La novedad Cada día...

Cada día...
Cada día...

Cada día es una página nueva que no podemos menospreciar y con ello perder la oportunidad que Dios nos brinda para que prestemos ayuda a quienes están cerca, aunque sea una ayuda breve o quizás una sonrisa o una mirada expresiva.

Los días, uno detrás de otro parece que vayan a ser iguales y sin embargo cada uno va dejando su huella en el alma o en el corazón de cada uno.

Cada día trae su novedad, y mirar de reconocer esa novedad es intentar mantener el corazón abierto, dispuesto a ver más allá de aquello que puede aparecer rutinario y gris para contemplar el hermoso colorido de la obra de Dios.

Cada día es un regalo, y verlo así nos enriquece porque esta sucesión constante de mañanas y atardeceres nos puede llenar de gozo y de paz si buscamos en ello el amor de Dios.

Cada día es una página nueva que no podemos menospreciar y con ello perder la oportunidad que Dios nos brinda para que prestemos ayuda a quienes están cerca, aunque sea una ayuda breve o quizás una sonrisa o una mirada expresiva.

Si al fin de la jornada intentamos realizar una breve síntesis de los momentos vividos, tendremos sin duda ánimo nuevo para corregir mañana aquello que salió mal. Y buscaremos con fuerza todas aquellas buenas ocasiones que Dios nos ha brindado para poder reconocerle como Padre.

Y mañana será un día nuevo, un nuevo regalo, una nueva ocasión no solo para dar gracias a Dios de todo cuanto nos da, sino para intentar que otros descubran a ese Dios que con su Amor no va llevando por sus rutas, aunque quizás no logremos comprenderlas y no gustaría que fueran comprensibles para todos.

Mañana, con su novedad, como hoy o como ayer, son los regalos que Dios nos hace a cada uno, y con ellos nos enseña a ser también regalo para lo demás.

Volver arriba