Covid-19... ¿Cómo cambiará el mundo?

¿Cambiará el mundo?
¿Cambiará el mundo?

Nos vamos quedando más solos, más centrados en nosotros y en nuestro ámbito familiar, las personas mayores ya asediadas desde hace años por la soledad, deberemos ir aprendiendo a tener por compañeros asiduos el silencio y la escasa posibilidad de salir de un egocentrismo propiciado por los que ahora quedan lejos y antes teníamos como cercanos.

Desde la pasada primavera cuando las formas de vida empezaron a cambiar, surgió para muchos el interrogante acerca de si esta experiencia mundial a la que de forma imprevista nos hemos visto abocados cambiaría nuestros hábitos, nuestras costumbres, nuestro modo de vida.

Quizás podemos empezar a dibujar en la vida de cada uno cómo nos está cambiando esta experiencia y si adivinamos aspectos positivos en este mundo post Covid que se vislumbra.

El miedo a los contagios y las precauciones que se nos piden, pueden llevarnos a querer eliminar los contactos con la gente, incluso con los más cercanos. Las iglesias, los bancos, las tiendas han pasado a tener aforos limitados, ya es difícil encontrarse con algún conocido, y así esas breves palabras de saludo mutuo se van perdiendo.

Nos vamos quedando más solos, más centrados en nosotros y en nuestro ámbito familiar, las personas mayores ya asediadas desde hace años por la soledad, deberemos ir aprendiendo a tener por compañeros asiduos el silencio y la escasa posibilidad de salir de un egocentrismo propiciado por los que ahora quedan lejos y antes teníamos como cercanos. ¿Cómo cambiará el mundo?

Deberemos buscar entre todos formas, medios, para evitar que una sociedad que ya estaba marcada por el egocentrismo, se convierta aun en un ámbito más cerrado, sin que nadie tengamos más preocupación que nosotros mismos y nuestra particular búsqueda de evitar el contagio.

Deberemos buscar modos para despertar en los jóvenes el deseo de acercarse a quienes ven lejanos y les son desconocidos, aunque sean quizás de la misma familia.

Deberemos hallar medios concretos, quizás pequeños pero prácticos, que nos ayuden a vivir en todo su sentido y profundidad cada una de las obras de misericordia que el evangelio nos enseña y cuya meta es siempre la acogida y el compartir con los que están aun peor que nosotros.

Y mientras recorremos este camino que nunca alcanza la realización total de las metas propuestas, deberemos rezar para que en medio de virus, contagios y normas nuevas de convivencia podamos hallar todo su sentido a esta vida que también nos hace sentir el gozo de la presencia de Dios entre nosotros.

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