Sal fuera

En diversos pasajes de la Escritura leemos: “Sal fuera”.

Una de ellas es cuando Elías huye de la malvada reina Jezabel y se esconde en una cueva en el monte Horeb. Yahvé le pregunta: “¿Qué haces aquí Elías? El profeta responde que huye porque le buscan para matarlo. Yahvé le dice: “Sal fuera y ponte ante Yahvé” (I R 19). En el Nuevo Testamento en la resurrección de Lázaro Jesús llamó a su amigo Lázaro con fuerte voz: “Lázaro sal fuera” (Jn 11). También a nosotros Dios nos llama a salir fuera cuando estamos encerrados en nosotros mismos. No queremos que nos interrumpan en nuestros quehaceres, o estamos mal humorados, disgustados o el egoísmo nos encierra para no ver que pasa a nuestro alrededor. Nos decimos a nosotros mismos: que me dejen la paz, ya tengo bastante, estoy harto.

Pero Dios que se apiada de nuestra absurda posición nos llama desde el santuario de nuestra conciencia y nos dice: “Sal fuera, ponte ante mi ¡Mira cuántas cosas te quedan todavía para hacer!”. Prestar este servicio, ayudar a este pobre que está mucho más cansado que tu, decir una palabra amable al que ves malhumorado, hacer una visita al que sabes que está solo, llamar por teléfono a alguien que lo va animar, ver que otros piensen en él o escribir una carta…

Todas estas acciones que nos hacen salir de nosotros mismos que harán felices a los demás nos pagan en creces el pequeño esfuerzo que hemos tenido que hacer para salir de nuestra cerrazón, porque en realidad uno es feliz cuando da. Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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