La meta y el camino

Y si esta sensación se repite a lo largo de la vida, en las épocas de juventud se da una mayor distancia entre la meta deseada y el camino generalmente arduo para lograrla. Si un joven desea ser arquitecto o historiador o veterinario por ejemplo, los años de estudio le resultan bastante alejados de cuanto pretende lograr, de aquello a lo que se quiere dedicar, de la vocación que sueña llevar adelante. Sólo quienes son capaces de no perder de vista su meta podrán aceptar las dificultades de su camino y sabrán mantener un buen nivel de ilusión y de esperanza sin caer en el desánimo o el abandono.
Pero en cualquier etapa de la vida, una sucesión de metas más o menos fáciles de conseguir van tejiendo el camino de cada persona, de modo que andamos caminando hacia el futuro sin poseer más realidad que el presente. Vivimos con el deseo de acercarnos a la meta y buscamos con ilusión encontrarla. No perder el ritmo, seguir con paso firme hasta alcanzar aquello que deseamos y que llena la vida de ilusión es un desafío constante para cada persona. Texto: Hna. Carmen Solé.