Evitar que la cizaña aumente en nuestro corazón

El evangelio nos presenta en distintas parábolas el trigo y la cizaña como contrapuestos, y sin embargo llamados a crecer juntos. Jesús no quiere que la cizaña sea arrancada, no sea con este acto se pierda el trigo, nos dice. También en cada persona el trigo de sus buenas acciones, de sus buenos propósitos suele crecer mezclado con la cizaña que está formada por nuestras propias inconsecuencias y pecados.

Necesitamos intentar arrancar de nuestro interior todo aquello que compone la propia cizaña, nuestro trabajo humano y espiritual está precisamente dedicado a reducir por lo menos una parte de cizaña para que crezca mejor el trigo, aunque sabemos que nunca el trigo llegará a quedar completamente liberado.

La separación definitiva entre el trigo y la cizaña no se dará hasta que llegue el fin de cada persona, pero durante el camino de la vida Jesús nos anima a intentar proteger el trigo y evitar que la cizaña aumente en nuestro corazón, que nunca nos veamos ahogados por ella y que el fruto del trigo no sea tan reducido que haya que rebuscarlo casi sin ni verlo.

Ojala que en cada persona sus buenas obras, sus cualidades espirituales brillen con tanta fuerza que la cizaña no encuentre ni espacio para crecer. Texto: Hna. Carmen Solé.
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