Recuperar la cuaresma

abstinencias cuaresmales de tabaco, de alcohol, de fútbol, de TV…, según las adicciones de cada cual

ayunar para ayudar. No simplemente para fastidiarse, como si a Dios le agradaran nuestros dolores (doctrina herética que aún enseñan algunos católicos)

Cuaresma significa cuarentena, una palabra de origen médico. La cifra de 40 aparece en relatos bíblicos (marcha del pueblo por el desierto o estancia de Jesús en él) que quieren mostrar cómo, a través de un período de esfuerzo y dificultad, se llega a una situación mucho mejor, llámesela tierra prometida o cercanía del reinado de Dios.

La cuaresma es pues una advertencia o recuerdo de que los humanos necesitamos periodos de confinamiento, o cuarentenas. Pues estamos sometidos a una complicidad con el mal que, aunque no anula nuestra bondad (que es lo más profundo de nosotros), es mucho más primaria y espontánea y suele llevarnos a mil disparates. Propongo llamarla hoy “pandemia original” evitando el discutible nombre de “pecado” original que le dio la tradición católica por culpa de Agustín.

La covid19 nos ha enseñado que (aunque cuesten) necesitamos esos tiempos de cuarentena, por el bien propio y de los demás. Desde esta lección elemental propongo una recuperación seria de dos prácticas cuaresmales tan elementales como sabias: ayuno y abstinencia. Ambas casi perdidas hoy: los musulmanes con su fidelidad al Ramadán nos dan lecciones en este punto.

Veamos cómo podrían recuperarse.

1.- La abstinencia tuvo mucho sentido cuando la gente casi no comía más que carne y la gota era una enfermedad de lo más normal. La pereza pastoral que a veces aqueja a la santa madre Iglesia hizo que esa norma perdurase cuando ya no tenía sentido y muchas gentes se “abstenían” los viernes rezando: “gracias a que la Iglesia es madre podemos comer hoy mariscos y langosta”… ¡Qué distinto sería si en dos o tres días de las semanas de cuaresma practicáramos otras abstinencias que habrá de determinarse cada cuál!: porque si a los niños pequeños se les dice que han de hacer esto o aquello, a los hijos mayores se les debe inculcar solo que han de hacer el bien; y ellos verán cómo.

Caben pues abstinencias cuaresmales de tabaco, de alcohol, de fútbol, de TV…, según las adicciones de cada cual. O en aquellas parejas donde la relación sexual sea efectivamente hacer el amor y no meramente follar, una abstinencia respetuosa de ese contacto, para luego realizarlo con más ganas y más amor. Cada cuál decidirá. Pero que sean de veras “abstinencias”

2.- Respecto al ayuno debemos recuperar un juego de palabras de la iglesia primera que suena aún más claro en castellano: ayunar para ayudar. No simplemente para fastidiarse, como si a Dios le agradaran nuestros dolores (doctrina herética que aún enseñan algunos católicos). Tampoco simplemente para perder peso. Sino porque la gran necesidad y el inmenso dolor de muchos hermanos nuestros no nos permite vivir del todo tranquilos. Uno o dos días a la semana sin casi probar bocado para entregar lo así ahorrado a Caritas o a Amnistía Internacional, o a entidades que ayudan a los sufrientes de este mundo.

He conocido dos casos de anorexia en muchachas (uno bastante serio). Y lo que más me impresionó no fue la equivocada percepción de aquellas chavalas sobre su figura, sino que se sometieran a aquel tormento porque creían que no gustaban bastante a los machos (esa concepción de la mujer, que tanto fomenta nuestra sociedad y que las feministas, en mi opinión, no acaban de combatir bastante). Pues bien, si se quiere, hablemos de una “anorexia espiritual” en cuaresma, que no se hace para estar yo más guapo sino para que otros estén un poco más sanos.

Por supuesto, esas prácticas tan aptas no recobrarán del todo su sentido si no van acompañadas de una seria reflexión o meditación (u oración) sobre su motivo: nuestra empatía y solidaridad con todos los sufrientes de este mundo que son hermanos nuestros; y nuestro encuentro con Dios en ellos.

Y, por descontado: lo dicho no significa que solo en Cuaresma hayamos de ser solidarios, sino que la Cuaresma existe para recordarnos que hemos de serlo siempre.

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