¡Elecciones a la vista! ¿Criticar a la "santa madre izquierda"?

Cristianos de izquierdas
Cristianos de izquierdas

Una cosa es que las ideas o posturas de Vox me gusten a mí tan poco como pueden gustarle a Abascal las ideas y posturas de Bildu, y otra cosa es que los votantes de Bildu o de Vox son tan ciudadanos como todos los demás y tienen los mismos derechos que todos los demás y sus partidos puedan hacer las coaliciones que quieran, como todos los demás.

Cada partido debe saber que más de la mitad de los votos que recibe no obedece a méritos propios sino a errores de sus rivales

No me recato de proclamar que, hace cosa de 15 años, lo mejor era Podemos. Y miren qué pequeñito se está quedando que casi parece hoy lo peor

Todos somos iguales a la hora de la verdad. Nos hemos pasado una legislatura oyendo las absurdas críticas de nuestras derechas contra un gobierno que pactaba con Bildu y ERC (“terroristas y que quieren romper a España”). Y ahora que se acercan otras elecciones estamos oyendo la voz de las izquierdas criticando al PP por “rendirse ante la extrema derecha de Vox, que busca hundir a España”...

 Vamos a ver: una cosa es que las ideas o posturas de Vox me gusten a mí tan poco como pueden gustarle a Abascal las ideas y posturas de Bildu. Pero otra cosa es que los votantes de Bildu o de Vox son tan ciudadanos como todos los demás y tienen los mismos derechos que todos los demás y sus partidos puedan hacer las coaliciones que quieran, como todos los demás. Y que la democracia consiste precisamente en eso, aunque eso también tenga su ética.

Pedro Sánchez anunció la convocatoria de elecciones generales
Pedro Sánchez anunció la convocatoria de elecciones generales elDiario.es

La democracia no es un western de buenos y malos sino un intento de convivir dialogando y no a tiros. Lo que nuestras izquierdas deberían hacer no es criticar al PP por pactar con Vox, sino preguntarse cuántos votos habrán dado ellas a Vox inconscientemente. Porque, en nuestra España de hoy, cada partido debe saber que más de la mitad de los votos que recibe no obedece a méritos propios sino a errores de sus rivales. Pero ¡nos gusta tanto presumir de lo bien que lo hemos hecho! Si el próximo 23 de julio gana el PP ¡ya verán a Feijóo poniéndose medallas! Y sin embargo, tengo para mí que Feijóo apenas habrá tenido parte en esa victoria suya: que bien poco ha hecho para merecerla.

El concilio Vaticano II (para sorpresa y molestia de muchos) declaró que buena parte de los ateos hoy existentes, no son fruto de propagandas de Sartre o de Nietzsche y sus allegados, sino obra de los propios cristianos y de la mala y falsa imagen que tantas veces hemos dado de Dios. Es ese un principio muy sano y aplicable también a nuestra política: por regla general son los errores ajenos más que las virtudes propias, lo que más alimenta a todos los partidos. Si la buena mujer que es Irene Montero pudiera sospechar cuántos votos ha dado ella a Vox, no se lo creería. Y eso con la mayor buena fe. Pero así somos los humanos, sobre todo cuando empezamos a creernos que somos algo.

Hay un dicho latino muy antiguo y muy fundamental que tenemos muy olvidado: “corruptio optimi pessima”. Traduzcamos que cuando lo bueno se corrompe, resulta lo peor. Eso creo yo que les pasó a las derechas hace ya unos dos siglos y, desde entonces, no han logrado reponerse. Ahora no me recato de proclamar que, hace cosa de 15 años, lo mejor era Podemos. Y miren qué pequeñito se está quedando que casi parece hoy lo peor. Protagonismos, fatuidades, sentimientos de superioridad, desprecio del distinto, sensación de creerse por encima de todo y de todos y cierta mentalidad a lo Tejero de que "esto lo arreglo yo en seguida", nos han llevado a donde nos han llevado. Y cabe profetizar que algo parecido puede pasarle a Vox en pocos años (aunque en el caso de algunas derechas hay otro factor que juega siempre a su favor; y es el dinero: la defensa de la propia gran fortuna más que la ética política).

Montero, Belarra y Sánchez
Montero, Belarra y Sánchez

Hace ya siglos, Pablo de Tarso daba a sus comunidades un consejo que he citado otras veces y que sigue teniendo autoridad: “llevad a cabo vuestra realización con temor y temblor”. Un consejo que torturó mucho al bueno de Kierkegaard y que quizá por eso hemos preferido olvidar nosotros. Pero a lo mejor, y aunque sea en pequeñas dosis, podría ser un reconstituyente útil para muchos que se sienten con vocación de "salvar a España". Claro que es más cómodo desoír ese consejo tratando de traidor a quien nos lo da.

Saliendo ahora de la política y pasando al campo eclesial que evocaba el título de estas líneas, tengo un amigo que pasó buena parte de su vida criticando a una Iglesia bien necesitada de crítica y de reforma. Fue tachado por altas jerarquías y sistemáticamente de “falto de amor a la Iglesia”; “carente de sentido eclesial”; “amigo de los enemigos de Cristo” y otras lindezas similares. Hace poco, a propósito de no sé qué actuación suya, me enseña una nota de un obispo en que le felicitaba “por su sentido eclesial”. Y me dice con su mejor sonrisa: “¿quién me lo iba a decir? Pero temo que ahora me tacharán de carca”. “¿Quién lo había de decir, que en el fuego de un querer…?” le contesté entonando una conocida romanza de una zarzuela de Serrano.

¿Quién lo había de decir? Pues cualquiera: porque la verdad es que todos somos más o menos así. De modo que, hermanos del PSOE y UP, aunque muchos me abofetearán si me atrevo a sospechar que esta es una de las mejores legislaturas que hemos tenido, por favor: no me golpeéis también vosotros si os pido que no caigáis en ese modo tan antidemocrático de argumentar. Dedicaos más bien a analizar eso que los evangelios llaman “signos de los tiempos”. Que a veces son bien complicados.

Y para todos: no olvidemos que el fin de la actividad política no es “llegar yo al gobierno”, sino lo que dice el título de mi último engendro: “Llegar a ser lo que somos: hermanos”.

Eso por encima de todo.

Podemos
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