lograrle por lo menos un día más “feliz”, seguro que los pequeños mundos familiares o de empresa mejorarían en sus relaciones.

Los tiempos de Navidad, año tras año llegan y nos abren a todos horizontes de esperanza, todo en el ambiente, creyente o no, nos llama a ser más buenos. Unos a otros nos deseamos lo mejor, expresamos nuestro común deseo de un mundo de paz, de dicha, de luz, de gozo y alegría, que debe durar por lo menos durante todo el año nuevo que después de la Navidad iniciamos casi enseguida.

Nos abrimos unos a otros horizontes de esperanza, pero la verdad es que no sabemos hacer realidad cuanto expresamos estos días. La vida concreta de cada uno podría cambiar podría cambiar, si intentásemos superar el papel donde escribimos nuestros deseos de fiesta y año nuevo y pasásemos a la realidad.

Pero somos demasiados fáciles de contentar y creemos que expresando nuestro deseo ya es suficiente para que la vida de quienes reciben nuestros votos se modifique y el año nuevo les traiga una nueva realidad mejor que cuanto se ha vivido esta ahora. Pero la situación personal de cada uno, si se ha de cambiar está ahí esperando nuestro trabajo más arduo, nuestro compromiso verdadero, nuestro empeño para no debilitar o dejar perder este deseo de paz y bien estar.

Si cada vez que durante estos días hemos dicho:”feliz año nuevo” a alguien que conocemos y que apreciamos, nos empeñásemos de verdad en lograrle por lo menos un día más “feliz”, seguro que los pequeños mundos familiares o de empresa mejorarían en sus relaciones y como en una cadena el mundo entero quizás lograría de verdad vivir mejor en la paz y ser un poco más feliz, vivir un poco menos angustiado, estar mejor preparado para agradecer cuanto recibimos de Dios.

De este modo el horizonte de esperanza se iría ampliando y el Misterio de Navidad se haría real para todos. ¡Feliz Epifanía!

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