Espíritu de pobreza y amor al trabajo

Marie Poussepin, fundadora de las Dominicas de la Presentación, en su testamento hace una recomendación, como no tenía riquezas materiales, dejó a sus hermanas sus consejos y entre ellos este: “Las hermanas tendrán en gran estima el espíritu de pobreza y el amor al trabajo”.

Trabajar

Reflexionando estos días en los resultados de nuestras elecciones me decía: Nuestros políticos, ni espíritu de pobreza, ni amor al trabajo. Es más bien amor al dinero sea como sea, y amasar cuanto se pueda a costa del pueblo, ¿y trabajar?, pues con lo amasado a vivir la vida. Y el pueblo dándoles la razón. Es cierto que lo de la corrupción es un mal endémico, ya el profeta Amós decía a sus dirigentes: “Escuchad esto los que exprimís al pobre, despojáis a los miserables diciendo: ¿Cuándo pasará la luna nueva para poder vender el trigo, y el sábado para que vendamos el grano a precios altos y usando medidas con trampa y pesas falsas?” (8,4-5).

Felizmente la justicia de Dios no es como la humana porque el citado profeta dice unos versículos más adelante: “El Señor ha jurado por la gloria de Jacob, nunca olvidaré lo que han hecho” (v 7). Pero esta amenaza del Señor no puede dejarnos tranquilos pensando que en su día los corruptos tendrán que aparecer ante el tribunal del Justo Juez, no, hay que buscar los medios para que estos desalmados no continúen estafando.

El amor al trabajo es una gran virtud no para amasar sino para repartir. En esto San Pablo era tajante: “Nosotros no hemos vivido entre vosotros sin trabajar ni hemos comido el pan de nadie sin pagarlo. Al contrario trabajamos y luchamos de día y de noche para no ser carga de nadie… quien no quiera trabajar que no coma” (2 Te 3, 8-11). Con esta sentencia habría más de uno que le tocaría ayunar.Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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