Vida... Poder ayudar

Poder ayudar
Poder ayudar

Ese cambio de perspectiva ha de llevarnos a reconocer los incomprensibles caminos de Dios y ha de abrir en nuestro corazón la confianza y a la acción de gracias por cuanto Dios nos ha permitido realizar en favor de otros y por aquello que ahora otros pueden realizar al prestarnos su ayuda.

En el libro de Tobit, en el Antiguo Testamento, tenemos la descripción de un hombre que ha hecho de su vida un constante servicio a los demás.

Se nos describe a un hombre, económicamente bien situado, que trabaja sin cesar en beneficio de los de su mismo pueblo, sin importarle el cansancio ni las burlas.

Aunque no consiga evitar las dificultades, poder ayudar a sus hermanos en todo ámbito o sentido le genera satisfacción y exigencia para dar en todo momento gracias a Dios por los dones que recibe de Él.

Sabemos que satisface más dar que recibir, y esta afirmación que la encontramos en el evangelio y repetida en muchos libros y estudios, manifestada de diversas formas según los aspectos que se consideran primordiales en cada autor, pero es una afirmación que se puede quedar a mitad de camino.

Poder prestar ayuda a otros significa estar en una posición de superioridad. Quien ayuda siempre está en una posición de “más”. Posee una economía más sana, y puede repartir sus bienes, tiene una salud más sólida y puede colaborar en los trabajos ajenos, tiene una formación física más fuerte que le hace apto para evitar el cansancio, o ha logrado una formación académica que le ayuda a comprender mejor la realidad que le envuelve.

En pocas palabras aquel que siempre ayuda suele poseer unos dones que de un modo consciente o no, le dan elementos para sentirse superior a los que tiene a su alrededor y por tanto crece en él la obligación de ayudar y la satisfacción de hacerlo.

Pero como le ocurrió Tobit, las cosas pueden cambiar de forma casi repentina. Aquel que ayudaba a los otros, ahora necesita ser ayudado, si su vida se limitaba solo un acto de ayuda, ahora queda sin sentido y así crece la desconfianza hacia si mismo y hacia quienes vienen a devolverle ahora los favores recibidos.

Ese cambio de perspectiva ha de llevarnos a reconocer los incomprensibles caminos de Dios y ha de abrir en nuestro corazón la confianza y a la acción de gracias por cuanto Dios nos ha permitido realizar en favor de otros y por aquello que ahora otros pueden realizar al prestarnos su ayuda.

El equilibrio entre poder dar y saber recibir es una manifestación del actuar de Dios en cada persona que es capaz de convertir este equilibrio en norma de vida, en camino de santidad.

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