Impresiona con que facilidad mienten personas públicas que deberían ser modelo para todos. Una cosa es negar pequeñas acciones como hacen los niños y otra lo que hacen personas públicas que no dicen mentirijillas sino que niegan grandes acciones recriminables. Un día dicen blanco y al siguiente negro.
Niegan lo que luego tienen que reconocer cierto.
Esto nos lleva a
no creer en las personas a las cuales por su posición tendríamos que poder confiar. Y resulta que su modo de actuar induce a los más débiles a hacer otro tanto. Es fácil caer en la trampa: “¿Por qué yo no puedo hacer como fulano y mengano? Mira cómo les va bien”.
Con estas posiciones, cada vez nuestra sociedad va a ir de mal en peor y será imposible la convivencia.
Sin virtud, el mundo no puede avanzar. ¿A qué tantos adelantos técnicos sino existe la ética?
El Evangelio nos lo dice claramente:
“Que vuestro sí sea sí y vuestro no sea no”. ¡Qué gran valor es la honradez!
Texto: Hna. María Nuria Gaza.