Amar... Una vela

Una vela
Una vela

El amor no entiende de distancias porque solo es capaz de abrazar, de acoger al otro, de darle la mano para caminar aún más en las dificultades y celebrar tanto como nos une en el caminar. El amor late dentro.

Hace unos meses recibí un regalo con una frase que dice: “Ni besos, ni abrazos pueden faltar”. Se hace curioso que ahora es cuando precisamente nos faltan esos besos y esos abrazos, la cercanía. Sí, ahora faltan pero solo es temporal, solo es en la distancia física, solo es en este hoy tan inesperado, en este confinamiento, en este mundo herido que saldrá fortalecido.

El amor no entiende de distancias porque solo es capaz de abrazar, de acoger al otro, de darle la mano para caminar aún más en las dificultades y celebrar tanto como nos une en el caminar. El amor late dentro.

Junto a dicha frase, hay una vela que enciendo. Una vela para orar, que acompaña más que nunca. Esa luz en la que hay depositadas tantas esperanzas, personas por las que pedir con sus rostros conocidos y también por tantas que están sufriendo.

Hay un antes y un después en la vida de las personas cuando verdaderamente viven una  experiencia de cruz. Es ahí, con el alma herida, con tantas preguntas, con tanto dolor, donde quizás y ojalá que nos lleve a entender un poco más la cruz de Jesús, las lágrimas de María al pie de la cruz, cuando son las lágrimas de los que amamos las que caen. En la oscuridad es momento de encender la llama de la fe, de que Jesús nos fortalezca, nos dé LUZ. Presentémosle a Él también nuestra fragilidad, el Señor siempre nos arropa, nos ama y camina a nuestro lado.

“Amar como él ama,

Ayudar como él ayuda,

Dar como él da,

Servir como él sirve,

Estar con él las veinticuatro horas,

Tocándole en su harapiento disfraz” (Madre Teresa de Calcuta)

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