Pentecostés... El Espíritu Santo, dador de vida

El Espíritu Santo, dador de vida
El Espíritu Santo, dador de vida

¿Cómo podremos hallar una respuesta adecuada a este hoy nuevo e imprevisto? No es tiempo de quedarnos en la inacción, sino de actuar de acuerdo con lo que hemos sentido, experimentado y vivido a lo largo de esta etapa impensada e inimaginada.

Y llegamos ya al domingo de Pentecostés, el Espíritu Santo nos va a regalar sus dones y carismas, nos va a guiar hacia esta nueva Pascua, hacia esta forma diferente de entender la vida después del tiempo vivido de confinamiento y de ausencias.

Todavía sumergidos en las consecuencias innegables e incontables del grave problema sanitario y social ocasionado por el Covid 19, aunque quizás estemos entrando en lo que parece una fase final.

Sin duda, las incertidumbres no van a terminar tan fácilmente en casi ningún ámbito. Quienes no han podido recuperar aun las posibilidades de hacer frente a su día a día, ven aún muy lejano el día del regreso a la normalidad. Todo ha quedado como en suspenso, pero donde el equilibrio ya era difícil las necesidades se han hecho aún más apremiantes.

¿Cómo podremos hallar una respuesta adecuada a este hoy nuevo e imprevisto? No es tiempo de quedarnos en la inacción, sino de actuar de acuerdo con lo que hemos sentido, experimentado y vivido a lo largo de esta etapa impensada e inimaginada.

¿Qué será de tanta gente que ha visto sus vidas truncadas por este virus que nos ha golpeado, incluso lo que parecía más normal y ha hecho surgir en el corazón de cada uno interrogantes que quizás nunca habían existido o ya habíamos encontrado en lo más hondo de cada uno una respuesta para cada uno de ellos?

La fiesta de Pentecostés nos lleva más que nunca a orar para que el Espíritu Santo nos llene de esta paz que Él nos da, nos conforte con su consejo, nos ilumine con su entendimiento, nos infunda su sabiduría y nos de fortaleza y ciencia para vivir fuertemente arraigados en la piedad y el temor de Dios, avanzando hacia este futuro que vemos más incierto que nunca, pero en el que ciertamente sabemos que nos encontraremos con este Espíritu Santo, que es Señor y dador de vida, de toda vida.

Volver arriba