Jesús... Necesito tu presencia

Me pregunto si en el día a día, en nuestra vida sabernos nutrirnos espiritualmente

Cuando vamos a hacer una compra en un supermercado, hay gente que le gusta organizarse y hacer antes la llamada “lista de la compra”. Así saben lo que necesitan, lo que van a gastar, etc....pero también hay quien va y más o menos compra las mismas cosas, sabe lo que necesita sin necesidad de llevarlo apuntado, eso sí, también se puede olvidar más fácilmente comprar algo en concreto. Me pregunto si en el día a día, en nuestra vida sabernos nutrirnos espiritualmente, si nos alimentamos hacia adentro de nosotros mismos, si “necesitamos” la presencia de Jesús. Si buscamos aquellos ingredientes que dan sabor, que llena la propia existencia desde Él. ¿Cuál sería la “lista” que haríamos hoy con Jesús?, ¿está presente en mi persona, en mis proyectos? ¿En qué momentos está presente o le dejo estar?.... Quizás me diga que necesito un descanso, desconectar, tomar aire... un tiempo para mí o para estar con otros, para hacer o vivir tal experiencia.... Seguramente haríamos rápidamente una lista de necesidades o deseos desde mí pero y si nos atrevemos a echar una mirada más allá y hacerla con otros y también contando con Jesús. Sí, para hoy Jesús “necesito tu presencia, un tú inagotable y encarnado que llena toda mi existencia”.

Necesito... Necesito tu presencia, un tú inagotable y encarnado que llena toda mi existencia, y tu ausencia, que purifica mis encuentros de toda fibra posesiva. Necesito el saber de ti que da consistencia a mi persona y mis proyectos, y el no saber que abre mi vida a tu novedad y a toda diferencia. Necesito el día claro en el que brillan los colores y se definen los linderos del camino, y la noche oscura en la que se afinan mis sentimientos y mis sentidos. Necesito la palabra en la que te dices y me digo sin acabar nunca de decirnos, y el silencio en el que descansa mi misterio en tu misterio. Necesito el gozo que participa de tu alegría, última verdad tuya y del mundo, y el dolor, comunión con tu dolor universal, origen de la compasión y la ternura.” (Benjamín González Buelta sj)

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