con datos anteriores Israel-Palestina: ¿unas claves de lectura?

Se puede hacer un paralelismo entre lo que fueron, por un lado, el PNV y ETA respecto del problema vasco y lo que son, por el otro, la Autoridad Nacional Palestina y Hamas, respecto del drama palestino.

“Vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob” (Mt 8, 11). Pues bien: el Oriente de Israel era precisamente la actual franja de Gaza, tierra de los llamados “filisteos” (pelistim en hebreo)

Ya es sabido que la primera víctima en todas las guerras es la verdad y la información. Porque mienten tanto unos como otros. Prescindiendo de los datos actuales, hay dos puntos que pueden situarnos a la hora de abordar este drama.

1.- De una manera pedagógica creo que se puede hacer un paralelismo entre lo que fueron, por un lado, el PNV y ETA respecto del problema vasco y lo que son, por el otro, la Autoridad Nacional Palestina y Hamas, respecto del drama palestino. Con ello quiero decir que Hamas no representa a los palestinos, como ETA no representaba a los vascos (por muy euskaldunes y hasta independentistas que pudieran ser algunos). Ambos representan solo a una mínima parte de su pueblo.

Este es el único punto de la comparación. Pero ayuda a que comprendamos mejor la reacción de Israel. Pensemos cómo habríamos reaccionado nosotros si, después de uno de aquellos bárbaros atentados de ETA -en Madrid, en la casa cuartel de Zaragoza o en el Hipercor de Barcelona-, el gobierno de Madrid hubiese comenzado a bombardear a Euskadi y hubiese dicho: salgan en 24 horas todos los habitantes del país vasco porque, usando nuestro innegable derecho a defendernos, vamos a invadirlo mañana.

Con ello creo que, además, se pone de relieve que el motivo último de la cruel reacción de Netanyahu ante la atrocidad de Hamas no es la defensa de Israel (eso es lo que antes se llamaba “un título colorado”). Netanyahu reacciona brutalmente en defensa de sí mismo: de su amor propio herido y para protegerse del ridículo internacional que ha cometido, permitiendo que Hamas pudiera preparar su crimen, sin enterarse de nada y creyendo que, por aquel lado, no había amenazas…

Es el que haya podido hacerse, y no el que se haya hecho, lo que deja en ridículo al gobierno israelí. Un artículo en Le Monde, del antiguo embajador israelí en París califica de “humillante” la acción de Hamas: fruto de “una política imbécil”. Y el que sea humillante duele más que el que sea inmoral y bárbara. Ya decía el señor Terradellas que, en política, el ridículo es más dañino que la inmoralidad.

En fin: los humanos ya somos mayorcitos como para saber de qué pasta estamos hechos. Y si no, recordemos al judío Freud tratando de leer motivo ocultos en nuestro subconsciente; recordemos también a aquel profeta Jeremías, tachado en su época de “antisemita” y gloria hoy del judaísmo: “nada hay más complicado ni más enfermo que el corazón humano” (17,9). Cuidado pues: porque pretendiendo que se defiende a Israel, se le puede hacer un gran daño a Israel.

Y hagan también penitencia y propósito de enmienda todos los grandes del mundo, anulando su derecho de veto en el Consejo de Seguridad de Naciones Unidas y procurando que la ONU sea una verdadera autoridad mundial, que pueda intervenir eficazmente en casos como este, en lugar de limitarse a dar consejos ineficaces por muy buen secretario que tenga. ¿O es que eso de la “aldea global” lo somos solo para que circule el dinero pero no para que circulen la paz y la justicia?

2.- Se crea o no en él como enviado de Dios, el judío Jesús de Nazaret, tan grande y tan molesto, tiene un significado histórico innegable: después de Jesús, Israel deja de ser el único pueblo con derechos en aquella zona. Lo que los creyentes judíos llamaban “la Promesa” se cumple en Jesús en el sentido de que se universaliza (no en el sentido de que llegamos a un paraíso). Y entre las palabras más revolucionarias y más molestas de aquel Jesús esta esa de que “vendrán muchos de Oriente y Occidente y se sentarán a la mesa con Abraham, Isaac y Jacob” (Mt 8, 11). Y es curioso que sea precisamente Mateo, el evangelista judío, el que da más énfasis a estas palabras de Jesús que Lucas menciona solo como de paso.

Pues bien: el Oriente de Israel era precisamente la actual franja de Gaza, tierra de los llamados “filisteos” (pelistim en hebreo), masacrados tantas veces por los judíos, según la Biblia, y cuya tierra se llamaba en hebreo Peleset. De ahí viene el nombre latino de Palaestina, conocido ya desde el siglo II.

Alguien ha argüido, en favor de Netanyahu, que Palestina como estado no ha existido nunca. Es cierto, pero los filisteos han existido siempre. Y después del judío Jesús tienen tanto derecho a un estado (y a sentarse a la mesa con Abraham, Isaac Jacob) como lo tiene Israel. Y si prescindimos de Jesús, lo tienen desde la visión de la Modernidad que quiere ser democrática y universalista. Y tanto Netanyahu como Biden han de elegir entre los valores de la modernidad o los criterios de aquel viejo rey Saúl (a quien la Biblia deja bastante mal), esperando que le traigan “doscientos prepucios de filisteos” (1Sam 18, 26-27)…

                                                                                 (18.10.23)

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