A lo largo de nuestra vida vamos tejiendo relaciones entre las cuales están nuestras amistades, las familiares, las de trabajo, las de compromiso o las que podrían ser puntuales, y supongo que la lista se podría ampliar.

Somos seres de relación y necesitamos realmente de los otros para comunicarnos y para vivir, en definitiva. Es decir, necesitamos ser queridos y necesitamos querer a los otros. Poco a poco vamos construyendo una red en torno a nosotros que hace que nuestra vida sea aún más bonita y con más sentido, sin lugar a duda. Pero también, a veces, nos encerramos en nosotros mismos y no dejamos entrar a nadie, es más, creamos unas barreras, a veces inquebrantables, y nos vamos haciendo nuestra propia idea de la vida y de la realidad. Construir está bien… pero si este acto lo utilizamos para construir muros y no dejar entrar a los demás, no es bueno. El ser humano está hecho para relacionarse y comunicarse, ya que ello le ayuda a crecer por dentro como persona, y a los demás les ayuda a estrechar y construir lazos, creadores de amistad y de amor.

Lo importante de todo ello es que seamos conscientes de que hemos de caminar mirando hacia adelante y si construimos que sea para el bien: el personal y el comunitario, es decir, el bien común. Nunca seremos más felices que cuando hacemos las cosas pensando en el conjunto. Seamos inclusivos y no nos olvidemos de los otros, el bienestar de la otra persona muchas veces es nuestro propio bienestar.