Historia de perdón y misericordia de Dios

Misericordia
Toda la historia de la salvación es una historia de perdón y misericordia de Dios. Esto es lo que canta el salmo 144 en su versículo ocho: “El Señor es clemente y misericordioso, lento a la cólera y rico en piedad”. Ya antes de la venida de Jesús, el pueblo hebreo estaba convencido de la bondad de Yahvé en este salmo, como en tantos otros textos del Antiguo Testamento, nos percatamos de ello: “Aunque vuestros pecados sean como rojo vivo, yo los dejaré blancos como nieve; aunque sean como tela teñida de púrpura, yo los dejaré blancos como la lana” (Is 1,18). Y Jesús dice claramente: “Sed perfectos, como vuestro Padre celestial es perfecto” (Ma 5,48.) Dios nos habla por medio de la Palabra y también por los acontecimientos. Ante cualquier momento doloroso o gozoso nos tenemos que preguntar: ¿Qué querrá decirnos el Señor con este acontecimiento?

El salmo se inicia con una alabanza al rey y Señor: “Te ensalzaré Dios mío, mi Rey, bendeciré tu nombre por siempre jamás. Día tras día te bendeciré y alabaré tu nombre por siempre jamás” (v 1 y 2). El salmista no se cansa de repetir que bendice a su Dios por su infinita grandeza, por sus grandes acciones, por su bondad (Cfr. versículos del 3 al 7). El Señor nos gana infinitamente en generosidad, no lo podemos poner en duda; el autor del salmo está convencido de ello: “El Señor es bueno con todos, es cariñoso con todas sus criaturas” (v 9).

Dios Padre no deja jamás de acompañar a sus hijos y especialmente a los más débiles: “El Señor sostiene a los que van a caer, endereza a los que ya se doblan” (v 14). “La misericordia es el carné de identidad de nuestro Dios” (Papa Francisco). En realidad todo el salmo es un canto al amor misericordioso de Dios que escucha los ruegos de los que le suplican. Una buena oración para repetir con frecuencia en este año de la misericordia: “Cerca está el Señor de los que le invocan, de los que le invocan sinceramente” (v 18).Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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