Amanecer

Amanecer
Desde la ventana de mi habitación contemplo el amanecer de un día cualquiera en pleno verano. Poco a poco la tiniebla desaparece y la luz se va abriendo paso, hasta permitir que pueda distinguir todo cuanto se dibuja en el paisaje: montañas, árboles, casas, coches, quizás personas. Es como si los rayos de sol, prescindiendo de toda urgencia, fuera construyendo el día nuevo, un día que se levanta como todos, con sus inseguridades y certezas.

Pienso para cuántas personas cada amanecer posee un tinte de liberación a medida que las sombras de la noche quedan lejos. Pienso en los enfermos que han superado quizás unas horas oscuras y quietas que parecían interminables de dolor y en el desasosiego de aquellos que les acompañan. Pienso en quienes carecen de un hogar adecuado donde pasar la noche y sólo la calle es su hogar y han medio dormido en un lecho de cartones, y en los niños quizás abandonados a quien nadie ha consolado su llanto de noche.

Y pienso, en cuantos se levantan felices después de una noche que ha recuperado sus fuerzas y se sienten con ánimos nuevos para iniciar la jornada, seguramente el hoy será, igual que fue ayer, un día sin problemas un día para gozar, para descansar. También en aquellos para quienes el nuevo amanecer es sinónimo de preocupaciones y luchas, aquellos que hoy quizás no tendrán nada para comer, ni ellos ni sus hijos, aquellos que hoy será su último día de un trabajo quizás estable. Y en aquellos que gozarán con alegría de quienes les rodean, los niños pequeños o los jóvenes que despertarán con el deseo de vivir plenamente el día nuevo, llenarlo de juegos e ilusiones.

Y quiero pedir a Dios por cada una de estas personas, de estas circunstancias que esta mañana han venido a mi mente y a mi corazón. Que sea Él, el Dios de la misericordia y del amor, quien les acompañe y les haga sentir a cada uno su consuelo, su fuerza, su gracia. Si cada persona pudiera encontrar el sosiego ganado, la solución buscada, la salud perdida, el cariño deseado. Texto: Hna. Carmen Solé.
Volver arriba