El evangelio de Marcos 12, 35-44 nos presenta dos tipos de personas bien contrapuestas: Los escribas y una pobre viuda.

Primero pone en alerta a sus oyentes, de los escribas a los que describe como gente que les gusta hacerse ver; se pasean por las plazas con amplio ropaje, les gusta ocupar los primeros puestos en la sinagoga y en los banquetes y devoran los bienes de las viudas con la excusa de hacer largas oraciones (por sus difuntos), engrosando sus caudales.

A continuación, se sienta frente del cepillo del templo y observa a la gente que echa dinero; algunos entregan grandes cantidades. Luego pasa una pobre viuda que echa dos de las moneditas más pequeñas. Jesús llama a sus discípulos y les hace caer en la cuenta de que aquella pobre viuda ha dado más que todos los que echaban mucho dinero porque aquellos entregaban de lo que les sobraba, “pero ésta que pasa necesidad, ha echado todo lo que tenía para vivir” (v 44).

Jesús con este hecho nos hace caer en la cuenta que lo importante es ir al fondo de las acciones de las personas y no sólo quedarnos con lo que vemos. Es del corazón que salen las buenas y las malas acciones; la pobre viuda tenía una intención pura. Quizás pensaba que Dios iba a proveer en sus necesidades. ¿Tenemos nosotros esta confianza ilimitada en el Señor? Texto: Hna. María Nuria Gaza.