Alzar la cabeza

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“Levantaos y alzad la cabeza…” Estas palabras me llevan a pensar especialmente en una persona cercana, que está pasando por una etapa difícil, pero aún en el dolor del momento, de las lágrimas derramadas, de tantas preguntas sin respuestas, la realidad es la que vive hoy y ahí toca levantarse, alzar la cabeza y continuar recorriendo el camino de la vida. Unos años felices, en un lugar donde pensó echar raíces, ahora la llevan a otro donde no pensó volver pero sí es consciente que la vida continúa, que alguien se bajó del tren en el que un día decidieron viajar para siempre.

En los últimos días antes de que se fuera he podido compartir con ella. Hay momentos en que no se necesitan muchas palabras sino alguien cerca que te acompañe, con quien puedas respirar de otra manera. Qué fácil es tomarse un café en un ambiente alegre, distendido y ojalá nos sea también fácil estar disponible y tender la mano cuando sentimos que el otro nos necesita, no necesariamente para llorar pero sí para arropar, estar cerca y compartir esos días en la vida en que el día está nublado.

Sé que lo está pasando mal y también palpo su valentía porque a pesar de todo, alza la cabeza, y afronta con incertidumbre y valentía el nuevo rumbo de su vida en el que le deseo que se vaya recuperando a todo nivel y siga con fuerza el camino que debe recorrer ahora y en el que también un día saldrá el sol. ¡Señor, protégela y sé luz en el hoy de su vida!

Levantaos (Adaptación de Luc 21,27-28)
Levantaos y alzad la cabeza…
Los que estáis desanimados,
porque el desaliento
no ha de tener la última palabra.
Los que tenéis miedo,
porque hay un Dios de brazos abiertos
queriendo acallar vuestras pesadillas.
Los que os sentís solos… no lo estáis, Dios está cerca,
aunque a veces no lo sintáis.
Los que estáis encadenados por memorias hirientes,
por estructuras injustas, por etiquetas que excluyen,
por rechazos que duelen…
levantaos y alzad la cabeza.

Mirad al frente con valentía,
con coraje, y con esperanza,
porque se acerca vuestra liberación.
Una libertad que romperá cepos y cadenas,
que vaciará esas prisiones
donde uno a veces se siente encerrado.
Una libertad que nace del amor.
La libertad de quien está dispuesto
a poner la vida entera en juego.
Aunque el mundo se vea zarandeado por tormentas,
dividido por barreras absurdas,
golpeado por una desigualdad terrible…
no os rindáis, no dejéis de soñar, de creer,
y de mirar al frente para adivinar caminos nuevos.
Yo estoy cerca.
(Rezandovoy)


Texto: Ana Isabel Pérez.
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