Covid-19... Calles vacías

Calles vacías
Calles vacías

Ahora las calles están vacías, las tiendas cerradas y se expande un clima gris de tristeza y silencio, fruto de la necesidad que cada uno experimenta según su modo: falta compañía, falta poder charlar con alguien, falta poder pasear sin otro fin que caminar un rato, y la lista de todo cuanto echamos en falta es larga y marcadamente personal.

Llevamos ya más de un año desde que la pandemia modificó aquellos aspectos de la vida con los que estábamos acostumbrados y que expresábamos gozosamente: había tanta gente en los encuentros, en las celebraciones ahora mustias o ya marchitas que quizás nunca volverán.

Antes había gente por las calles, unos quizás deambulaban sin saber exactamente hacia dónde iban, o eran turistas que descubrían una ciudad nunca visitada. Pero la mayoría caminaban guiados por un ritmo de trabajo, de compromiso, había en la mayoría de las personas un algo que daba vida, que empujaba a caminar, a seguir adelante aunque pesase el cansancio.                 

Ahora las calles están vacías, las tiendas cerradas y se expande un clima gris de tristeza y silencio, fruto de la necesidad que cada uno experimenta según su modo: falta compañía, falta poder charlar con alguien, falta poder pasear sin otro fin que caminar un rato, y la lista de todo cuanto echamos en falta es larga y marcadamente personal.

Además crece la angustia en tantas familias que ahora ya no pueden asegurar su supervivencia, la cadena de la pobreza es larga, si no hay trabajo, no hay salario y sin él no puede haber ni lo más necesario en cada hogar. ¿Hasta cuándo?

¿Podremos entre todos hallar una solución para que la vida pueda continuar, para que todos podamos comer y los niños puedan correr, saltar y gritar?

Nuestra oración debe recoger este grito de dolor, quizás aún poco audible, pero al que solo Dios puede dar una respuesta salvadora por manos de quienes guiados por Él sean capaces de encontrar soluciones a tantos problemas que no estaban previstos, y en cambio ahora, como hierro al rojo vivo están marcando la vida de todos, aunque nos parezca imposible.

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