"Una amnistía bien estudiada y bien negociada sería hoy algo muy oportuno y pacificador" Reflexionando sobre la amnistía y el futuro de Cataluña (y de España)

Independencia en Cataluña
Independencia en Cataluña Agencias

A pesar de lo distintos que parecemos ser los españoles, hay un rasgo común que hoy nos une y nos iguala a todos: y es la intolerancia

Una cosa es amar a un país y otra amarse a si mismo en ese país

El problema actual de España no son las plurinacionalidades (como dice Urkullu, que ahí se queda corto). El problema de España son hoy las pluri-individualidades

Ahora no se trata de derechas o izquierdas sino de JUSTICIA Y PAZ = igualdad social y convivencia

"Mucha gente, dentro y fuera de Cataluña y de España, consideró que la sentencia del “procés” había sido injusta por exagerada. Una amnistía podía ser (como fueron los indultos) una cierta reparación de aquella injusticia"

Digamos como punto de partida, en el que espero coincidamos todos, que la actitud correcta de todo político (y de todo ciudadano) debería ser preguntarse qué es lo que necesita este país; no qué es lo que me iría mejor a mí. Desde aquí intentemos reflexionar.

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1.- Parece claro que hay cierta división entre los juristas: todos los juristas consideran que un referéndum sería inconstitucional (y yo que digo esto, creo que la única solución para Cataluña es un referéndum; por eso pienso que el trabajo de los independentistas hoy es luchar por cambiar la Constitución en este punto). Pero, en cambio, muchos juristas creen que una amnistía puede caber en la Constitución. Claro que hay que ver de qué tipo de amnistía se trata. Pero ya no vale esgrimir que la amnistía sería inconstitucional: “in dubio pro reo”, acuñó el derecho romano (en caso de duda hay que estar a favor del reo).

Pere Aragonés, president de la Generalitat
Pere Aragonés, president de la Generalitat Generalitat de Catalunya

2.- Mucha gente, dentro y fuera de Cataluña y de España, consideró que la sentencia del “procés” había sido injusta por exagerada. Una amnistía podía ser (como fueron los indultos) una cierta reparación de aquella injusticia. Además, una amnistía, otorgada a cambio del compromiso de no volver a una declaración ilegal de independencia como la de 2017, sería uno de esos pactos en los que todos ceden algo, pero son buenos para ambos.

3.- Ironizando un poco, el problema actual de España no son las plurinacionalidades (como dice Urkullu, que ahí se queda corto). El problema de España son hoy las pluri-individualidades: cada cual considera que él es la verdad y el bien absolutos y que quienes no piensan y sienten como él, son simplemente malvados (fascistas, terroristas, separatistas… y todos esos adjetivos que oímos en el congreso). Frente a eso hay que proclamar que tanto Vox, como Bildu, como Junts o Esquerra son, hoy por hoy, plenos ciudadanos de este país, con tantos derechos y deberes como pueden tener las gentes del PP o del PSOE.

La Iglesia y la independencia
La Iglesia y la independencia Agencias

4.- Concretando más esa característica podemos proclamar que, a pesar de lo distintos que parecemos ser los españoles, hay un rasgo común que hoy nos une y nos iguala a todos: y es la intolerancia. Ante las diferencias no hay que buscar respeto, acercamientos y diálogos, sino proclamar un “basta ya” que nos libere de soportar lo diabólico (aunque luego, si necesitamos los votos de ese diablo, no temeremos habar del “ejército vasco de liberación”).

5.- En este sentido, y por mal que nos pese, hay que reconocer que el pasado dictador, por muy dictador o criminal que fuera, tenía razón en un punto: hoy por hoy, los españoles no estamos capacitados para la democracia. Y tras casi cincuenta años ejercitándola, no nos hemos preparado mucho para ella. Cuidado pues.

6.- Además de intolerantes, somos astutamente incoherentes. Me explica alguien cercano a la ANC que esta Asamblea va a procurar la mayor intolerancia en las conversaciones para formar gobierno. Porque, en realidad, prefieren (aunque no lo digan) que vuelva a haber elecciones. Y ¿por qué lo prefieren? Pues porque en esas nuevas elecciones casi seguro que ganaría el PP. Y entonces, como el PP maltratará a Cataluña, crecerá el número de independentistas que ahora parece haber menguado bastante. Por el otro lado, el PP acepta que su acto contra la amnistía sea mucho menos numeroso. Y ¿por qué? Pues porque no quieren que se les vea juntos con Vox (subrayo lo de que se les vea; que lo estén o no lo estén es una cuestión mucho menos importante).

¿Amnistía en Catalunya?

7.- Por detrás de todo lo anterior hay un rasgo muy humano y que examinamos muy poco: y es nuestra forma de querer. Ciñéndonos ahora a Cataluña (porque está en el origen de estas reflexiones) temo sinceramente que muchos independentistas no aman a Cataluña sino que se aman a sí mismos en Cataluña. Lo cual es cosa muy distinta. Por eso quieren la independencia ya ahora y como sea. Lo cual sería un goce y un triunfo para ellos, aunque fuera un desastre para el país que dicen amar. Y ni el ejemplo de Gran Bretaña les disuade de ello. El futuro previsible es quedarse fuera de Europa (porque España vetaría siempre su entrada); es el empobrecimiento económico de un país bien rico (que ya no podría arreglarse con la cínica propuesta pasada de Artur Mas: hacer de la Cataluña independiente un paraíso fiscal que atrajera a todas las empresas, como estuvo haciendo desvergonzadamente Luxemburgo durante tiempo). Y es también tener que soportar desórdenes internos porque, en realidad, la mitad de la población no quería esa independencia. Si alguien cree que esos pronósticos no son lo más probable, que intente convencernos de eso con argumentos mejor que con calificativos… Y conste que toda esta discusión no versa sobre la legitimidad de aspiraciones y deseos; que todos pueden ser legítimos y santos. Se trata de si esos deseos y esos fines justifican todos los medios, o no. Se trata de algo que antes llamaban “ética” y que ahora no digo que ya no exista, pero le hemos dado una interpretación muy curiosa: existe solo para las conductas de los demás. No para las mías.

8.- No estaría bien terminar sin decir que todo eso son “peccata minuta” aunque parezca lo más cercano a nosotros. Personalmente creo que la política tiene hoy por delante dos enormes problemas que son los únicos que no importan en serio a los políticos. Y son las migraciones y el drama ecológico. A eso deberían dedicar todos los políticos todos sus esfuerzos. Pero prefieren practicar un cierto asistencialismo tras cada desastre, en vez de preguntarse seriamente qué hay que hacer para evitar (o disminuir) esas calamidades. En este punto, vale la imagen, tantas veces repetida, de que seguimos “bailando tranquilos sobre la cubierta del Titanic”… Cuando nos la peguemos ya será tarde.

Puigdemont
Puigdemont Agencias

9.- Temo que todo lo anterior será leído, desde las derechas, como un izquierdismo intolerable y desde la izquierda como una clara derechización. Quizás para este debate las palabras izquierda o derecha no son las más apropiadas: pues hay gente de derechas que son independentistas y hay varones del PSOE, que son totalmente opuestos a lo que huela a eso de la España plurinacional. Las palabras que me parecen más justas (y con las que intento reflexionar) son estas otras tan bíblicas y tan tradicionales: JUSTICIA Y PAZ. Trabajar por la justicia social en este país tan injusto, y por una convivencia pacífica y dialogante, que evite el que nos vayamos acercando insensiblemente a otra guerra civil. Nosotros ya no la veríamos; pero deberíamos pensar también en nuestros hijos y nietos. Justicia social y convivencia; y ahí ya no cabe que unos estén con una y otros con la otra.

10.- Después de todo esto, y si esa es efectivamente nuestra situación global, vengo a concluir y concluyo que una amnistía bien estudiada y bien negociada sería hoy algo muy oportuno y pacificador. Aunque pueda molestar a algunos, no molestaría al país.

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