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Vengo aquí, mi Señor

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Con todo lo que vivimos ¡tenemos tanto para ponerle en sus manos!, y a la vez para dejarnos hacer bajo su mirada. Hagamos la experiencia de mirarle y decirle: “Vengo aquí, mi Señor…”

Vengo aquí, mi Señor

Estas primeras semanas de curso escolar están siendo muy intensas y quizás más que nunca podemos aplicar aquello de que a cada día le basta su afán. Seguimos teniendo la oportunidad de dar lo mejor de nosotros cada día, con alegría, ganas e incluso con esos momentos de incertidumbre, inquietud, pero acogiendo todo ello con paz en el corazón, desde ahí también nos tenemos que cuidar.

El día a día de la semana nos puede atrapar fácilmente y también es ese quehacer cotidiano en el que está nuestro esfuerzo, trabajo, entrega… pero qué bueno que sepamos buscar momentos también para parar, apaciguar el alma desde nuestro Señor, a respirar, tomar aire con Él, para seguir buscándole, llenarse desde su Palabra.

Con todo lo que vivimos ¡tenemos tanto para ponerle en sus manos!, y a la vez para dejarnos hacer bajo su mirada. Hagamos la experiencia de mirarle y decirle: “Vengo aquí, mi Señor…”

“Vengo aquí, mi Señor

a olvidar las prisas de mi vida.

Ahora solo importas Tú.

Dale la paz a mi alma.

Vengo aquí, mi Señor.

a que en mí, lo transformes todo nuevo…

…a adentrarme

en tu paz que me serena…

…a pedir que me enseñes tu proyecto…”

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