¿Qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?

Amar


Dicen que poco a poco se llega a la meta, que se consigue lo que se quiere… o no, pero que se recorre un camino que, aunque el resultado no llegue a ser el esperado, ese camino enseña grandes cosas, muestra nuestras posibilidades, cambia en ocasiones nuestra manera de recorrerlo… ¡en fin! poco a poco vamos aprendiendo a caminar y a hacerlo con otros también.

Ir construyendo ese camino es todo un reto que nos invita a vivirlo apasionadamente, si queremos, por supuesto, pero no deja de ser una aventura bonita que seamos nosotros mismos los que cojamos las riendas para intentar ir añadiendo un paso más en la historia de nuestra vida. Construir la vida no es únicamente buscar que “me den”, sino procurar y aprender a dar lo que somos, porque es una manera de crecer, de relacionarse, de vivir y de amar.

Así de simple, vivir para tener oportunidades, para arriesgarnos y para llevar la alegría a los otros, y amar para que todo eso sea posible. No podemos conformarnos con decir que “yo vivo” y “yo amo”, hacer estas dos cosas no es solamente estar en el mundo y estar con otras personas. Amar es dejar de pensar en uno mismo para abrirse y pensar en el otro, amar es darse, es decir, es experimentar que dándote llegas a una alegría interior que te hace ser feliz.
“Maestro, ¿qué tengo que hacer para heredar la vida eterna?... Amarás al Señor tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma y con todas tus fuerzas y con todo tu ser. Y al prójimo como a ti mismo”. El evangelio nos dice que heredar la vida eterna, llegar a la realización personal no pasa sino por hacerlo junto al otro, amando a mi prójimo de una manera sincera. Sólo así podremos alcanzar lo que anhelamos, que es mantener esa alegría que llena todo el ser. Por tanto, heredar la vida eterna consiste en haber aprendido y saber amar, no hay nada más que eso, lo demás, dice Jesús, se os dará por añadidura… Amar, querer, apreciar, escuchar, luchar… es lo que da un sentido real a nuestra vida. Texto: Hna. Conchi García.
Volver arriba