Cuaresma... Reflexión, perdón y amor

Tiempo de penitencia, es decir, de aprender y reaprender

Cuaresma

Esta semana hemos comenzado la cuaresma, tiempo de reflexión y espera de un Jesús que rompe barreras. Tiempo de penitencia, es decir, de aprender y reaprender que es necesario pensar en los otros y no sólo en uno mismo; pero, sobre todo, tiempo de amor.

Se dicen muchas cosas sobre la cuaresma, hay muchos escritos, libros, charlas y momentos de compartir sobre ello, porque lo vital al hablar de este tiempo no sólo es la penitencia y reflexión, que también porque si no, no sería posible el siguiente paso, que es el perdón, y con este perdón es inevitable pronunciar que nuestra vida está marcada por el amor.

Perdonar siempre nos lleva a amar, a veces palabra mal entendida, pero que está cargada de un significado mucho más grande que el conocido habitualmente. Cuando digo amar estoy hablando en el sentido más amplio de la palabra, a veces no significa que comulgues con todo, pero tu sensibilidad hacia los otros, hacia la construcción de paz, hacia tu querer comprender al otro… hace que sea más grande que todo lo demás. Amar no es decir sí a todo, es ver en conjunto lo que es mejor, discernir juntos y juntos construir. Amar es esforzarse en que las cosas salgan bien, pero sobre todo en que las personas se sientan bien. Amar es perdonar, en definitiva, y perdonar es olvidar, no es mantener en la retaguardia tu sentimiento de dolor para traerlo al frente cada vez que conviene. El rencor está muy alejado de ese perdón y amor del que hablo, y al final de todo el peor perjudicado siempre somos nosotros mismos. Salvaguardar estos sentimientos negativos sólo nos provocan malestar, inquietud, rabia… y no nos dejar ser nosotros mismos, no nos dejan iluminar con nuestra vida.

Es un ejercicio importante el que se ha de hacer, no es tarea sencilla salir de un bucle que nos creamos nosotros mismos, pero sí que estamos en un tiempo en el que la reflexión y los propósitos han de servir para algo, los pequeños pasos hacen que nazcan las grandes personas.

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