La vida... ¿Es bonito soñar?

Hay quien sueña sueños de Dios

Hay quien sueña sólo dormido y quien se atreve a soñar despierto. Hay quien sueña viendo cumplirse el bien deseado y quien sólo puede soñar calamidades.

Hay también quien sueña sueños de Dios. El evangelio de San Mateo nos presenta a San José, el hombre bueno, el justo, el santo, como uno de los hombres que sueñan esos sueños de Dios, que espera de aquel que sueña una respuesta, una continuidad al sueño porque es un sueño de Dios.

En su angustia San José sueña y el ángel le acompaña para que vea aún en la penumbra de los sueños, que el Hijo que espera María es obra de Dios (Mt 1, 20-24). Así acoge a la mujer con la que se había desposado. San José fiel a su sueño, fiel a Aquél que nos lleva más allá de lo que nuestros pobres ojos pueden ver, goza ahora al asumir el encargo divino de ser el apoyo de Jesús y María.

Más tarde José, el santo que es fiel a Dios incluso en sus sueños, sueña cómo ha de salvar a esta Familia Santa que tiene encomendada de las manos sanguinarias de Herodes herido en su orgullo, que teme ser vencido por este Niño que es Rey de Israel. San José sueña que debe huir a Egipto si quiere ser fiel al plan de Dios (Mt 2, 13-14).

Y me pregunto: ¿es bonito soñar? Convertir en realidad lo soñado puede ser difícil, y quizás doloroso, pero creo que siempre que nuestros sueños sean obra de Dios se cumplirán. Se convertirán en motivo de gozo, nos harán vivir en plenitud. Habremos soñado y con la fuerza que nos puede dar la claridad del sueño haremos realidad aquellas obras que Dios mismo ha preparado desde antiguo para que las realicemos para su gloria.

Soñar sueños de Dios nos hace felices, soñar sueños de egoísmo nos llena de tristeza y nos aparta del gozo pleno. Soñar sueños de Dios es hermoso cuando al despertar hallamos la fuerza para convertirlos en realidad.

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