Maria y Marta de Betania y la pascua

Maria y Marta de Betania y la pascua
Maria y Marta de Betania y la pascua Silvia Martinez Cano

Implicaciones pascuales del relato de la unción de María de Betania y el servicio de Marta.

Maria Detalle
Maria Detalle Silvia Martínez Cano
María unge los pies con un signo perceptible a los sentidos corporales, aquella parte del cuerpo de Jesús que simboliza mejor su condición humana necesitada y mortal. Y ella queda ungida en aquella parte de su cuerpo, la cabeza, que simboliza lo más valioso y digno del ser humano. El cuerpo, así, aparece en este relato como lugar o espacio humano en el que se anuncia la pascua de Jesús, y lugar desde donde se testimonia y predica esa pascua.

La corporalidad, además, encierra otro sentido pascual más escondido y sutil, pero no por ello menos importante, la dimensión sexuada. Lo humano, de esta forma, no aparece indiferenciado ni absorbido por una corporalidad neutra que, a la postre, se erigiría en punto de referencia para uno solo de los géneros. Del relato se deduce una corporalidad sexualmente diferenciada, tanto en el aspecto de necesidad y muerte, como en el de desbordamiento y vida resucitada. María había sido mostrada al lector, llorando, bajo los efectos de la pérdida del hermano amado. Su corporalidad de mujer expresaba el dolor y la muerte. Jesús, aun cuando también llora y sus lágrimas son interpretadas, por asociación, como lágrimas de luto, desarrolla el signo desde su corporalidad y la de Lázaro. Eleva sus ojos al cielo (11,41) y grita con una gran voz (11,43) para dar la vida. Él aparece como alguien lleno de autoridad. Ella bajo la pérdida afectiva. Reacciones que, en cierto modo, responden al estereotipo cultural de mujeres y de hombres.

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La acción de Marta, sirviendo en el banquete, indica al lector otra forma de relación, efecto del signo de la Vida. Discípula y discípulo es quien experimenta la Pascua de Jesús y la expresa en relaciones de servicio. Jesús completará su profundo sentido relacional en la escena del lavatorio, al proponerlo como un gesto (servicio) que crea comunidad de iguales. La acción de María es, también, relacional. Se relaciona con Jesús y, a través de este contacto expande la relación al resto de la casa. Los elementos corporales insinúan un amplio ámbito erótico que simboliza un lenguaje de amor y, sobre todo, de vida. La vida, en la tradición israelita, quedaba expresada en la generación y, por tanto, en las relaciones sexuales que la hacían posible. Y aunque el afecto del amor no era necesario en las parejas ni para la relación sexual ni para generar, la figura de María, ya presentada por el narrador como amada por Jesús (11,5) en un contexto de amistad y de hermandad (situada entre Marta y Lázaro), queda patente como personaje que se relaciona con Jesús por amor. La misma iniciativa que muestra la mujer, el exceso del perfume y sus efectos, hablan de relaciones de amor, afectivas y efectivas.

La Pascua encuentra estas evocaciones como expresiones adecuadas de la transformación que ella misma opera en las relaciones humanas. Pero es preciso proponer algunos correctivos que incluyen los relatos. La línea general explícita es más de hermandad que de pareja (cf 11,5), la apertura y universalidad no utiliza la vía de la exclusividad típica de la pareja. Pero, a la par, las relaciones de pareja encuentran en la Pascua una propuesta que incluye la hermandad, la amistad y la universalidad.

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Este texto forma parte del libro de Mercedes Navarro titulado "María de Betania" que puedes encontrar en:  https://libreria.sanpablo.es/libro/maria-de-betania_211312 La aa autora incide en la simbólica de las acciones de las dos hermanas de Betania y sus implicaciones pascuales, una pascua que transforma las relaciones humanas y nos lleva a un nuevo mundo.

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