Cinco metas u objetivos primarios para la unidad del feminismo El Capital es masculino. La igualdad es femenina

Monja de Myanmar
Monja de Myanmar

"Que cada niña de Asia y África sea una nueva Malala: pero no una Malala maltratada sino una Malala aplaudida"

"He dicho expresamente puestos de responsabilidad, no de poder. Otra vez cabe decir aquí que el poder es masculino y la responsabilidad femenina. Por eso no me gusta el americanismo ese de “empoderar” a las mujeres. Preferiría que hablásemos de “desapoderar” a los varones"

"La advertencia de Nancy Fraser (feminista norteamericana) de que el feminismo no podía convertirse en 'una criada del capitalismo'..."

"La Hermana Ann Nu Thawng, que arrodillada ella sola frente a la policía en Myanmar, salvó la vida a más de cien manifestantes"

Pasó el 8 de marzo, con los gritos, las pancartas y las fotos que, al menos, pueden servir para descargar adrenalinas y tranquilizar algunas conciencias. Bienvenido sea. Pero ahora, quizá es momento de pensar que ni la adrenalina descargada ni las conciencias tranquilizadas cambian la dura realidad, y que cabe aquí una parodia del viejo dicho latino: facta manent, verba volant: las palabras se las lleva el viento, lo que queda son los hechos.

Y pasar a los hechos es lo difícil porque ahí surgen en seguida las disensiones. Ya hemos podido ver que, desgraciada pero inevitablemente, no hay un solo feminismo sino varios. Se me ocurría por eso que quizás ayude a la unidad el establecimiento de unas metas u objetivos primarios: los de más importancia, los de más urgencia y que además son tan serios que nadie podrá negarse a ellos. Desde mi limitación particular, propondría las siguientes metas para un feminismo eficaz:

Dia de la mujer
Dia de la mujer

1.- En primer lugar, acabar con la trata de blancas y el tráfico de muchachas. Es uno de los mayores crímenes del machismo (a veces ayudado desgraciadamente por alguna mujer). Y es fuente de tanta esclavitud, de tanta amargura y tanto dolor que siempre me ha sorprendido el que los feminismos no le hayan dedicado más atención. Por otro lado, la liberación de estas criaturas (engañadas a veces con la promesa de un trabajo, y luego prostituidas, golpeadas, privadas de pasaporte y de toda movilidad), supone una alegría y un respiro tan inmenso que vale la paráfrasis de una frase evangélica: en el cielo hay más alegría por una de estas prostituidas liberadas, que por cien honestas mujeres o castas monjas libres de esa tara. Hasta cabría dirigir una palabra a esos clientes canallas, si es que les queda algo de humanidad: porque se sentirán más libres y más hombres si ayudan a provocar esa alegría y a evitar esa esclavitud, que si se aprovechan de ella.

2.- En segundo lugar hay que combatir más y mejor esa atrocidad de la violencia machista. Un varón no puede escribir sobre esto sin comenzar pidiendo alguna forma de perdón, por esta que es una de las grandes vergüenzas de nuestras sociedades “civilizadas”. En España, el balance de los últimos años arrojaba más de una mujer por semana asesinada por el que antes, irresponsablemente, llamábamos su pareja “sentimental” (como si se tratase de una mera variante afectiva: ser acariciada a bofetadas o ser penetrada a puñaladas). Y, para sorpresa nuestra, Finlandia es el primer país de Europa y (en el 2017, según datos de Eurostat) Alemania y Francia estaban por delante de España en esta lacra.

Dia de la mujer
Dia de la mujer

Este año 21 parece haber entre nosotros un cierto ralentí, pero no creo que se deba a ningún progreso. En cualquier caso, el crimen es tan monstruoso que bastaría con que fuera una sola mujer para que reclamara nuestra atención. Y debemos reconocer con valentía que, hasta ahora, no hemos sabido afrontarlo. Que ni las llamadas gratuitas al 016, ni las pulseras o las prohibiciones de acercamiento resultan del todo eficaces. Una vez, en una tertulia de la SER, escuché a la admirable jueza Carmena decir que “hay que estudiar mucho más este problema”. A ver pues si al menos comenzamos por ahí, para dar con las causas profundas de esta vergüenza.

3.- En tercer lugar hay que fomentar como sea la escolarización, la educación y el estudio para todas las niñas de Asia y África. Que cada una de esas niñas sea una nueva Malala: pero no una Malala maltratada sino una Malala aplaudida. En pocos casos vale tanto como en este, ese argumento sobre la infinidad de talentos y posibilidades que la humanidad se pierde, por tantas mujeres que no están donde podrían (y deben) estar.

Dia de la mujer
Dia de la mujer

4.- En cuarto lugar hay que acabar urgentemente con la disparidad de ingresos de mujeres y varones para trabajos iguales. Acabar con la hipocresía de tantos servidores del Capital que presumen de “crear puestos de trabajo para las mujeres”, cuando lo que hacen es ahorrarse un 15 o hasta un 25% de “gastos laborales” (otro eufemismo tan aparentemente neutro como realmente hipócrita). Y no digamos nada si esos puestos de trabajo son los que crean muchas empresas textiles en el llamado tercer mundo y que,  a veces, estallan por el incendio de una de esas “cárceles laborales” en algún Bangladesh lejano. Y que se resuelven simplemente dejando que pase ese tiempo que “lo borra todo”.

5.- En quinto lugar hay que aumentar la velocidad para que crezca el número de mujeres en puestos de responsabilidad: como mínimo que circulemos por aquí en tercera y no todavía en segunda… Y he dicho expresamente puestos de responsabilidad, no de poder. Otra vez cabe decir aquí que el poder es masculino y la responsabilidad femenina. Por eso no me gusta el americanismo ese de “empoderar” a las mujeres. Preferiría que hablásemos de “desapoderar” a los varones. Sin duda, toda responsabilidad requerirá un mínimo de poder: pero habrá que procurar que sea solo el indispensable. Mientras que si enfocamos la cuestión desde el poder y no desde la responsabilidad, el poder siempre tiende a ser irresponsable.

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Dia de la mujer
Dia de la mujer

La mayoría de esos objetivos tan primarios como urgentes tienen por detrás aquello que Marx llamaría “un determinante en última instancia”, que es el económico (y que en todos interviene al menos como un factor importante). Por eso he creído que podríamos titular estas reflexiones (aprovechando otra vez el género de las palabras) como una lucha de LA igualdad contra EL Capital. Ya otra vez comenté la advertencia de Nancy Fraser (feminista norteamericana) de que el feminismo no podía convertirse en “una criada del capitalismo” (y ella ponía algunos ejemplos de que había sucedido así).

Y es que El Capital (o el dios Mamôn, si se prefiere un lenguaje más bíblico) tiene todas las cualidades que la piedad antigua atribuía al demonio: se enmascara, nunca se da a conocer, pero sabe aprovecharse hasta de lo mejor de nosotros en beneficio propio. Por eso terminaré con otro ejemplo, bien expresivo a mi modo de ver, aunque no tan serio como los que citaba Nancy Fraser.

Una de las primeras apariciones de lenguajes feministas tuvo lugar, ya a comienzos del siglo pasado, con una reivindicación que hoy nos hará reír: la mujer y el tabaco. Recordarán algunos lectores (yo aún lo viví en mi infancia), cómo antaño no estaba bien visto el que las mujeres fumaran: como algo menos elegante o menos femenino, o llámese como se quiera con el lenguaje hipócrita de nuestra sociedad bienestante. Pues bien: el dato es que, a comienzos del siglo pasado, hubo en EEUU una campaña por el derecho de las mujeres a disfrutar del tabaco y liberarse de esa absurda prohibición social.

Dia de las mujeres
Dia de las mujeres

Según y cómo “nada que objetar”. Tampoco vamos a discutir si eso tuvo algo que ver en la aparición del tabaco rubio y el negro... Pero, a un siglo de distancia, sabemos que aquella campaña tan aparentemente feminista, quizás aportó a la mujer un 1% de libertad (junto con varios peligros sanitarios o en el embarazo). Pero a las empresas del tabaco les aportó más de un 50% de crecimiento de sus beneficios. Curioso ¿no? Porque hoy nos hacemos más bien la pregunta contraria: lo verdaderamente liberador ¿era que fumasen las mujeres o que los varones dejaran de fumar?…

Cuidado pues.

Y a modo de postdata, ya que estamos hablando de mujeres, permítaseme el recuerdo de una a la que nadie homenajeará: la Hermana Ann Nu Thawng, que arrodillada ella sola frente a la policía en Myanmar, salvó la vida a más de cien manifestantes. Nadie la aplaudirá porque era monja. Pero es otra manera de luchar contra la violencia machista.

Monja en Myanmar

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