Advertencia a los gobernantes corruptos

Dios no puede amar una justicia injusta por ello recomienda: “Proteged al desvalido y al huérfano, haced justicia al humilde y necesitado, defended al pobre y al indigente, sacándolos de las manos del culpable” (v 3-4). “Yo declaro: Aunque seáis dioses e hijos del altísimo todos, moriréis como cualquier hombre, caeréis príncipes, como uno de tantos” (6-7). La justicia se alza contra la arrogancia en el momento de la muerte como juez. Ahí no valen títulos de nobleza. Lo que cuenta es la bondad y misericordia que se ha tenido durante el gobierno.
“Levántate, oh Dios, y juzga la tierra, porque tú eres el dueño de todos los pueblos” (v 8).La realidad es que el único dueño de los pueblos es Dios. A él se tienen o se tendrían que someter todos los gobernantes. Sin olvidar que todos de un modo u otro tenemos autoridad sobre nuestros semejantes. Texto: Hna. María Nuria Gaza.