"Entre mis amigas feministas unas aplauden y otras llaman eso pseudofeminismo" La libertad, los pechos y un film bien hecho: una reflexión del gesto de Amaral a 'Atrapados en la red'

Amaral, durante su concierto en el Sonorama
Amaral, durante su concierto en el Sonorama EFE/Paco Santamaría

La libertad es el mayor de nuestros ideales y el argumento más decisivo para justificar nuestras conductas. Sin embargo, es quizá la palabra más falsificada de todo nuestro lenguaje, después de la palabra Dios

Recomiendo muy de veras una reciente película checa titulada “Atrapados en la red”, que es la que me ha llevado a escribir estas notas

¡Esa liberación de uno mismo, que no es desprecio ni suicidio!

1.- La libertad es el mayor de nuestros ideales y el argumento más decisivo para justificar nuestras conductas. Sin embargo, es quizá la palabra más falsificada de todo nuestro lenguaje, después de la palabra Dios.

Una primera falsificación de la libertad consiste en creer que puedo actuar prescindiendo de las repercusiones que mi conducta pueda tener en los demás: ese nefasto individualismo que tanto daño ha hecho a nuestra Modernidad, porque no es más que una forma camuflada de egoísmo.

Otra falsificación sitúa la libertad en la supresión de todos los lazos exteriores que podrían protegerme de mis esclavitudes interiores: ejemplo clásico son el drogadicto o el alcohólico que llaman libertad a la posibilidad de seguir bebiendo o drogándose.

Desde aquí se comprende el grito doliente de Madame Roland: “libertad ¡cuántos crímenes se cometen en tu nombre!”. Se comprende también la definición que me gusta dar de la libertad: “la coincidencia plena con lo mejor de uno mismo”. Desde el presupuesto de que nuestra espontaneidad no coincide con lo mejor de nosotros mismos (un presupuesto cuyo rechazo por tantas izquierdas es quizá lo que más me separa de ellas). Lo explico con un ejemplo:

En aquella época en que se puso de moda la macrobiótica al tratar de las comidas, un amigo bastante macrobiótico, pero médico, me explicó un día: “cuando tienes tu organismo limpio del todo, puedes comer lo que te pida el cuerpo porque el cuerpo te pedirá bien. El único problema es que nuestros organismos no suelen estar limpios”. Algo parecido vale para nuestra dimensión psicológica o espiritual.

2.- Los días en que escribo esto coinciden con el lío armado por una cantante que terminó un concierto enseñando sus pechos: entre mis amigas feministas unas aplauden y otras llaman eso pseudofeminismo. No soy quién para emitir veredicto pero sí creo poder sugerir algunos datos necesarios para emitirlo: porque nuestro individualismo tiende a juzgar las cosas atendiendo no a todos los datos sino solo a uno o dos (que suelen ser los que me van mejor).

Si lo hizo por solidaridad con alguien, hay por lo menos algo respetable. Si lo hizo porque está satisfecha con su busto y por eso no teme enseñarlo (aunque yo no creo que el autor de la Venus de Milo la eligiera como modelo para su estatua), ¡cuidado!: porque da al asunto una importancia que no tiene, y hunde más a bastantes mujeres que creen que eso es muy importante y ya están pensando en la silicona. Y si lo hizo apelando decididamente a la libertad (como creo haber leído) es aquí donde podríamos dialogar mejor.

Si lo hizo por solidaridad con alguien, hay por lo menos algo respetable. Si lo hizo porque está satisfecha con su busto y por eso no teme enseñarlo (aunque yo no creo que el autor de la Venus de Milo la eligiera como modelo para su estatua), ¡cuidado!: porque da al asunto una importancia que no tiene, y hunde más a bastantes mujeres que creen que eso es muy importante y ya están pensando en la silicona. Y si lo hizo apelando decididamente a la libertad (como creo haber leído) es aquí donde podríamos dialogar mejor

3.- Recomiendo muy de veras a esa cantante una reciente película checa titulada “Atrapados en la red”, que es la que me ha movido a escribir estas notas. Trata de la manipulación de chiquillas a través de los contactos por internet y (según se nos dice al final) ha servido para detener a unos cuantos abusadores sinvergüenzas. ¡Deo gratias! La película no es agradable, aunque las protagonistas no son verdaderas niñas sino actrices. Pero vale la pena verla.

Pues bien: en todas las conversaciones allí filmadas, el interlocutor termina diciendo a la niña: “enséñame tus pechos” (en algún caso incluso, literalmente: “enséñame tus pechos para que pueda correrme”). O si no, al menos: “mándame una foto de tus pechos” (que luego servirá para el clásico chantaje, amenazando con hacer pública esa foto o enseñarla a la madre de la niña). No es una película de ciencia-ficción sino de realidad-aflicción.

Atrapados en la red

Y aquí es donde interviene la deformación antes citada de la libertad. La libertad no consiste en actuar como me da la gana, prescindiendo de las repercusiones que eso pueda tener en los demás: porque a esa misma definición apelan tanto el ladrón como el violador. Ese falso individualismo es el que ha creado en nuestra historia un progreso montado sobre víctimas; el que ha dejado a la tierra mortalmente enferma y el que ha confundido la civilización con el lujo y las armas (en dimensiones siempre crecientes), en lugar de hacerla consistir en la fraternidad y la sobriedad.

Si, como decíamos al principio, la libertad es nuestra mayor aspiración y nuestra mayor motivación, parece claro que una deformación de la libertad es como una enfermedad que no afecta simplemente a las piernas o al bazo sino a nuestros órganos más vitales: al páncreas o al hígado. Mal pronóstico entonces.

Por otro lado, las experiencias positivas de auténtica libertad: de esa liberación de uno mismo, que no es desprecio ni suicidio, creo que son de las experiencias más positivas que podemos tener en esta vida. Tanto que se convierten de experiencias en promesas muy serias. Mucho más serias que las “del sol cuando amanece”, que evocaba hace años otro cantante.

Etiquetas

Volver arriba