La fe admirable de Abrahán

Abrahán
En las lecturas de la Eucaristía de estos días leemos en el libro del Génesis la historia de Abrahán. Abrahán, este hombre admirable que pone ante nuestros ojos su obediencia ciega a la llamada de Dios.

Salir de su tierra, ponerse en camino sin saber a donde le conduciría el querer de Dios. Dejar su tierra, su clan, en una edad avanzada en la cual las aventuras hacia lo desconocido ya no están generalmente en los planes de la edad madura.

Se pone en camino con los peligros que implicaban una tal marcha. Sale con su esposa, su sobrino y todos sus bienes; una auténtica odisea. Pero él tiene una fe profunda en la llamada interior de Dios; nada ni nadie le harán renunciar a la confianza puesta en la promesa del Señor que hará de él un gran pueblo: “Bendeciré a los que te bendigan y maldeciré a los que te maldigan; por medio de ti bendeciré a todas las familias de la tierra” (Gen 12, 3).
Vemos la religiosidad de este patriarca por los altares que va levantando en su paso. (Gn 12,7 y 8).

Padre Abrahán concédenos una fe como la tuya, que nadie nos haga dudar de la bondad y providencia de Dios. Que por dificultades que surgen en nuestro caminar sepamos esperar contra toda esperanza como hiciste tú. (Cfr. Hb 11, 8-11).

Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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