"Nosotros tenemos nuestra parte de razón, pero también nuestra parte de culpa" ¿Tenemos toda la razón?

Papa Francisco y Ucrania
Papa Francisco y Ucrania

"A algunos lo que les interesa de veras no es que acabe la guerra, sino que 'nos den la razón a nosotros'"

"El mundo que todavía hace posibles esas salvajadas y esas crueldades, lo hemos tejido en buena parte nosotros los occidentales"

El loco que ha perdido la razón es más inofensivo: ahí está el patriarca ruso Kirill que defiende la barbarie de Putin diciendo que en Europa hay una “rusofobia” (cosa que comparto) y que se autodenomina “patriarca de todas las Rusias”

"El planeta tierra se ha convertido en “una aldea global”; pero solo para que circule el dinero (y las armas). Para que los hombres se entiendan, estamos aún en la época de las selvas vírgenes"

Temo que este escrito resulte un poco duro aunque no va contra nadie en concreto. No pretendo atacar al presidente Biden que me parece una buena persona, pero sí cuestionar muchas cosas que él representa.

Una de las razones que me mueve a escribir es que he leído algunas críticas al papa Francisco porque, aunque ha gritado y suplicado que acabe la guerra: “no ha atacado a Putin”. Uno piensa que, si como dicen, Francisco está haciendo todo lo posible por poner fin al conflicto de Ucrania, sería un pésimo camino atacar públicamente a Putin. Eso es tan elemental que suscita la sospecha de que esas críticas a Francisco ponen de relieve que a algunos lo que les interesa de veras no es que acabe la guerra, sino que “nos den la razón a nosotros”.

Por supuesto ellos dirán que no es así y quizá no sean conscientes de ello. Pero a estas alturas de la historia, ya tenemos edad para examinar nuestros inconscientes y no olvidar tan pronto a Freud. Ese examen, en parte al menos, podemos hacerlo.

Putin

Diagnóstico grave

Quisiera decir, a los que así piensan, que no se nos puede dar la razón a nosotros occidentales. No es que la tenga el señor Putin, ni de lejos: la parte de razón que pudiera tener la ha perdido toda comportándose como un criminal. O peor aún: porque de un criminal aún cabe pensar que podría arrepentirse, pero no de un loco. Y Putin se está comportando como un loco, no cualquiera sino de aquellos que Unamuno definía diciendo: “loco no es el que ha perdido la razón, sino el que ha perdido todo menos la razón”.

El loco que ha perdido la razón es más inofensivo: ahí está el patriarca ruso Kirill que defiende la barbarie de Putin diciendo que en Europa hay una “rusofobia” (cosa que comparto) y que se autodenomina “patriarca de todas las Rusias”. Pero el pobre hombre no se da cuenta de que su actitud contribuye a aumentar enormemente esa rusofobia, como contribuyó también la conducta de Rusia en Siria, sosteniendo a un dictador que estaba perdido, y destrozando con sus bombardeos ciudades memorables como Alepo (al menos según la versión que circuló entre nosotros).

¿Cómo podemos ser los humanos tan irracionales? Siempre que me hago esa pregunta recuerdo aquel versículo del profeta Jeremías: “nada hay más retorcido y más enfermo que el corazón humano”. Retorcido y enfermo. ¡Qué bien elegidos los adjetivos! Y qué poco hemos progresado en este punto desde hace unos 25 siglos (cuando se escribieron esas palabras) hasta hoy, por mucho que hayamos progresado en tecnología nuclear o en viajes espaciales...

Lo que buscan estas reflexiones es desengañar a esos que parecen creer que lo más importante en este conflicto es dejar claro que la razón la tenemos nosotros. Corregir esa manera de pensar, para ver si esta guerra y este dolor sirven de dolores de parto para una vida más humana y para que el mundo del futuro esté mejor construido.

Putin y Kirill
Putin y Kirill

No hermanos: nosotros tenemos nuestra parte de razón, pero también nuestra parte de culpa. En todo conflicto hay unas conductas y unos orígenes (aquello que los niños suelen decir en sus peleas: “¡ha empezado él”!). Y si en las conductas Putin no tiene ninguna razón, en los orígenes tenemos nosotros la mayor parte de la culpa. Porque el mundo que todavía hace posibles esas salvajadas y esas crueldades, lo hemos tejido en buena parte nosotros los occidentales y, sobre todo, los Estados Unidos.

1.- En primer lugar, a estas alturas de la historia y de la globalización, el mundo necesita una autoridad eficaz, como la necesitan todos los países. Si en cada país no hubiera una autoridad con poder coercitivo, casi todos serían hoy una copia más pequeña de la atrocidad que estamos viviendo en Ucrania.

Pero resulta que el planeta tierra se ha convertido en “una aldea global”; pero solo para que circule el dinero (y las armas). Para que los hombres se entiendan, estamos aún en la época de las selvas vírgenes. El fracaso de la ONU en esta tarea tan importante, ya lo han denunciado muchos analistas. Desde que estalló este conflicto no hemos oído una sola referencia a la ONU, y muchísimas a la OTAN. ¿No resulta eso bastante raro y sospechoso?

En segundo lugar, en esta situación en que no existe la indispensable autoridad, Estados Unidos se ha arrogado esa tarea por su cuenta (o mejor: por su pretensión imperial: como la antigua Roma). Pero hay que clamar que, a estas alturas de la historia, ningún país tiene derecho a arrogarse esa misión que nadie le ha encomendado. Y aquí (paradojas de la vida) resulta mejor la postura de Trump que la de Biden, aunque la del primero no responda a ningún ideal de paz e igualdad, sino a una comodidad de político postmoderno.

En tercer lugar EEUU ha llevado a cabo esa supuesta misión de manera bastante desastrosa. Primero por su falta escandalosa de imparcialidad: ahí está, por ejemplo, el caso de Arabia Saudí (uno de los países más dictatoriales del planeta) y de Israel (con las conductas literalmente genocidas del Likud) pero que cuentan con la protección y el favor del Imperio.

Águila imperial USA

Luego por su crueldad: ahí está el ejemplo de la criminal guerra de Irak (que viene a ser la Ucrania de EEUU, con bombardeos igual de salvajes) sin que haya sufrido hasta hoy ninguna sanción por ello. Bush decía entonces que invadía Irak “no para su ocupación sino para su liberación”. Lo mismo que está diciendo hoy Putin sobre Ucrania…

También es importante destacar el pésimo ejemplo de la negativa de EEUU a entrar en el “tribunal penal internacional” que hubiera podido controlar algunos de esos dislates: la única pequeña instancia mundial autoritaria que tenemos, resulta que no se aplica al más fuerte (“porque me llamo león” que decía una antigua fábula latina).

Según la Constitución española (artículo 56,3), el rey tiene privilegios de inviolabilidad e irresponsabilidad contra los cuales protestan hoy muchos españoles. Pero mucho más grave que el que haya un monarca con esos privilegios en un país, es el hecho de que en el mundo haya un país que se ha erigido en monarca con esos privilegios.

Por si esto fuera poco, el imperio ha seguido comportándose como imperio hasta con aquellos que llamaba “nuestros amigos” (our friends) y que parecía que, por el hecho de recibir esos calificativos aparentemente cariñosos, ya quedaban obligados a comportarse como siervos. La imagen de D. José Mª Aznar poniendo las patas pretenciosamente sobre la mesa del emperador Bush y llamándole Georg ha pasado a la historia como muestra de ello. (Me recordó una experiencia de los colegios en mi infancia: cuando aparecía algún “grandullón” que trataba de dominar a toda la clase, siempre surgían luego dos o tres chavales que querían presumir de amigos del grandullón, a costa de ser en secreto sus mayores servidores).

Y encima, esa presunta autoridad imperial tampoco puede presumir demasiado de eficacia: ahí están nombres como Vietnam o Afganistán que evocan aquello de volver a casa “con el rabo entre piernas”.

Si vis pacem

2.- Además de la falsa autoridad, Occidente es el padre de aquel pésimo refrán imperial: “si quieres la paz prepara la guerra”. Lo llamo imperial porque tiene su origen en la política del antiguo imperio romano: “si vis pacem para bellum”. Que pudo tener su validez cuando en el mundo no existía más que un imperio (y aun así, no logró salvar al imperio romano, por la dinámica corruptora que corroe a todos los imperios). Pero cuando en el planeta existen otras potencias que son mucho más que los antiguos “bárbaros” del imperio romano, ese refrán significa sencillamente: “si preparas la guerra tendrás guerra”.

Porque si los otros con pretensiones parecidas ven que tú te armas, decidirán armarse también ellos, y tanto o más que tú. “Elemental, querido Watson” diría aquí Sherlock Holmes, aunque no hace falta tener su capacidad de observación para aplicar ahora aquella conclusión del detective inglés...

Y la cosa ha llegado a tal extremo que ha dado a luz la expresión “carrera de armamentos” como algo lógico y natural; mucho más natural que si hubiéramos hablado de “carrera de civilización” o carrera de democracia o carrera de humanidad o algo así. Hasta ahí hemos llegado.

La razón de esa profunda inconsecuencia nuestra es que las armas se han convertido no en instrumento de paz, sino en instrumento de pingües negocios todavía vigentes. Un instrumento al que ni siquiera la hipócrita excepción de no vender armas a países “malos” ha logrado frenar. ¡Qué sabias resultan aquí aquellas palabras tan simples de Jesús de Nazaret sobre “el engaño de las riquezas”!

Pronóstico reservado.-¿Qué puede salir ahora de eso que este mundo tan mal montado ha ido propiciando? Eso es lo que uno quisiera saber, pero ni los expertos lo saben.

a) Parece claro que las cosas no le han salido a Putin tan bien como esperaba. Pero, aun así, me da la impresión de que, hoy por hoy, Putin sigue siendo el más fuerte. Entre otras razones porque pelea sin ética y sin opinión pública.

Paz en Ucrania
Paz en Ucrania

b) Se nos dice con cierto optimismo que vamos acercándonos a una paz con alto el fuego. Pero muchos expertos sostienen que esa paz será una rendición camuflada en la que Putin habrá obtenido casi todo lo que quería. El presidente ucraniano tiene su razón cuando sostiene que solo la llamada “exclusión aérea” podría evitar esa rendición camuflada. Pero Occidente tiene también razón aquí cuando explica que ese paso tiene enormes probabilidades de terminar en una tercera guerra mundial.

c) Las sanciones económicas están haciendo mucho daño a Rusia, pero también están sancionando a Europa, sin afectar a EEUU. ¿Quién resistirá más? Es viejo el principio de que en las guerras funcionan mejor las dictaduras que las democracias. Además, el pueblo ruso está acostumbrado a aguantar mucho y tiene menos posibilidades que nosotros de derrocar a sus gobernantes. (Entre paréntesis: un abrazo y un beso y un aplauso para Marina Osyannikova, la periodista de la televisión rusa por su gesto admirable: por desgracia no creo que sirva mucho para derrocar a Putin, aunque sí para reconciliarnos con el pueblo ruso).

(NB. Luego de escrito eso oigo la noticia de que se le van a suministrar a Ucrania misiles antiaéreos; quizá eso sí que pueda servir para equilibrar un poco más las fuerzas y evitar el crimen de los bombardeos).

d) Además está China (otro de los sujetos con pretensiones imperiales) que buscará sacar el mayor partido propio de este conflicto, conservando a la vez su imagen. Sospecho que China pueda estar esperando el momento de una intervención que resolviera el conflicto, le diese fama de agente de paz, y luego… cobrarse ese gesto tragándose a Taiwán. ¿Qué haría entonces EEUU que tiene un compromiso de defensa con aquella isla maltratada?...

(N.B. De momento el gobierno chino ya ha acusado a Taiwán de ofrecer ayuda a Ucrania no por razones de solidaridad sino por sus propios intereses políticos. Ya decía el refrán: “cree el ladrón que todos son de su condición”).

e) Tampoco cabe excluir que un Putin desesperado facilite discretamente al Daesh (hoy por hoy con psicología de derrota) acceso al armamento atómico. Esos fanáticos, no con fanatismo imperial sino religioso (que, como ya decían algunos teólogos del s. XVI, es el peor de todos los fanatismos) no tendrían el más mínimo escrúpulo en usar esas armas contra Occidente y sobre todo contra EEUU, gritando la blasfemia esa de “nuestro Alá es grande” que, en realidad significa: “nosotros somos grandes”. ¿Es esta una eventualidad imposible? Por desgracia me parece sólidamente posible.

Ucrania: aluvión de solidaridad
Ucrania: aluvión de solidaridad

f) Para terminar, aunque el tema es interminable, parece que (con mi mayor respeto como personas a todos los ucranianos), se añade a todo este lío el detalle de que Ucrania parece un país mal construido. Me explico: Una nación con dos poblaciones tan distintas (en el Este y en el Oeste) podrá ser una tarea convivencial bonita y enriquecedora, aunque difícil. Pero siempre con la condición de que, tras esos dos grupos de población no haya dos grandes bloques enfrentados (Europa y Rusia en este caso); y podrá salir airosa en tiempos de paz caliente, pero no logrará serlo en tiempos de guerra fría.

La película aquella “Winter in fire” sobre la llamada “revolución naranja” del 2014 en Ucrania, ya permitía sospechar algo de todo eso. Entonces aún cabía pensar que ambas partes (proeuropea y prorrusa) podrían entrelazarse para formar la esplendorosa trenza de la presidenta Yulia Timoshenko. Pero eso duró poco (aunque quizá la barbarie de Putin esté llevando hoy a la Ucrania rusohablante a sentirse cada vez menos rusa).

Esta es una de las razones por las que, personalmente, me considero más partidario de una “Eurasia” que de una “EurUsa”: creo que con los primeros nos unen todavía muchas más raíces históricas y culturales, mientras que con USA nos une sobre todo el Capital que no es un buen pegamento ni aunque le llamemos hipócritamente “democracia”. Pero una democracia disminuida y enferma; que vale algo para dentro pero nada para fuera: demócratas en casa y dictadores en la calle. Como Suecia y los antiguos países nórdicos que eran socialistas hacia dentro y capitalistas hacia fuera…

Unidos en algo

Por supuesto se puede disentir de todo cuanto llevo escrito. Y, si a alguien le descansa, puede insultarme también. Pero al menos creo que hay tres puntos en los que podríamos (¡debemos!) coincidir todos:

Confer dona 20.000 euros de su Fondo de Solidaridad para ayudar a Ucrania
Confer dona 20.000 euros de su Fondo de Solidaridad para ayudar a Ucrania

1.- La admiración, gratitud, respeto y cariño hacia todos los que están acogiendo a las víctimas y tratando de aliviar su sufrimiento. Un aplauso para tantos polacos (a los que muchas veces hemos criticado) y que, a pesar de que fueron bien maltratados por los ucranianos tras la segunda guerra mundial, están derrochando generosidad y espíritu de sacrificio (dos millones y medio en menos de un mes, es una cifra como para pedir la opinión de Vox…). Todos ellos me han recordado otra vez la frase de Albert Camus que me ha acompañado casi toda mi vida: “en el hombre hay más cosas dignas de admiración que de desprecio”; pero sin quitarle la segunda parte: lástima que esas cosas admirables solo aparecen en “las pestes”. ¿Por qué?

2.- En segundo lugar hacer cada cual lo que pueda (gritar si no puede hacer más, o mover, si puede, alguna pieza por pequeña que sea) para ver si conseguimos un alto el fuego auténtico, durante el cual se pueda negociar en serio. Porque negociar con la pistola puesta al pecho, es una de tantas hipocresías que caracterizan a la raza humana, más frecuente de lo que parece. Un pobre niño inocente asesinado es un precio demasiado alto para comprar una seguridad pseudoimperial. Y quizás habría que pedir a las autoridades eclesiásticas que modifiquen el título de la fiesta del 28 de diciembre para que pase a ser también el día de los santos inocentes ucranianos.

3.- En tercer lugar mirar qué hacemos para que de este desastre salga algún bien mayor: que no nos sirva solo para haber aprendido cuál es la capital de Moldavia… Porque la humanidad lleva demasiado tiempo jugando con fuego en cuestión de armamentos, con esa otra excusa hipócrita que llamamos “defensa”. Y el riesgo que estamos corriendo es inmenso: en calidad y, cada vez más, también en cantidad. Si en mi anterior escrito me manifesté en contra de Podemos en lo de no enviar ahora material bélico a Ucrania, ahora comparto su opinión de no subir el presupuesto militar (ni aunque en vez de militar le llamemos defensa).

 Y creo que no digo todo eso por ningún temor personal, porque sé que yo ya no lo veré. Pero comparto aquellas palabras que dejó escritas un pequeño genio (con algo de mal genio, según dicen): el escritor francés G. Bernanos. Y decían así: “cuando muera, decid al dulce reino de la tierra que lo amaba más de lo que nunca he osado confesar”…

Oración por Ucrania
Oración por Ucrania

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