"Tendemos más a conservar lo que tenemos que a procurar que tengan algo más aquellos a quienes falta casi todo" Otra lectura de las elecciones: ¿Ha ganado el PP o ha perdido Podemos?

Pedro Sánchez
Pedro Sánchez

"Un principio del que estoy cada vez más convencido: las izquierdas desconocen el pecado original mientras que las derechas tienden a aprovecharse de él"

"Más que Feijóo creo que han sido las leyes de la transexualidad y del “solo sí es sí” las que han jugado un rol importante en los resultados electorales"

"Pregúntese toda la España laica hasta qué punto no está cayendo en tres abominables defectos que ensombrecieron a la cristiandad pasada, por olvidar esas palabras de Jesús: la mentalidad inquisitorial, el fariseísmo y el desprecio al de fuera"

Cuando digo otra no pretendo tener toda la razón, pero sí aportar elementos de reflexión. Dos cosas me dan cierta seguridad: ha ocurrido lo que yo esperaba; aunque no tanto. No siento esa sorpresa que proclaman algunos medios de comunicación. Y la otra cosa es ese otro principio del que estoy cada vez más convencido: las izquierdas desconocen el pecado original mientras que las derechas tienden a aprovecharse de él. He contado otras veces la anécdota de una muchacha venezolana que explicaba: “antes votaba a la izquierda. Chávez me sacó de la pobreza y desde entonces voto a la derecha”. No nos extrañe: todos tendemos más a conservar lo que tenemos que a procurar que tengan algo más aquellos a quienes falta casi todo.

Desde estos parámetros me atrevo a sospechar que una causa muy importante en el resultado del pasado domingo no ha sido la conducta de Feijóo: a mí personalmente me ha decepcionado porque comenzó gritándole a Casado que él quería vencer a Sánchez no con insultos sino con razones; y temo que pronto se olvidó de tan buen propósito y pasó a los adjetivos (o sustantivos) descalificativos, más que a argumentos convincentes: ahí está esa vacuidad del "sanchismo" y otras similares.

Solo sí es sí

Más que Feijóo creo que han sido las leyes de la transexualidad y del “solo sí es sí” las que han jugado un rol importante en los resultados electorales. El PSOE no ha perdido votos por las leyes del salario mínimo, o de las pensiones, o de corrección de la mal llamada reforma laboral (en las cuales, por otro lado, tuvo buena parte UP ante la clásica timidez social del PSOE). La gente sabe que esas leyes del actual gobierno, el PP no las tocará: pues así ha venido actuando ante otras leyes a las que había atacado cuando se propusieron: recordemos incluso la aceptación por Feijóo de la ley del aborto, cuando el TC la convalidó[1]. Lo que ha dado más votos al PP (además de la evaporación de Ciudadanos) han sido las otras leyes citadas al inicio de este párrafo.

En este sentido, me atrevo a pedir a Irene Montero y a Ione Belarra la valentía para reconocer que ellas son las mayores derrotadas y causantes del desastre del gobierno. Hará falta mucho valor para reconocer eso, pero es reconociendo errores como crecemos los humanos. Y es el único camino si es que quieren enderezar las cosas de aquí a las generales. En este sentido explico dos anécdotas vividas recientemente.

Considero que el feminismo es eso que el evangelio llama un “signo de los tiempos” y creo estar de su parte. Otra cosa es de qué feminismo se trata. Me explicaba hace poco una amiga izquierdosa, que ella cree que hay más feministas entre los varones que entre las mujeres. Y me daba esta razón: entre los varones hay muchos que se sienten culpables por el innegable machismo de tiempos pasados y esto los lleva a intentar cambiar: otra cosa (me añadía) es si serán capaces de hacerlo…

Feminismo
Feminismo

Pero entre las mujeres hay muchas, sobre todo madres con hijos adolescentes, a quienes asustan las posturas sexuales de algunas feministas. Y le pude contar que, antaño y por dos veces, había escuchado yo algunas explicaciones como esta (de amigas que ya empiezan a ser abuelas): “cuando eres madre, ves las cosas de otra manera: y yo no quisiera de ningún modo que mi hija tuviera una conducta sexual como la que tuve yo de adolescente”. Literal.

Y lo que de ahí me preocupa es este otro dato que considero cierto: hay muchas más mujeres contrarias al feminismo de lo que muchas feministas creen. Y no solo por aquello que me decía bromeando Amparo (ya fallecida) hace bastantes años: “¡con lo bien que se está de mujer objeto!”. Ni por lo que hace unas semanas me decía otra amiga: “en Ucrania los varones tienen prohibido salir del país, porque son necesarios para la guerra, mientras que las mujeres sí pueden salir. De modo que algunas diferencias ya va bien que se conserven…”. No por estas ironías de charla de café. Sino por otra razón más seria con la quisiera acabar.

Expresándola de una manera gráfica: he sido invitado alguna vez a dar charlas a grupos de mujeres, de una bondad y una calidad humana innegables, con innegable sentido social, pero reacias ante todo el discurso feminista. Se trataba solo de explicarles que lo decisivo del feminismo no es más que el respeto a la dignidad de la mujer (igual o superior a la del varón) y que ese respeto se refleje en las leyes. Solo eso que ya es mucho[2]. Es cierto que esas charlas fueron para América Latina, pero no creo que eso les quite todo significado.

Y quisiera terminar con una reflexión que puede formularse desde una óptica más cristiana o de manera más laica.

Elecciones 28 M

En el primer sentido: en el evangelio quizá no hay palabra más seria (y más olvidada) que aquella de “no he venido a llamar justos sino pecadores”. A penitencia, claro: pero son ellos los llamados. Pregúntese toda la España laica hasta qué punto no está cayendo en tres abominables defectos que ensombrecieron a la cristiandad pasada, por olvidar esas palabras de Jesús: la mentalidad inquisitorial, el fariseísmo y el desprecio al de fuera. No creo que haga falta declararlo más. Examínense, porfa.

Y en otro sentido, carente de imperativos morales o creyentes, recuerden todos, los de uno y otro lado, aquellos versos tan decisivos de Antonio Machado sobre “esa España que embiste y que bosteza / cuando se digna usar de la cabeza”. Me temo que esa España existe todavía. Mire pues cada cuál si él es patriota de esa patria…

[1] Y quiero recordar, como he dicho otras veces, que yo no creo que exista un derecho al aborto aunque, por razones de bien común, soy claramente partidario de su “despenalización” (que no es lo mismo que derecho)

[2] Y añado por mi cuenta que tampoco me identifico con ese eslogan de la “paridad” que tanto le gusta esgrimir a Pedro Sánchez: el pueblo necesita más calidad que paridad. Y si por los ritmos de la historia, o por lo concreto de algunas situaciones globales o individuales, resultase que, en alguna corporación concreta y para una determinada función, de entre los diez a designar, siete u ocho de los de mejor calidad, son de un mismo género, no veo que tenga sentido quitar al pueblo buenos servidores por razones de paridad. Siempre me acuerdo de aquellos tiempos en que por toda Cataluña no se oía más que el grito: “volem bisbes catalans”, y un catalán bien catalán, pero bien “manfutista” gritaba por su cuenta: “volem bisbes bons”. Para luego añadir: “lo que nos extraña un poco es que, en toda Cataluña no haya un solo cura capaz de ser buen obispo… Cuidado pues con los eslóganes que son muy peligrosos.

Urnas electorales

Boletín gratuito de Religión Digital
QUIERO SUSCRIBIRME

Etiquetas

Volver arriba