Se le reprocha una errática gobernanza y su cercanía con la ultraderecha Dominique Rey, el antaño líder de los tradicionalistas, en el punto de mira del Vaticano

Dominique Rey
Dominique Rey

Amigo de los obispos españoles más conservadores, como Munilla, Demetrio, Casanova o del ex obispo Xavier Novell parecía tener el secreto de Polichinela del proselitismo católico

Sin más criterio que aumentar las vocaciones para luchar contra el modernismo, en su diócesis de Frejus-Toulon, que dirige desde el año 2000, acogía a todo tipo de seminaristas, comunidades y organizaciones tradicionalistas, algunas de ellas acusadas de abusos sexuales

Para salvar su mitra, al menos durante algún tiempo más, monseñor Rey confía en los buenos oficios del cardenal Jena-Marc Aveline, arzobispo de Marsella y uno de los prelados más influyentes del catolicismo francés

Fue uno de los adalides de la ‘nueva evangelización’ de Juan Pablo II. Durante años, Dominique Rey, obispo de Toulon, fue una especie de ‘estrella’ eclesiástica, a la que los obispos españoles más conservadores paseaban por sus diócesis como un gurú y se rendían a sus pláticas y a sus métodos. Ahora, como otros muchos de aquella galaxia neoconservadora, está en el ojo del huracán y supervisado por Roma.

Hace unos años, monseñor Rey era presentado en muchas diócesis españolas como el obispo que sabía cómo seducir a la gente y acercarla de nuevo a misa. Y cómo ganar para la causa muchas vocaciones sacerdotales, multiplicándolas. Amigo de los obispos españoles más conservadores, como Munilla, Cañizares, Demetrio, Casanova o del ex obispo Xavier Novell parecía tener el secreto de Polichinela del proselitismo católico.

Rey y Cañizares

Como relata Bernadette Sauvaget en Liberation, el antaño ídolo de los católicos más conservadores, está en el punto de mira del Vaticano por su errática gobernanza y su cercanía evidente y desacomplejada a la extrema derecha.

Sin más criterio que aumentar las vocaciones para luchar contra el modernismo, en su diócesis de Frejus-Toulon, que dirige desde el año 2000, acogía a todo tipo de seminaristas, comunidades y organizaciones tradicionalistas, algunas de ellas acusadas de abusos sexuales. Tanto es así que, en diversos medios católicos, se le ha acusado de derivas sectarias.

Cuenta Liberation que “en primavera, llegaron a la Curia romana 20 kilos de documentos en valijas diplomáticas, fruto de la misión de inspección realizada en febrero y marzo por dos ‘expertos’ enviados por el Vaticano: el arzobispo de Dijon, Antoine Hérouard, y el antiguo número 2 en Roma del dicasterio para el Clero, Joël Mercier. El 29 de mayo, para concluir la auditoría, se celebraron en Roma importantes reuniones en los departamentos afectados por la crisis de la diócesis de monseñor Rey”.

Dominique Rey

Desde entonces, se espera el veredicto romano, que aún no ha llegado, pero el Vaticano ha comenzado su tarea de tutelaje de la diócesis francesa. Por ejemplo, prohibiendo a monseñor Rey celebrar ordenaciones sacerdotales tanto en 2022 como en 2023.

Roma pone en duda las enseñanzas que se transmite en el seminario de monseñor Rey, con seminaristas tradicionalistas procedentes de todo el mundo: De hecho, de los más de 350 curas “incardinados” en la diócesis de Frejus-Toulon, casi la mitad son de nacionalidad extranjera, especialmente de Latinoamérica.

El desaire vaticano molestó (y mucho) a monseñor Rey, que siempre presumió de ordenar una decena de sacerdotes al año, casi tantos como en París, y que ya no podrá acoger en su diócesis a los seminaristas de todo el mundo rechazados por sus obispos, que los consideran no aptos para acceder el sacerdocio.

Y es que, como explica uno de los ‘visitadores, Antoine Herouard, arzobispo de Dijón, “monseñor Rey creyó que su diócesis era un laboratorio no sólo para la Iglesia católica francesa, sino también para las Iglesia universal”.

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Monseñor Rey es un convencido en el seguimiento de la estela de la nueva evangelización, lanzada por Juan Pablo II, que cree haber encontrado su salvavidas en los nuevos movimientos carismáticos. Movimientos que aglutinan a los católicos abiertamente proselitistas, que apuestan por las emociones en la vivencia de su fe y desconfían de la razón. 40 años después, la nueva evangelización se presenta como un claro fracaso, con muchos de sus grupos sumidos en las derivas sectarias y en casos de violencia sexual y de abusos de menores.

Para salvar su mitra, al menos durante algún tiempo más, monseñor Rey confía en los buenos oficios del cardenal Jena-Marc Aveline, arzobispo de Marsella y uno de los prelados más influyentes del catolicismo francés, que va a recibir al Papa los días 22 y 23 de septiembre. El purpurado marsellés cree que no hay que humillar a monseñor Rey y apuesta por el nombramiento de un obispo-coadjutor con derecho a sucesión.

Eso sí, la cúpula clerical de la diócesis de Frejus-toulon quiere un sucesor de monseñor Rey que pertenezca a la derecha o a la extrema derecha clerical, para no perder su bastión en Francia. ¿Lo permitirá el Papa Francisco? ¿Por quién se decantará?

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