Covid-19... Días de cambio

Días de cambio
Días de cambio

Ahora, retenidos cada uno en su casa, sin ni tiempo casi para darnos cuenta de lo que esta alarma iba a significarnos a muchos niveles, teniendo que organizar nuestra vida de un modo diferente e inesperado, trabajando desde casa, con los niños sin poder ir al colegio, y para algunos sin más quehacer que esperar que pase el tiempo y la pandemia desaparezca, parece que todo nos invita a una vida nueva, y ojalá que esta etapa nos lleve a todos a un replanteo de valores.

Llevamos ya unos días confinados en nuestras propias casas. Por motivo de salud se nos ha prohibido circular libremente por las calles de cualquier ciudad o pueblo, confiando en que, de este modo, con la colaboración obligada de todos, el virus que nos ataca y lleva a muchos a la muerte, será vencido.

Esta realidad no es en balde y muchas cosas van a cambiar. Hacía ya mucho tiempo, ¿años?, que personas de distintas ideologías y creencias iban avisando que el mundo “así” no podía continuar. Hemos sido egoístas, pretendiendo aprovechar para nuestro propio beneficio un mundo que es de todos y para todos, abusando del mundo creado por Dios.

Estábamos inquietos e inconsecuentes, como en los tiempos de Moisés o de Lot, tal como recoge el evangelio de San Lucas en el capítulo 17, 27-32. Bebíamos, comíamos, comprábamos o vendíamos, movidos por un movimiento egoísta y envolvente de esta sociedad que no consigue ver más allá del propio interés.

Ahora, retenidos cada uno en su casa, sin ni tiempo casi para darnos cuenta de lo que esta alarma iba a significarnos a muchos niveles, teniendo que organizar nuestra vida de un modo diferente e inesperado, trabajando desde casa, con los niños sin poder ir al colegio, y para algunos sin más quehacer que esperar que pase el tiempo y la pandemia desaparezca, parece que todo nos invita a una vida nueva, y ojalá que esta etapa nos lleve a todos a un replanteo de valores.

Estos días han de llevarnos a tener nuevos parámetros para que todo adquiera un sentido distinto, más humano, más reflexivo y sereno, menos egoísta, más dispuesto a escuchar a Dios y a los demás, más constructivo.

Es seguro que el mundo cambiará después de esta etapa, ojalá no seamos de aquellos que pretenden volver al ayer como si la alarma no hubiese existido.

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