Salmo 29... Al atardecer nos visita el llanto
Pero la fe en el amor del Padre nos lleva a la oración por este mañana que llegará teñido de júbilo como dice el salmista: “al atardecer nos visita el llanto, por la mañana el júbilo”.
| / Hna. Carmen Solé
El salmo 29, como tantos otros pasajes de la Biblia, nos recuerda que la bondad del Señor dura por siempre, y se manifiesta normalmente de forma comprensible.
Es cierto que en estos días que estamos viviendo puede parecer difícil reconocer esta bondad del Señor, cuando tantos están enfermos, solos, o muriendo sin nadie que acompañe su último paso.
Este es el atardecer en que nos visita el llanto, ahora que tantas cosas y actividades han quedado en suspenso, esperando que un día, quizás mañana veremos un nuevo resurgir de la vida. Pero nadie nos libra del dolor generado por el presente lleno de sufrimiento y la perspectiva de un futuro incierto, que ha de llegar repleto de cambios si no queremos perder la oportunidad que nos brinda esta experiencia única para la vida, no solo personal o familiar o comunitaria, sino del planeta entero.
Nada ha de ser igual después de esos días en que la pandemia nos ha vencido y ha generado tanto dolor, tanto llanto en todas las partes de la tierra, en todas las clases sociales, sin hacer acepción de personas o familias.
Pero la fe en el amor del Padre nos lleva a la oración por este mañana que llegará teñido de júbilo como dice el salmista: “al atardecer nos visita el llanto, por la mañana el júbilo”.
Y es que después de cualquier experiencia de dolor como lo fueron los días santos, para la Madre de Jesús y para sus discípulos, llegan también los días de júbilo como lo es la mañana luminosa del Domingo de Pascua.
La vida se resitúa siempre entre el dolor y gozo, el llanto y alegría, como en una sucesión imparable que conduce, puliéndola, la vida de cada uno hasta alcanzar la Vida.
No olvidemos nunca que después de cada atardecer repleto de dolor y llanto, llega un amanecer de colmando gozo y alegría.