por si ayuda a alguien De Job al coronavirus

Tras contestar rápidamente a la encuesta de José Manuel Vidal. me pareció que podría completarse con esta cita de un texto de hace seis años

Va aquí por si ayuda a aguien, al menos para que no reaccionemos ante el coronavirus como los amigos de Job

Quizá puede surgir una reflexión sobre el coronavirus desde una mirada  al libro de Job, uno de los textos más impresionantes de la historia de la humanidad.

El libro es una especie de discusión sobre Dios: Job sostiene que sus dolores son inmerecidos e injustos y, por tanto, o no son un castigo de Dios o es que Dios es injusto. Pero, tras vindicar eso, Job no sabe qué hacer ni cómo explicar su sufrimiento.

Los amigos, en cambio, carentes de toda experiencia mística (de todo “conocimiento de Dios” si queremos mantener una expresión muy querida al lenguaje bíblico) y que, sin saberlo, sólo profesan una religión meramente sociológica que les sirve como manto de seguridad, acusan a Job de blasfemo por pensar como piensa, le remiten a todo el misterio incomprensible de la creación y le obligan a reconocerse culpable.

En esta discusión, el drama tiene un momento de inflexión cuando Job se da cuenta de que no sólo su dolor es injusto sino que todo este mundo está poblado de dolores y sufrimientos injustos porque es un mundo en el que siempre acaba triunfando la maldad [1].

La tradición religiosa judeocristiana ha sido acusada a veces de excesivo pesimismo sobre este mundo. Sin embargo, cuando el ateo Marx, escribe que la historia humana ha sido desde sus orígenes “historia de la lucha de clases”, está diciendo de manera totalmente laica (y quizás algo reductiva) lo mismo que sostiene el judeocristianismo: que la historia humana es siempre el relato de la agresión y el dominio de unos hombres sobre otros (eso quiere decir el mito de Caín y Abel). Y que en una historia de ese tipo no puede haber espacio para Dios, porque ese dominio es lo más contrario a la voluntad de Dios. Toda pretendida fe religiosa que desconozca este dato y no lo haga central en su cosmovisión, podrá ser más agradable pero es también más ciega y menos auténtica.

Volvamos ahora al libro de Job: cuando en el último acto del drama, Dios tome la palabra, casi repetirá algunas argumentaciones de los amigos en lo referente al misterio incomprensible de la creación. No obstante, criticará a éstos muy duramente por haber sostenido que el dolor de Job era un castigo de Dios: el juicio de Dios contra ellos será tan severo que sólo podrán salvarse si el mismo Job a quien maltrataron, intercede por ellos.

Con eso debería haber quedado definitivamente rota la idea pseudoreligiosa de los bienes y males de este mundo como premios y castigos de Dios… “Debería haber quedado”, he dicho expresamente: porque 25 siglos después de aquel libro, infinidad de gentes que se profesan creyentes en Dios siguen pensando como los amigos de Job y ven, en las suertes y desgracias de este mundo, no triunfos de la maldad establecida sobre la justicia que clama (esa suele ser la visión bíblica), sino premios y castigos de Dios. Ese modo de pensar típico de tantas gentes religiosas no sólo es radicalmente anticristiano sino que además acaba siendo generador de mil ateísmos, bastante lógicos en este contexto descrito.

Valga como conclusión que, por escandaloso que sea el tema del mal a la hora de hablar de Dios, ese escándalo no puede explicarse haciendo del mal un castigo de Dios y del bienestar un premio de Dios. ¡Que no olviden esto los más ricos!...

Desde ahí, el tema de Dios está mal planteado y falsificado para siempre.  El creyente en Dios podrá decir que se fía de Él a pesar del mal; pero nunca cree en Dios como explicación de los males de este mundo

[1] Los malvados mueven los linderos, roban rebaños y pastores, se llevan el asno del huérfano y toman en prenda el buey de la viuda; echan del camino a los pobres y los miserables tienen que esconderse. Como asnos salvajes madrugan para hacer presa… Arrancaron del pecho al huérfano y toman en prenda al niño del pobre (24, 2-5.9). Si en vez del huérfano y la viuda ponemos el parado y el inmigrante, y en lugar del buey y rebaño ponemos la casa o el trabajo recobran actualidad esas palabras de Job.

(¿Dios?, Cuaderno 190 de "Cristianismo y Jusricia", pgs. 14-15

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