Advertencia a los gobernantes corruptos

Dios
“¿Hasta cuándo daréis sentencia injusta poniéndoos de parte del culpable?” (v 2). En un breve comentario al salmo 81, el P. Hilari Raguer, dice que “no hay autoridad que no venga de Dios” (Ro 13,1).“No tendrías ninguna autoridad sobre mí, si Dios no te la hubiera dado”, contestó Jesús a Pilato que le hablaba con arrogancia (Jo 19,11). El origen divino de toda autoridad, no significa –como durante siglos se había entendido y predicado- que Dios canoniza todos los abusos que pueden cometer los gobiernos, sino al contrario que la autoridad de éstos no es absoluta y que tendrán que dar cuentas al Señor de los señores.

Dios no puede amar una justicia injusta por ello recomienda: “Proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y necesitado, defended al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable” (v 3-4). “Yo declaro: Aunque seáis dioses e hijos del altísimo todos, moriréis como cualquier hombre, caeréis príncipes, como uno de tantos” (6-7). La justicia se alza contra la arrogancia en el momento de la muerte como juez. Ahí no valen títulos de nobleza. Lo que cuenta es la bondad y misericordia que se ha tenido durante el gobierno.

“Levántate, oh Dios, y juzga la tierra, porque tú eres el dueño de todos los pueblos” (v 8).La realidad es que el único dueño de los pueblos es Dios. A él se tienen o se tendrían que someter todos los gobernantes. Sin olvidar que todos de un modo u otro tenemos autoridad sobre nuestros semejantes. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
Volver arriba