Por la mañana aclamaré tu misericordia

Oración
Como tantas veces en los salmos, y en la vida cotidiana, nos encontramos con serias dificultades que nos hacen gritar como el autor del salmo 58:“Líbrame del enemigo, Dios mío, protégeme de los malhechores, sálvame de los hombres sanguinarios” (v 2,3). En estas circunstancias difícilmente conciliamos el sueño y nuestras súplicas se alzan a Dios para que nos auxilie en estos momentos trágicos. Pero nosotros, pecadores, no podemos repetir como el salmista: “Mira que me están acechando y me acosan los poderosos. Sin que yo haya pecado ni faltado, Señor, sin culpa mía, avanzan para acometerme” (v 4,5). Si nos presentamos ante Dios con estas pretensiones podríamos oír lo que dijo Jesús a los fariseos que acusaban a la mujer adultera: “Quien esté libre de pecado que tire la primera piedra” (Jn 8,7).

Nosotros sólo podemos apelar a la bondad de Dios nuestro Padre: “Pero tú, Señor, te ríes de ellos, haces burla de los arrogantes” (v 9). Y es que no hay nada que Dios deteste tanto como el orgullo, Dios detesta a los soberbios. Esto es lo que cantó la joven virgen de Nazaret cuando le fue anunciado que iba a ser la madre del Mesías (Cfr. Lu 1, 51).

A final del salmo, el autor, exclama al verse liberado del peligro que le acechaba: “Pero yo cantaré tu fuerza, por la mañana aclamaré tu misericordia porque has sido mi alcázar y mi refugio en el peligro”. ¡Qué hermosa acción de gracias!Texto: Hna. María Nuria Gaza.
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