El Patriarca latino de Jerusalén asegura que “en Gaza resiste la esperanza entre ruinas y muerte” Cardenal Pizzaballa sobre Gaza: “No podemos callar ante la inhumanidad”

“Ya no hay confianza ni interés humano en ninguna de las partes. Es una inhumanidad difícil de comprender”
Considera, asimismo, que el papel de la Iglesia, aunque limitado políticamente, es crucial en el apoyo humanitario, la oración y la denuncia pública
Advierte que una eventual visita papal solo será posible si se dan las condiciones adecuadas de apertura política, social y religiosa
“Los palestinos necesitan no solo apoyo humanitario, sino también humano y psicológico: Quieren que se les reconozca su dignidad como pueblo, y eso es algo que debe hacerse"
Advierte que una eventual visita papal solo será posible si se dan las condiciones adecuadas de apertura política, social y religiosa
“Los palestinos necesitan no solo apoyo humanitario, sino también humano y psicológico: Quieren que se les reconozca su dignidad como pueblo, y eso es algo que debe hacerse"
Pierbattista Pizzaballa, cardenal y Patriarca Latino de Jerusalén desde hace cinco años, es hoy la voz más autorizada y valiente de la Iglesia católica en Oriente Medio. Su presencia y su testimonio, en medio del dolor y la destrucción de Gaza, encarnan la resistencia, la compasión y la esperanza para los cristianos y todos los inocentes bajo la sombra de la guerra.
En una amplia entrevista con Johannes Schidelko para KNA, publicada por Katholisch.de, Pizzaballa denuncia la "inhumanidad incomprensible" de dos años de conflicto, relata la situación alarmante de las comunidades cristianas y esclarece las condiciones necesarias para una futura visita del Papa León XIV a Tierra Santa.
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El purpurado subraya la devastación y la brutalidad causadas por la guerra de Gaza, alertando sobre la creciente desconfianza y el colapso del interés humano entre israelíes y palestinos. “Es una inhumanidad difícil de comprender”, afirma con dolor. Y añade: “Ya no hay confianza ni interés humano en ninguna de las partes. Es una inhumanidad difícil de comprender”.
Considera, asimismo, que el papel de la Iglesia, aunque limitado políticamente, es crucial en el apoyo humanitario, la oración y la denuncia pública: “No podemos permanecer en silencio ante estos acontecimientos”, aunque los católicos sólo pueden rezar, ayudar económicamente y “mantener la presión mediática”.
La comunidad cristiana en Gaza, aún presente aunque diezmada, sigue luchando por sobrevivir. Pizzaballa relata los esfuerzos para llevar ayuda y apoyo médico a todos, no solo a los cristianos, destacando la precariedad de la seguridad y la dificultad para proteger a los fieles. Asegura que, aunque algunos se irán, la comunidad cristiana subsistirá.
También denuncia la difícil situación en Cisjordania y Jerusalén: la presión, la agresión y las restricciones económicas y de movimiento afectan a todos los cristianos de la región.

El patriarca reconoce el inmenso apoyo (material y espiritual) de la Iglesia universal y resalta la conexión y el interés del Papa León XIV por Tierra Santa, aunque advierte que una eventual visita papal solo será posible si se dan las condiciones adecuadas de apertura política, social y religiosa.
Sobre la solución de los dos Estados, insiste en que sigue siendo la ideal, pese a que cada día parece más lejana. “Los palestinos necesitan no solo apoyo humanitario, sino también humano y psicológico: Quieren que se les reconozca su dignidad como pueblo, y eso es algo que debe hacerse. Lo que ocurrirá políticamente aquí en el futuro es un misterio para mí. La solución de los dos Estados sigue siendo la ideal para mí, pero cada vez me parece menos realista”.
Esperanza entre las sombras
A pesar de la oscuridad y la violencia, el cardenal Pizzaballa sigue creyendo que la solidaridad, el diálogo y la presencia activa de la Iglesia —en la ayuda y en la denuncia profética— pueden ayudar a sembrar semillas de esperanza.
Su testimonio recuerda que, ante la barbarie, el silencio no es opción y que la dignidad de cada persona debe ser defendida, incluso cuando todo a su alrededor parece desmoronarse.

Por eso, el Patriarca de Jerusalén asegura que, para que la paz vuelva a Gaza y Tierra Santa, es imprescindible apostar por una narrativa nueva, humana y abierta, y mantener viva la llama del Evangelio y de la esperanza entre los más vulnerables.
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