Perdona nuestras ofensas

Perdón
En la oración del Padre Nuestro (Mt 6,9-13), la única petición a la cual estamos directamente implicados es la del perdón. “Perdona nuestras ofensas así como nosotros perdonamos a los que nos han ofendido” (v 12). Sin nuestro perdón, para Jesús no hay posibilidad de entrar en el Reino, sin practicar el perdón la oración del Padre Nuestro es letra muerta. Hagamos examen de conciencia para ver en qué punto estamos en esto de perdonar. A cada uno de nosotros de hacer el primer paso hacia nuestros hermanos. Es lo que Jesús dice en el capítulo anterior de San Mateo: “Si cuando vas a presentar tu ofrenda ante el altar te acuerdas de que tu hermano tiene algo contra ti, deja allí tu ofrenda y ves primero a reconciliarte con él”. Es posible que más de una vez tengamos que hacer de nuevo la acción de perdonar porque el recuerdo de la ofensa recibida reviene a nuestra mente. Tengo que perdonar setenta veces siete, siempre. El Dios misericordioso hace salir el sol sobre justos y pecadores.

Ciertamente pienso en lo que tiene que costar perdonar a los terroristas que han asesinado a uno de nuestros seres queridos, a Boko Haram que comete tantas atrocidades en Nigeria, o al Estado Islámico que tiene en jaque a los cristianos de Medio Oriente y tantos otros grupos terroristas que no hacen sino sembrar el terror. Sin olvidar a los que oprimen a los humildes, y los que abusan de menores y una larga letanía de gente desalmada.

Para perdonar en muchas ocasiones necesitamos una gracia especial. El ejemplo de Jesús con los brazos extendidos en la cruz perdonando a sus verdugos y de tantos santos que han muerto con el perdón en sus labios frente a los que los ejecutaban nos tiene que servir de estímulo. ¿Cómo podemos pedir misericordia a Dios por nuestras continuas infidelidades si nosotros no la tenemos con los demás? Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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